David Alfaro Siqueiros fue uno de los máximos exponentes del muralismo mexicano. Su vida combinó arte, política y lucha social, dejando un legado visual que aún inspira y conmueve a nivel mundial.
Ricardo Amador/NORO
David Alfaro Siqueiros nació el 29 de diciembre de 1896 en Chihuahua, y desde muy joven se vio atraído por la pintura y la política. A lo largo de su vida, se convirtió en una figura fundamental del arte mexicano, considerado uno de los tres grandes del muralismo junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco.

Su legado no solo se limita a sus murales, sino también a su incansable lucha por un arte comprometido con las causas sociales.
Desde su juventud, David Alfaro Siqueiros mostró un carácter combativo; participó en huelgas estudiantiles, se formó como pintor en la Academia de San Carlos y viajó a Europa, donde se empapó de las vanguardias como el cubismo.
Esta etapa fue crucial para definir su estilo, en el que fusionó el expresionismo con el realismo social y una fuerte carga política. En lugar de idealizar al pueblo, lo retrataba con crudeza, dinamismo y colorido.

Al regresar a México en los años 20, fue contratado por José Vasconcelos, entonces secretario de Educación Pública, para plasmar en murales los ideales de una nación que buscaba reconstruirse tras la Revolución. Así nació una obra que se convirtió en símbolo de identidad y resistencia.
David Alfaro Siqueiros arte con mensaje: murales que hablan de lucha y pueblo
Para David Alfaro Siqueiros, el arte debía ser público, monumental y político. Sus murales narran historias de opresión, revolución, justicia y resistencia. Una de sus obras más emblemáticas es La marcha de la humanidad, ubicada en el Polyforum Cultural Siqueiros en Ciudad de México. Con más de 4 mil metros cuadrados, es el mural más grande del mundo y un manifiesto visual sobre el destino del ser humano.

Entre sus otras piezas destacadas están La nueva democracia en el Palacio Nacional, El pueblo a la universidad, la universidad al pueblo en la UNAM y Cuauhtémoc contra el mito en el Palacio de Gobierno de Chihuahua. Su arte traspasó fronteras con murales como América Tropical en Los Ángeles o La marcha de la humanidad en Bulgaria.
Las obras de David Alfaro Siqueiros no sólo destacaban por su mensaje, sino también por su técnica. Siqueiros fue pionero en el uso de materiales industriales como el acrílico y el aerógrafo, e incluso incorporó conceptos cinematográficos y del cómic en sus composiciones, lo que lo convirtió en un verdadero experimentador de lenguajes visuales.
Militancia, prisión y redención artística de David Alfaro Siqueiros
La vida de David Alfaro Siqueiros estuvo muy marcada por la política, fue un ferviente marxista que luchó en la Revolución Mexicana y, más adelante, en la Guerra Civil Española, como parte de las Brigadas Internacionales. Su compromiso político también lo llevó a enfrentamientos con el gobierno mexicano, siendo encarcelado en varias ocasiones.
Una de las etapas más significativas fue su reclusión en la cárcel de Lecumberri, donde, lejos de detenerse, continuó creando. Allí produjo obras de caballete de gran carga emocional, muchas de ellas ahora rescatadas gracias a investigaciones recientes como las que conforman el libro Siqueiros documentado, de Irene Herner y Mónica Ruiz.

Este estudio, basado en bocetos, notas y obras realizadas en prisión, revela el lado más íntimo del artista y su impulso creativo.
Su liberación de Lecumberri fue posible gracias a la intervención del empresario Manuel Suárez, quien pidió su excarcelación con la intención de encargarle proyectos artísticos revolucionarios. Así nació una alianza inesperada que permitió a David Alfaro Siqueiros continuar su labor muralista y dejar su impronta en la arquitectura moderna del país.
Legado de David Alfaro Siquieiros
David Alfaro Siqueiros murió el 6 de enero de 1974, a los 77 años, rodeado de sus materiales de trabajo y acompañado por su esposa, Angélica Arenal. Hasta el último momento, su vida estuvo atravesada por el arte, la política y la pasión por México.
Hoy, sus murales siguen siendo referentes ineludibles del arte público, estudiados por su potencia visual y su capacidad de provocar reflexión.

Gracias a nuevos estudios y esfuerzos por documentar su obra, como el libro antes mencionado, el público puede redescubrir a Siqueiros más allá del muralismo: como pintor de caballete y figura clave para entender el siglo XX mexicano.
Su influencia también se puede rastrear en artistas contemporáneos que buscan un arte comprometido con la realidad social y política.
Fuentes: Gaceta UNAM, El Heraldo de Chihuahua, HA!