Hace millones de años, el norte de México formaba parte del Mar de Tetis, un océano tropical que cubría gran parte del territorio. Con el tiempo, el mar se retiró, dejando desiertos y una gran cantidad de fósiles que hoy son testigos de su antiguo pasado marino.
Ricardo Amador/NORO
Durante la era Mesozoica, hace millones de años, el territorio que hoy conocemos como el norte de México estaba cubierto por las aguas del antiguo Mar de Tetis.
Esta conexión marina, planteada por el geólogo austriaco Edward Suess, dejó un registro paleontológico en los desiertos de Chihuahua, Durango, Coahuila, y otras regiones, en forma de fósiles marinos y restos de fauna prehistórica.

Gracias a estos vestigios, es posible reconstruir la historia geológica y biológica de estas zonas desérticas, que en su momento formaron parte de un cálido y tropical mar lleno de vida.
Hace aproximadamente 70 millones de años, los movimientos tectónicos provocaron que el Mar de Tetis se retirara y emergieran las tierras que hoy constituyen el territorio mexicano. En esta transformación geológica, el antiguo fondo marino quedó expuesto y se convirtió en áreas desérticas con depósitos de sal y minerales que aún son visibles en varias regiones.
Chihuahua y Durango, que en su momento fueron cubiertos casi en su totalidad por el océano, conservan estos vestigios, lo que explica la abundancia de fósiles en sus desiertos.

Los depósitos de sal y carbón, encontrados en superficies de varias zonas áridas, son una prueba de que el Mar de Tetis fue cálido y lleno de vida, similar a los arrecifes tropicales actuales. Esta información permite a los científicos comprender mejor cómo era el ambiente y la biodiversidad de esa época, así como los cambios que experimentó el planeta.
Fósiles marinos: los testigos del Mar de Tetis
Entre los fósiles más comunes y reconocibles que se han hallado en el norte de México están los amonites, antiguos cefalópodos emparentados con los pulpos, calamares y nautilos modernos.
Los amonites se caracterizan por sus conchas de aragonito en espiral, las cuales a menudo presentan ornamentaciones como costillas o espinas. Estos fósiles, que abundan en rocas del periodo Jurásico, son una prueba de que los mares mesozoicos tenían vida marina diversa.

Además de los amonites, también se han encontrado otros fósiles en regiones como Ojinaga y Coyame del Sotol en Chihuahua. Allí aún hay restos de animales como tortugas, dientes de Helicoprion (un pez prehistórico con una mandíbula en forma de espiral), y una variedad de plantas petrificadas.
Estos hallazgos no solo son importantes para los paleontólogos, sino que también enriquecen la cultura local, ya que algunos de estos fósiles se exponen en museos y se venden en tiendas de recuerdos de las zonas rurales.
Los secretos del suelo del noroeste
El antiguo Mar de Tetis también dejó espacio para la vida terrestre que habitó en lo que ahora son las zonas áridas del norte de México. Además de fósiles marinos, se han encontrado restos de dinosaurios y de mamuts, lo que indica que, después de la retirada del océano, estas tierras albergaron una vasta fauna terrestre.
Estos descubrimientos dieron lugar a una serie de investigaciones que buscan entender cómo se desarrolló la vida en esta zona tras el surgimiento de la tierra.

El hallazgo de estos fósiles también se ve como una atracción para los turistas y amantes de la historia natural.
Cada año, lugares como el Desierto de Chihuahua reciben a turistas y entusiastas de la paleontología que buscan rastros de criaturas antiguas, y algunos fósiles incluso se encuentran a la vista en el marmol de constucciones locales, mostrando que esta zona es el legado del antiguo Mar de Tetis.
Chihuahua y Durango son destinos paleontológicos de México
Actualmente, los desiertos de Chihuahua y Durango no solo ofrecen paisajes desérticos únicos, sino que también son considerados tesoros paleontológicos.

Visitar estas áreas puede ser una gran experiencia para quienes buscan aprender más sobre la historia de la Tierra. Desde Ojinaga y Coyame del Sotol en Chihuahua hasta Tlahualilo en Durango, estos sitios no solo son una muestra del pasado geológico de México, sino que también son una ventana abierta hacia la evolución y el cambio de los ecosistemas.
Para los turistas, es una oportunidad para caminar sobre lo que alguna vez fue el lecho de un océano y explorar una región llena de fósiles que narran millones de años de historia.
¿Tú sabías que Durango y Chihahua estuvieron bajo el mar?
Fuentes: Desqbre, Durango Posta, México Desconocido