En pleno desierto de Mexicali, el humedal Las Arenitas nació con un doble propósito: dar una segunda vida a las aguas residuales de la ciudad y convertirse en un refugio natural para la flora y fauna de la región

Daniela Valenzuela / NORO
En medio del desierto de Mexicali, donde el calor extremo y la escasez de agua definen el paisaje, un oasis artificial ha cambiado por completo la narrativa ambiental de la región.
Se trata del humedal Las Arenitas, un ecosistema construido con un propósito doblemente vital: sanear las aguas residuales del municipio y, al mismo tiempo, recuperar la biodiversidad del río Hardy, uno de los afluentes del río Colorado.

Este espacio, que en apariencia pudiera confundirse con un lago natural, es en realidad el resultado de un proyecto de restauración ambiental que ha logrado unir ciencia, infraestructura y conservación ecológica.
Lo que comenzó como una necesidad sanitaria, hoy es también un refugio para aves, peces, mamíferos y plantas que han regresado a un entorno que parecía perdido.
De aguas negras a un ecosistema vivo: la historia de Las Arenitas

Las Arenitas se construyó en 2007 como parte de un proyecto pionero de tratamiento natural de aguas residuales, con el objetivo de reducir la contaminación que fluía hacia el río Hardy.
En lugar de construir únicamente una planta convencional, se diseñó un humedal artificial con capacidad para tratar hasta 850 litros por segundo de aguas negras provenientes de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Las Arenitas.


El funcionamiento de este sistema es simple en esencia, pero profundamente ingenioso: las aguas residuales pasan primero por un proceso mecánico y químico de saneamiento, y luego se canalizan hacia el humedal, donde una combinación de plantas acuáticas, suelos filtrantes y microorganismos continúa el proceso de depuración de manera natural.
Este sistema, además de ser más económico y menos demandante en términos energéticos que otros modelos industriales, ha demostrado una notable eficacia en la reducción de contaminantes como nitrógeno y fósforo, lo que mejora la calidad del agua antes de que se reincorpore al entorno.
Gracias a este proceso, Las Arenitas no solo ha reducido el impacto ambiental de Mexicali sobre sus cuerpos de agua, sino que también ha creado un hábitat favorable para múltiples especies, algo impensable en un contexto tan árido como el valle bajacaliforniano.
Un pulmón verde en el desierto: flora y fauna de Las Arenitas

Hoy, Las Arenitas es mucho más que una infraestructura de tratamiento. Se ha convertido en un verdadero pulmón verde para Mexicali, donde la vegetación nativa y exótica convive en equilibrio, y donde cientos de especies encuentran refugio durante todo el año.
Según registros de Pronatura Noroeste, en el humedal habitan más de 170 especies de aves, muchas de ellas migratorias. Entre las más comunes se encuentran el pato cucharón norteño, la garza blanca, el cormorán y diversas especies de rapaces.

También se han documentado mamíferos como coyotes y zorros del desierto, así como reptiles y peces que forman parte del nuevo equilibrio ecológico del lugar.
Además, la vegetación acuática como typha y carrizo desempeña un rol importante en la depuración del agua, al absorber metales pesados y brindar sombra y hábitat a pequeños organismos. Estas plantas, junto con otras especies adaptadas a condiciones salobres, forman un cinturón verde que contrasta con el entorno seco y polvoriento del desierto.

Este humedal también ha sido clave en la educación ambiental de la comunidad. Escuelas, universidades y organizaciones ambientales lo visitan con frecuencia como parte de programas de sensibilización sobre el valor de los ecosistemas restaurados.
Las Arenitas es ahora un espacio vivo de aprendizaje, donde se demuestra que la sostenibilidad no es una utopía, sino una posibilidad real cuando se combinan el conocimiento científico con el compromiso social.
Con información de México Desconocido, Pronatura Noroeste, Bien Informado y La Voz de la Frontera.