El «Comedor Catedral» se ha transformado en un auténtico refugio para migrantes de diversas partes de Latinoamérica, quienes hacen una pausa en México mientras persiguen su sueño de una vida mejor en Estados Unidos

Daniela Valenzuela / NORO
El «Comedor Catedral» en Cuidad Juárez, se ha consolidado como un verdadero refugio para migrantes provenientes de países como Honduras, Venezuela y Colombia.
La mayoría de ellos llega buscando un lugar de descanso y alimento mientras se preparan para continuar su viaje hacia Estados Unidos, aunque algunos optan por hacer una parada temporal al solicitar asilo político.
Este comedor nació varios años atrás, cuando, ante la creciente llegada de migrantes, se tomó la decisión de transformar el salón de usos múltiples de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en un espacio dedicado a ofrecerles apoyo.
Así nació el “Comedor Catedral”

Años atrás, frente a una problemática que tocaba la puerta de todos, la llegada de migrantes provenientes de diversas partes de Latinoamérica se convirtió en un desafío urgente para la comunidad.
Ante la magnitud de esta situación, surgió una respuesta humanitaria: transformar el salón de usos múltiples de la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en un comedor para migrantes, un refugio de esperanza para quienes cruzan fronteras en busca de un futuro mejor.
La mayoría de estas personas provienen de trayectos largos y desgastantes, algunos incluso abordando el infame tren «La Bestia», que transporta a cientos de migrantes que se arriesgan a su vida para llegar a Estados Unidos.

Ellos llegan buscando cumplir sus sueños, y en ese camino, el comedor les ofrece algo esencial: comida caliente, agua y un lugar donde descansar brevemente para recuperar fuerzas antes de continuar su travesía.
Estos migrantes han dejado atrás lo que conocían, dejando su vida, su hogar y, en muchos casos, su familia, con la esperanza de construir una nueva.
Muchos han vendido o empeñado todo lo que poseen, sacrificando lo poco que les queda para intentar encontrar mejores condiciones de vida y laborales. Es un camino lleno de sacrificios, pero también de esperanza.

Con el paso de los años, el comedor no solo ha sido un lugar donde se proporciona alimento, sino que se ha convertido en un espacio de comunidad.
Más allá de satisfacer necesidades básicas, ofrece un espacio donde los migrantes se sienten escuchados y valorados. En este refugio, forjan vínculos, se apoyan mutuamente y, aunque sean desconocidos, se convierten en una familia.
Un lugar donde el sentido de pertenencia y humanidad prevalece, convirtiendo cada comida servida en un acto de solidaridad que trasciende más allá de lo material.
¿Cuántos inmigrantes recibe el comedor?

El comedor recibe, diariamente, un mínimo de 130 personas, con un máximo que puede llegar hasta 400, brindando apoyo a migrantes de diferentes nacionalidades y condiciones.
Para muchas de estas personas, el comedor no solo es un espacio donde se satisface su hambre, sino también un refugio emocional, especialmente para aquellos que viajan con niños o menores de edad.
Para los más pequeños, este lugar se convierte en un espacio lúdico donde pueden dejar de lado la dureza del viaje.

Durante el día, los niños tienen la oportunidad de disfrutar de juegos de mesa, participar en ejercicios de escritura y disfrutar de dinámicas físicas que les permiten liberar energías, reír y sentir por un momento que no todo es sufrimiento.
Estas actividades no solo les brindan distracción, sino que también les permiten olvidar, aunque sea por un rato, la larga travesía que enfrentan, recorriendo kilómetros y kilómetros en busca de una vida mejor.
En medio de tanto dolor y sacrificio, el comedor ofrece una oportunidad para la niñez de disfrutar, aprender y soñar en su camino hacia un futuro incierto pero lleno de esperanzas.
Con información de N+, La Verdad Juárez y El Heraldo de Juárez.