Durante Foro Mar de Cortés se atendió el tema de la responsabilidad social como una necesidad urgente de ser atendida por el sector privado
“Creando Responsabilidad Social: Comunidades Prósperas en el Mar de Cortés” fue una de las conversaciones realizadas durante el Summit 2022 de Foro Mar de Cortés a cargo de Ximena Ugarte Luiselli, directora de Directora de Creando Responsabilidad Social; Judith Castro Lucero, co-directora de “Amigos para la Conservación de Cabo Pulmo A. C” y Hubert Méndez Camacho, presidente del Consejo de Administración de OPRE y vocero de la comunidad de El Manglito, el panel estuvo moderado por Gustavo Danemann, director ejecutivo de Pronatura Noroeste AC.
Ximena Ugarte Luiselli comenzó la intervención con el ForoTalk “Creando responsabilidad social”, la experta que ha estado detrás de algunos de los proyectos más relevantes en México abundó sobre la importancia de que las empresas empiecen a ver a las responsabilidad social como una inversión y no un costo en su presupuesto. Mejoras con sus empleados, gobiernos y comunidad, para poder conjuntar la potencialidad dejando de lado la filantropía, abundó. Además, puntualizó sobre la importancia de ajustar las iniciativas de responsabilidad social a los objetivos de negocios, dando como ejemplo el caso de Cinépolis y su campaña “De la vista nace el amor”.
Ugarte aseguró que es fundamental para las instituciones privadas encontrar un referente social que las potencialice. Para visualizar el tema puso como referencia el “tren de la salud”, un proyecto de Grupo de México con diferentes unidades de negocio y presencia en la región. Para este proyecto se buscó una iniciativa alineada a Ferromex, y aunque pudieron hacer algo relacionado a la ayuda humanitaria de migrantes, decidieron hacer un enfoque a la salud en busca de impulsar la relación con los municipios, sindicatos y operadores ferroviarios, con el objetivo de juntar a toda la familia laboral en un proyecto.
La responsabilidad social en las comunidades pesqueras del Mar de Cortés
Con la introducción de Ximena Ugarte sobre responsabilidad social, el panel se complementó con dos historias exitosas del Mar de Cortés que fueron impulsadas por las propias comunidades de la región. La primera fue contada por Judith Castro Lucero, quien habló sobre el caso de Cabo Pulmo en su pasado, presente y futuro.
En los 80 llega a Cabo Pulmo la Universidad Autónoma de Baja California Sur, ya habían ido investigadores a conocer qué pasaba en ese arrecife, que según su localización tiene una importancia ecológica fundamental para el mundo, haciendo de este lugar un centro productivo para el ecosistema marítimo. Años más tarde la universidad regresó a analizar, sobre todo a “perder el tiempo” dijo Judith, y en ese momento compartían conocimiento con las comunidades en busca de querer tener la razón, sin darse cuenta que la unión de ese saber era la riqueza de esos encuentros de 10 años.
La idea que salió fue que era posible recuperar ese arrecife, ya dañado, y hubo personas que quisieron por lo que se solicitó al gobierno decretar a Cabo Pulmo como área natural protegida. Entre la burocracia, Mario Castro se empezó a capacitar para ser buzo, y después de haber visto el comer tortugas como parte de su cotidianidad, cambiaron de idea y pasaron a protegerlas, y así se dio el cambio contó Judith Castro.
Hasta 1995 el gobierno declara a Cabo Pulmo como Parque Marítimo Nacional, pero en ese momento los pescadores reaccionaron a la decisión de una forma distinta a la imaginada, fue un salto que golpeó a su forma de vivir, la pesca. Los primeros años después de la declaratoria del parque fueron los más duros para la economía familiar de quienes habitaban Cabo Pulmo: “Nosotros mismos llegamos a creer que fue un error, no mirabamos la luz, era una pobreza increíble”, contó Judith quien asegura que los buzos llegaban a un arrecife que todavía no estaba recuperado.
Al día de hoy son 27 años de recuperación, no se ha pescado en Cabo Pulmo. Judith cuenta que cuando su papá era niño veía tiburones en el mar y llegó a pensar que sus hijos y nietos no los volverían a ver, pero Judith vio regresar a los tiburones como palizadas. La ciudadana de Baja California Sur asegura que el esfuerzo ha dado frutos, como una muestra de esperanza de que las acciones por el bienestar del ecosistema valió la pena.
“Los que no han ido no se lo pierdan. Es una historia de éxito, de renuncia, sacrificio, pero sobre todo una historia que nos ayuda a ser ejemplos mundiales de que sí se puede recuperar un ecosistema. Un ejemplo que debería estarse compartiendo a nivel mundial, para inspirar a comunidades pesqueras, gobiernos y mucha gente, decirles que sí se puede”, mencionó la co-directora de “Amigos para la Conservación de Cabo Pulmo A. C” .
Castro también habló sobre la implementación del Programa de Uso Público, que permite saber cuántos buzos puede soportar el ecosistema en periodos cortos de tiempo. “Si nosotros le damos entrada a todos y que nos dejen un montón de dólares, es como darse un balazo en el pie. Nos vamos a acabar todo, no se trata de eso”, mencionó, añadiendo que actualmente hay 18 proyectos autorizados alrededor de Cabo Pulmo que amenazan el ecosistema.
“Lo que hemos hecho es buscar la sillas donde se toman las decisiones. Pero no nos invitan porque somos el invitado incómodo, nosotros no podemos permitir esto, nos han dicho anti desarrollos, pero la palabra desarrollo es tan compleja que poco la entendemos, desarrollo no es crear hoteles, es pensar a dónde voy a ponerme para que exista un equilibro”, expresó.
El caso de El Manglito en La Paz
Hubert Méndez Camacho, presidente del Consejo de Administración OPRE y vocero de El Manglito contó la situación que se vivió en su comunidad, la forma en la que se desarrolló la pesca y la forma desmedida de la producción que se empezó a dar en la década de los´70 y se empezaron a sacar del mar una gran cantidad de peces sin darse cuenta del daño que le estaban haciendo a los ecosistemas.
Cuando tocaron fondo era demasiado tarde, un mal manejo y una alta demanda lo llevaron a esto y en 2007 quiso repuntar un poco, pero hubo especies que se extinguieron de la zona, acabándose los recursos y pasando a la pesca ilegal.
Nos Noroeste Sustentable llegó a la comunidad “venían a quitar la pesca”, contó Méndez y no confiaron en los científicos por lo que se comentaba, pero la organización empezó a trabajar con los niños y jóvenes, ayudando a llegar la conectividad y elevando los niveles de estudio, de esta forma los pescadores empezaron a confiar y llegaron a la conversación de que era necesario recuperar la abundancia de peces de la región.
La “palomilla”, como se llama al grupo de pescadores, se reunió con NOS Noroeste Sustentable y en unos minutos de plática estaban todos peleados contó Méndez, así aprendieron a dialogar y escuchar, a no tomar las cosas de forma personal y extendiendo las reuniones por horas comenzando a construir una visión. De estas “mesas de trabajo” salió que todos querían buenas relaciones con la autoridad, buenos equipos, trabajar sustentablemente y recuperar la abundancia.
“Si todos queremos lo mismo porque no nos ponemos de acuerdo», pensó Méndez y así llegaron a los primeros acuerdos llegando a recolectar en comunidad más de 30 toneladas de basura, tanto del fondo marino como de los manglares. En 2011 la zona se veía recuperada y se llegó al trato de no pescar y aumentó la presencia del callo de hacha. Pero con el miedo de no perder lo avanzado, se crearon las cooperativas de pescadores con proyectos, productos, acuicultura y turismo. Además de proyectos de restauración, vigilancia, tunicado y manglares.