A principios del siglo XX, Charles Hatfield, el “hacedor de lluvia”, fue contratado para acabar con la sequía de San Diego. Sus métodos causaron lluvias intensas que inundaron la ciudad estadounidense y Tijuana, llevándolo a ser acusado de fraude
Daniela Valenzuela / NORO
Charles Hatfield, un vendedor de máquinas de coser con una profunda pasión por la lectura, se convirtió en una figura notable a principios del siglo XX. Según sus conocidos, Hatfield había desarrollado una fórmula compuesta de diversos químicos que, según él, tenía el poder de inducir lluvias en cualquier lugar donde se deseara.
Con sus habilidades persuasivas y un enfoque “innovador”, Hatfield ofrecía su servicio de creación de lluvia con atractivas ofertas, como cobrar únicamente si lograba generar lluvia en el área contratada.
A medida que pasaban los años, la fama de Hatfield creció. Su nombre se hizo conocido cuando, el 2 de febrero de 1904, el periódico Los Angeles Times publicó un artículo destacando su trabajo y mencionando las lluvias recientes en Pasadena, California, que él había provocado utilizando su fórmula secreta.
Este artículo captó la atención del gobierno de San Diego, que estaba buscando una solución para la grave sequía que afectaba a la región.
Charles Hatfield: el “hacedor de lluvia”
El “hacedor de lluvia” era conocido por su distintivo atuendo: siempre se presentaba vestido con trajes de colores oscuros, lo que confería un aire de seriedad a su trabajo ya sus afirmaciones sobre su fórmula secreta.
Impulsado por el éxito reportado en Pasadena, el gobierno de San Diego decidió contratar a Hatfield para aplicar su fórmula y resolver la grave sequía que afectaba a la región.
Según los archivos del Centro Histórico de San Diego, Hatfield presentó dos ofertas al gobierno. La primera consistía en llenar el embalse del lago Morena antes del 20 de diciembre de 1916, mientras que la segunda propuesta prometía generar una precipitación de 50 pulgadas para el 1 de junio del mismo año.
Hatfield, conocido por su enfoque audaz, también ofreció una garantía especial a sus clientes: no cobraría por sus servicios hasta que lograra los resultados prometidos. Una vez que cumpliera con sus compromisos y los resultados fueran satisfactorios, su tarifa sería de 10 mil dólares.
El “Hacedor de lluvia” inundó Tijuana y San Diego
Una vez que recibió luz verde del gobierno, Charles Hatfield y su hermano comenzaron la construcción de diversas estructuras diseñadas para albergar los químicos de su fórmula secreta. Estas estructuras estaban destinadas a generar humo, que, según Hatfield, provocaría lluvias capaces de llenar el Lago Morena.
El 10 de enero de 1916, las lluvias finalmente comenzaron. Aunque inicialmente fueron de carácter aislado, con el paso de los días se intensificaron significativamente. Las precipitaciones no solo afectarán a San Diego, sino que también llegaron a Tijuana.
Los diluvios duraron aproximadamente ocho días, durante los cuales se produjeron desbordamientos de ríos y presas. Las consecuencias fueron devastadoras: en San Diego, más de 100 personas perdieron sus hogares, y en Tijuana, las lluvias destruyeron el recientemente inaugurado Hipódromo, causando muertes y daños graves en la ciudad fronteriza.
Charles Hatfield fue acusado de fraude
Una vez que cesaron las lluvias, Charles Hatfield se presentó para cobrar el dinero prometido, argumentando que había cumplido con el objetivo de llenar el Lago Morena.
Sin embargo, el gobierno de San Diego se negó a pagar, alegando que los daños causados por las intensas lluvias habían sido mucho mayores de lo esperado.
El caso llegó a los tribunales, donde un juez dictaminó que la lluvia no había sido provocada por Hatfield, sino por Dios, cuestionando así sus métodos. A pesar del escándalo, Hatfield continuó siendo contratado en diversas ciudades alrededor del mundo, donde se le atribuye el haber cumplido con su promesa de hacer llover.
Charles Hatfield falleció en California el 12 de enero de 1958, llevándo consigo su receta secreta para hacer llover. Con el tiempo, diversos expertos han refutado su “fórmula”, afirmando que es imposible que el ser humano controle el clima de esa manera.
Se sugiere que Hatfield y su hermano conocían los pronósticos meteorológicos y sabían leerlos, lo que les permitía prever y coincidir con las lluvias naturales.
Con información de Tv Azteca Baja California, Mexico Desconocido, Infobae, Agente Provocador y La Prensa.