La Sierra Tarahumara y las Barrancas del Cobre no solo ofrecen paisajes espectaculares y aventuras al aire libre, sino también una cocina ancestral que conecta con la tierra y la cultura del pueblo rarámuri.
Ricardo Amador/NORO
En la Sierra Tarahumara, la comida no solo nutre el cuerpo, también refleja una relación con el entorno natural. Los ingredientes fundamentales son el maíz (sunú), los frijoles (muní), la calabaza y las hierbas silvestres. Estos cultivos además de formar parte de la milpa tradicional, son la base de una gran variedad de platillos que se preparan de manera sencilla pero sustanciosa.

El maíz se consume como tortilla, en forma de pinole, en atoles o incluso en bebidas refrescantes como el esquiate. Los frijoles se hierven o se usan como base para sopas y guisos, mientras que la calabaza se incorpora en sopas, guisos e incluso dulces caseros.
La cocina rarámuri también aprovecha productos cárnicos locales, sobre todo de caza. Venado, conejo y aves del monte se cocinan a fuego lento, a veces con hierbas y sin condimentos industriales. Esta combinación de ingredientes autóctonos, técnica ancestral y aprovechamiento de los recursos disponibles da como resultado una cocina única en el país que debes probar si te aventuras por esta región.
Platos tradicionales para probar en la Sierra Tarahumara
Durante tu viaje por las Barrancas del Cobre, asegúrate de probar algunos de los platos más emblemáticos de la región. Uno de los más antiguos y simbólicos es el tónare, un cocido de carne preparado únicamente con sal y cocido por horas, típico en ceremonias y fiestas rarámuri.
Su sabor depende enteramente de la calidad de la carne y del tiempo de cocción, lo que lo convierte en una experiencia única cada vez que se prueba.

Otro clásico es la carne seca al sol, que se prepara con tiras de carne de res deshidratadas que luego se rehidratan y se cocinan con tomate, cebolla y chile. Se acompaña con tortillas de maíz o harina y frijoles, resultando en una comida rica que da el poder para seguir con la caminata por la zona.
La sopa de frijol es uno de los platos más comunes en las comunidades tarahumaras. Se prepara con frijoles locales, agua, sal y hierbas de la región. A veces se le agregan quelites o chiles. A pesar de su sencillez, este plato es sumamente nutritivo y cálido, ideal para las noches frías de la sierra.
Y no puede faltar el pinole, una bebida energética elaborada con harina de maíz tostado que se mezcla con agua, azúcar o piloncillo y a veces canela. Es muy popular entre corredores rarámuri por su alto contenido calórico y facilidad de transporte. También existe una versión espesa que se consume como alimento.

Bebidas y otros sabores regionales en la Barrancas del Cobre
Además del pinole, otro elemento imprescindible es el teswino, una bebida fermentada hecha a base de maíz, que refresca y revitaliza. Aunque se le asocia más con la región de Occidente, también se encuentra en algunas comunidades chihuahuenses, sobre todo en Creel.

En cuanto a las bebidas alcohólicas tradicionales, destaca el sotol, una destilación del desierto chihuahuense con Denominación de Origen. Si bien es más común en otras zonas del estado, en los mercados de Divisadero o Creel se puede degustar en pequeñas cantidades como parte de la experiencia culinaria.
Otro producto característico de la región son los lácteos menonitas. Si bien los rarámuris no los integraban originalmente en su dieta, hoy en día es común encontrar quesos frescos y madurados de gran calidad entre Chihuahua y la Sierra Tarahumara, perfectos para acompañar tortillas de harina o integrarlos a un desayuno con carne seca y chiles.
Cocina rarámuri que resiste y se reinventa
A pesar de los cambios sociales, migración y turismo creciente, la cocina rarámuri continúa siendo un bastión cultural. Gracias a iniciativas locales y esfuerzos por preservar la agricultura tradicional, los métodos culinarios antiguos se mantienen vivos.
Organizaciones comunitarias promueven la agricultura de milpa y el uso de ingredientes locales para resistir la pérdida de conocimientos ancestrales.

El turismo gastronómico también juega un papel importante. Viajeros que recorren el Tren Chepe o visitan puntos como Creel, Divisadero y Cerocahui se encuentran con esta riqueza culinaria de primera mano.
Además, algunos hoteles de la zona incluyen en sus paquetes comidas elaboradas con recetas tradicionales, permitiendo una inmersión completa en la cultura alimentaria de la Sierra Tarahumara.
Fuentes: Creel Sierra Tarahumara, Hotelus, El Heraldo de Chihuahua