De cara al Océano Pacífico, en Playas de Rosarito, seis millas al sur de la ciudad, se erige el Cristo de Rosarito, estatua del Sagrado Corazón de Jesús, un Cristo como el de Río de Janeiro, Brasil, con los brazos abiertos en señal de bienvenida a las olas que se rompen frente a la costa
La figura del Cristo de Rosarito se encuentra montada sobre una cúpula de concreto, mide 23 metros de altura y pesa aproximadamente 40 toneladas. La parte inferior del cuerpo está hecha de fibra de vidrio, mientras que la cabeza, el pecho y los brazos son una sola estructura de acero cubierta de resina y pintada a mano. El corazón rojo coronado de espinas resalta de su túnica blanca al centro del pecho como símbolo del amor de Cristo.
Situada en la localidad de “El Morro”, sobre la carretera libre Tijuana-Ensenada, a la altura del famoso punto de surf “Km 38”, el Cristo de Rosarito tiene una de las mejores vistas de la Península. Los creyentes que la frecuentan le atribuyen el estatuto de protector de Rosarito, mientras que los surfistas le agradecen por la calidad de las olas.
Cuenta la historia que el rosaritense Antonio Pequeño Guerrero mandó construir la estatua a sus 75 años como muestra de agradecimiento al Sagrado Corazón por permitirle salir adelante a él y a sus hermanos huérfanos. El diseño estaría a cargo de Gregorio Ramírez, escultor de Tijuana. La construcción duraría siete años, en 2006 se habría ensamblado sobre la cúpula y al poco tiempo, convenientemente para la historia, don Antonio también fallecería y sería enterrado en el lugar junto a un supuesto hijo suyo.
Más allá de la historia, el Cristo de Rosarito es una obra de arte sacro
Tras una gran labor de artistas y artesanos, el Cristo del Sagrado Corazón de Jesús estuvo terminado en 2006 o 2007. Tan solo como una obra de arte sacro montada en el cerrillo de El Morro, el Sagrado Corazón de Jesús tiene su propia espiritualidad y mística no solo para creyentes de la fe cristiana.
Sin embargo, aunque desde esa fecha el Cristo de Rosarito permanece en el lugar, no cuenta con acceso. Para disfrutar de la vista es necesario entrar por el fraccionamiento Villas de San Pedro. La entrada es gratuita.
Fuentes: Semanario Zeta, México Travel Channel, Rosarito Travel, San Diego Magazine
