La calaverita literaria es una tradición oral y escrita en México que hace honor a la fascinación del país por la muerte. Es una muestra típica del ingenio de los mexicanos que año con año se pone a prueba en el Día de Muertos
También conocida como “panteón”, la calaverita literaria es una composición breve de carácter popular que plantea situaciones imaginarias en memoria de un personaje de la vida pública o cualquier otra persona o grupo. En estas creaciones comúnmente se resaltan los rasgos tanto positivos como negativos de la persona sobre la que se escribe la calaverita.
En los formatos actuales, la calaverita literaria suele ir publicada y decorada con imágenes caricaturescas del personaje o asunto del que trata. Hay certámenes convocados por instancias del gobierno, escuelas y centros culturales, en los que se promueve su escritura y difusión como género de literatura popular.
De dónde nace la calaverita literaria
El franciscano Joaquín Bolaños publicó La portentosa vida de la muerte en 1792, lectura que retrata a la muerte como un esqueleto caminando entre los vivos, con toda la gracia y lo terrible de su realidad descarnada, considerada como el primer antecedente del género.
Sin embargo, la calaverita literaria tal y como se conoce hoy surgió a mediados del siglo XIX, entre la censura de la época virreinal y la lucha de las clases populares y poderosas. En sus versos se criticaba a la alta sociedad por querer asemejarse a las élites europeas, pues la censura de la época virreinal prohibiría este tipo de publicaciones.
La calaverita literaria tuvo entonces una función social de denuncia de las injusticias y los excesos de las clases poderosas. Por lo mismo solían ser anónimos. José Guadalupe Posada creó las primeras calaveritas ilustradas a Pancho Villa, Emiliano Zapata y hasta Don Quijote, a partir de las composiciones líricas anónimas.
Esta es de Don Quijote la primera,
la sin par, la gigante calavera
a confesarse al punto el que no quiera
en pecado volverse calavera.
Sin miedo y sin respeto ni a los reyes,
este esqueleto cumplirá sus leyes.
Aquí está de Don Quijote
la calavera valiente,
dispuesta a armar un mitote
al que se le ponga enfrente.
Ni curas ni literatos,
ni letrados ni doctores,
escaparán los señores
de que les dé malos tratos.
“Calavera a Don Quijote” (fragmento)
La ilustración de Posada de 1913 de una calavera “garbancera”, término utilizado para asociar a los comerciantes de garbanzos que pretendían ser o vestían como la aristocracia europea, en forma de rechazo a su herencia y cultura indígena, acompañaría a muchas calaveritas literarias de la época
En 1947, Diego Rivera la rebautizó en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” como “La Catrina“, convirtiéndola en un ícono de nuestra cultura que acompaña a la calaverita literaria.
Fuentes: AD Magazine, México desconocido, Casa Universitaria del Libro, Pillaje cibernético