Chernobyl a la norteña es un reportaje NORO Originals que desentraña el accidente de Cobalto-60 en Ciudad Juárez en 1983. A 40 años del suceso, explora su impacto, mitos y avances científicos que demuestran la eliminación del riesgo radiactivo.
Ricardo Amador/NORO
En 1983, Chihuahua, fue el escenario de uno de los accidentes con material radiactivo más graves en la historia de América Latina: la contaminación por Cobalto-60.
El incidente marcó la memoria colectiva de la región y desató temores sobre la salud pública y el medio ambiente, similares a los que generó Chernobyl a una escala más grande.
Ahora, 40 años después, el NORO lanza este 5 de diciembre el reportaje original “Chernobyl a la norteña”, una investigación liderada por la periodista Victoria Laphond, cuyo objetivo principal es desmitificar las percepciones alarmistas y proporcionar un panorama técnico y realista del suceso.
El accidente de Cobalto-60 en que generó el Chernobyl a la Norteña
En diciembre de 1983, una máquina de radioterapia desechada se convirtió en el protagonista de la catástrofe. Vicente Sotelo Alardín, un técnico de mantenimiento del Centro Médico de Especialidades, desmanteló la unidad para vender sus partes como chatarra.
Sin saberlo, perforó el cabezal que contenía pequeñas cápsulas de Cobalto-60, un isótopo altamente radiactivo creado artificialmente.
Los gránulos se dispersaron en una camioneta tipo pick-up y, posteriormente, en el yonke Fénix, donde fueron mezclados con otros metales. Esto derivó en la producción de varillas contaminadas que se distribuyeron en 16 estados de México y Estados Unidos. Además, el transporte del material provocó la dispersión de partículas radiactivas por calles, carreteras y sitios de fundición.
El accidente quedó al descubierto en enero de 1984, cuando un camión que transportaba varillas pasó cerca del Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México. Los detectores de radiación activaron las alarmas y llevaron al descubrimiento del material contaminado.
Este hallazgo desató una respuesta coordinada entre México y Estados Unidos para contener la radiación y recuperar los materiales contaminados.
De los mitos a la realidad: radiación mínima tras 40 años
El reportaje de NORO Originals se enfoca en la desinformación que ha perdurado en torno al accidente. Según expertos, la radiación del Cobalto-60 ha decaído significativamente.
Gracias a la Ley Experimental de Desintegración Radiactiva, se sabe que actualmente solo queda el 0.0006% de la radiactividad original en el centro de confinamiento La Piedrera.
Victoria Laphond destaca que esta cifra es insignificante y no representa un riesgo para la población ni el medio ambiente. Sin embargo, los miedos iniciales generaron una narrativa sensacionalista que ha dificultado la aceptación de la realidad científica.
Este accidente fue grave en su momento, pero la respuesta técnica y científica permitió mitigar los riesgos en un tiempo récord. Hoy, hablar de un ‘Chernobyl mexicano’ es desproporcionado y falta de contexto, señala el trabajo de Laphond.
Impacto social y medidas de contención
La respuesta inicial al accidente fue caótica pero efectiva. Equipos especializados recorrieron Ciudad Juárez en busca de partículas radiactivas, usando helicópteros con detectores y brigadas terrestres.
Más de 6 mil toneladas de acero contaminado fueron identificadas y retiradas, lo que incluyó la demolición de más de 800 edificaciones construidas con materiales radiactivos.
Uno de los desafíos más complejos fue la construcción de un sitio de confinamiento para los desechos radiactivos. Inicialmente, se eligió el desierto de Samalayuca por su estabilidad geológica y lejanía de zonas habitadas.
Sin embargo, la oposición social y política obligó a las autoridades a buscar alternativas, lo que eventualmente llevó al establecimiento del confinamiento en La Piedrera.
El reportaje de Chernobyl a la Norteña aborda estas medidas con una perspectiva crítica, señalando cómo la gestión adecuada del accidente logró minimizar el impacto a largo plazo.
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