Como los frutos dorados que recolectan cada temporada, los trabajadores del mango sinaloense representan cada año la esperanza de una cosecha más abundante
La temporada de mango, que inicia finales del mes de mayo y concluye en septiembre, dibuja un paisaje de trabajadores agitando sus brazos para recolectar los frutos dorados del cielo. No es una exageración llamar a este fenómeno una “fiebre del mango”, y para muchas familias es mucho más que un trabajo estacional: es su forma de vida.
Desde el sur del país en Chiapas, Delsi Escobar Espinoza y Edin López Hilerio viajan hacia el norte, siguiendo la producción de mango hasta culminar en Sinaloa. Comenzando en su estado natal de Chiapas, pasan por diversos estados antes de finalizar la temporada en Sinaloa, un viaje que han realizado juntos durante los últimos tres años.
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Esta anual migración laboral, común entre las familias de trabajadores del mango, le ha permitido observar a la pareja las diferencias de comercialización entre los estados. Aseguran que en Chiapas es mejor pagado, dándoles hasta 30 pesos por jabas que incluyen frutas más grandes que se llenan más fácil con menos piezas. Hay días en los que llegan a ganar hasta 1,500 pesos. Por su parte aseguran que el mango sinaloense es más pequeño y la jaba se les paga en 12 pesos.
El mango sinaloense una pieza clave de la economía de algunos municipios
En Sinaloa, la relevancia del mango trasciende el simple fruto, posicionándose como el motor de la economía en el estado durante varios meses al año. En regiones como Escuinapa no sólo desplaza a otras actividades, como la pesca de camarón, sino que la producción de mango se ha convertido en la principal actividad económica.
Las raíces de esta dependencia se remontan a los años 60, cuando el ingeniero Héctor Peralta plantó las primeras parcelas de mango híbrido en la región. Su visión de futuro catapultó la fruticultura del mango en el municipio. A día de hoy, la producción de mango sostiene económicamente al municipio del sur del estado, incluso cuando la cosecha en sí misma sólo ocurre durante unos meses.
El trabajo en Escuinapa inicia en los meses de enero, febrero y marzo, que es la época del año cuando los árboles inician a dar la flor. Durante estos meses es cuando los agricultores se dan cuenta si la temporada va ser buena en cuestión de producción, porque dependiendo de la floración es la cantidad de fruta se tendrá para cosechar.
La economía del mango en Sinaloa no está exenta de desafíos. Los productores de mango en Sinaloa enfrentan una serie de dificultades. La sequía y la disminución de los precios de la fruta amenazan su sustento. Porfirio Salas Castillo, líder fruticultor en Escuinapa, comparte que los precios han caído, y el clima seco amenaza el cultivo pues el tiempo de absorción de humedad es limitado y de no cubrirse se pueden secar los árboles.
Las empacadoras de El Rosario y Escuinapa están trabajando al 50 por ciento de su productividad, debido a que el mercado de Estados Unidos no está comprando como es debido el producto como en otros años, por lo que muchos productores se quedarán con su mango para tratar de llevarlas a las jugueras.
El panorama del mango no es particular de Sinaloa, en regiones al sur de México como Chiapas también llevan una mala temporada en cuanto a precio y el incremento de las temperaturas. Además, al ser un producto perecedero en pocos días y existir un apoyo real para los agricultores de ciertas frutas, lo único que esperan es ver en dónde estarán vendiendo su producto.
Por otra parte en el norte de Sinaloa, la historia del mango se despliega de manera similar. Daniel Ibarra Lugo, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Mango de la zona libre de la mosca de la fruta, espera que la cosecha de mango genere cada año alrededor de 12,000 empleos directos que impactarán principalmente a las comunidades rurales.
¿Tú ya compraste mango esta temporada?
Fuente: Debate, Los Noticieristas, El Sol de Mazatlán.