La tala ilegal en la Sierra Tarahumara ha disminuido un 85% en la última década, según datos de la Profepa. Aunque el crimen organizado sigue controlando el mercado maderero, los esfuerzos de vigilancia han reducido significativamente el impacto en los bosques de Chihuahua.
Ricardo Amador/NORO
En los últimos diez años, la lucha contra la tala ilegal en la Sierra Tarahumara ha registrado una disminución significativa del 85% en las inspecciones realizadas por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

La tala ilegal en la Sierra Tarahumara no es un fenómeno aislado, sino que está íntimamente ligado al crimen organizado. Según la Profepa, los grupos delictivos que operan en la región no solo imponen cuotas a los propietarios de los bosques, sino que también controlan la venta de la madera, determinando los precios y volúmenes.
Esta actividad se ha convertido en una fuente de ingresos para los grupos criminales, lo que ha intensificado la violencia en las comunidades cercanas.
En 2016, la Profepa llevó a cabo 42 inspecciones en la región, un esfuerzo significativo para controlar la tala ilegal. Sin embargo, este número disminuyó a solo 6 inspecciones en 2024 debido a recortes presupuestarios que afectan la capacidad de la institución para llevar a cabo su labor. Los recursos escasos, junto con la falta de apoyo logístico, dejaron a la Profepa impotente ante la expansión de la tala clandestina.

Impacto en las comunidades locales
La tala ilegal ha tenido consecuencias devastadoras en las comunidades de la Sierra Tarahumara. La violencia y las amenazas por parte de los grupos criminales han desplazado a muchas familias, que se han visto obligadas a abandonar sus tierras para proteger sus vidas.

La falta de apoyo por parte de las autoridades deja a los pobladores vulnerables a la extorsión y la coacción.
Las familias que logran escapar de la violencia se enfrentan a un destino incierto. Muchos se ven obligados a migrar a otros estados en busca de trabajo, pero la huida no garantiza una vida mejor, ya que las cicatrices del desarraigo y la violencia persisten.
La respuesta institucional ante la crisis ambiental por la tala ilegal en la Sierra Tarahumara
A pesar de los esfuerzos de colectivos y activistas, la respuesta institucional a la tala ilegal ha sido insuficiente. La falta de presupuesto, la burocracia y la escasa voluntad política han convertido a las instituciones encargadas de la protección ambiental en observadoras impotentes de un delito que avanza sin control.

Organizaciones como la Diócesis de la Sierra Tarahumara y la Red Nacional de Organismos Civiles han expresado su preocupación por la omisión de las autoridades ante el incremento de la tala ilegal, que desde los años noventa ha ido escalando hasta convertirse en un fenómeno criminal.
Estos grupos piden a las autoridades federales y locales que tomen medidas más efectivas para frenar la destrucción del ecosistema y la violencia que afecta a las comunidades.
Controlar la tala ilegal en la Sierra Tarahumara es clave para su desarrollo
Los habitantes de la Sierra Tarahumara consideran que es necesario implementar políticas públicas más sólidas y efectivas para garantizar su protección.
Expertos y activistas señalan la necesidad de aumentar los recursos destinados a la Profepa y fortalecer las instituciones encargadas de la vigilancia ambiental.

Además, es fundamental involucrar a las comunidades locales en la solución del problema. Programas de desarrollo sustentable que incluyan alternativas económicas para los habitantes pueden ser clave para reducir la dependencia de actividades ilícitas.
En un contexto de crisis climática global, la conservación de la Sierra Tarahumara no es solo un asunto local, sino una prioridad nacional e internacional. Cada árbol preservado es un paso hacia la restauración de un ecosistema invaluable y hacia la construcción de un futuro más verde y justo para las generaciones venideras.
¿Conoces alguna forma de contrarrestar esta problemática?
Fuentes: El Sol de Parral, El Diario de Chihuahua