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Suero antialacránico fue descubierto por un hombre originario de Durango

Durango es conocido como “la tierra de los alacranes”, al ser protagonista de un espacio natural de abundancia para estos arácnidos. 

Si bien, los duranguenses han sabido aprovechar la riqueza de los alacranes en su cultura con la creación de comida y artesanías, la picadura de estos animales continúa siendo un tema importante de salud pública.

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Alacrán en mano Foto: CNN en Español

La picadura de los arácnidos cobró la vida de muchas personas, a lo largo del tiempo, pues hace más de 100 años, el veneno y los efectos de este eran desconocidos, lo que contribuía a que las defunciones aumentaran. 

La creación del suero antialacránico marcó un punto de inflexión en la salud pública de Durango.

La historia detrás de la creación del suero antialacránico 

A pesar de los esfuerzos emprendidos desde la época colonial hasta el siglo XIX, tanto por entidades religiosas como civiles, para erradicar lo que ellos llamaban como “plaga”, durante mucho tiempo se desconoció una cura efectiva para neutralizar los efectos de sus peligrosas picaduras de alacrán. 

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Suero antialacrán Foto: Gobierno de Guanajuato

En su momento, la lucha se dividió entre el Ayuntamiento, que adquiría los alacranes vivos o muertos por docenas, y la devoción a San Jorge, quien se convirtió en el patrono de la ciudad, invocado para proteger a las familias de las picaduras de estos arácnidos venenosos, siendo honrado con ofrendas anuales y plegarias como la popular: «San Jorge Bendito, amarra tu animalito».

En la segunda década del siglo XX, cuando las estadísticas mostraban un promedio de 44 muertes anuales debido a las picaduras de alacrán, dos científicos se unieron en busca de una solución.

Suero antialacrán: sus creadores

Gracias a la colaboración entre un duranguense y un chihuahuense, Durango pudo contar con un suero para prevenir más muertes por picaduras de alacrán. 

Los protagonistas detrás del desarrollo del suero antialacránico fueron Carlos León de la Peña Gavilán (1890-1947), originario de Durango, e Isauro Venzor (1888-1943), natural de Chihuahua. 

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Carlos León de la Peña Gavilán (1890-1947) e Isauro Venzor (1888-1943), originaros de Durango y Chihuahua, respectivamente Foto: El Sol de Durango

Los dos científicos se unieron con el objetivo de encontrar una solución al veneno del alacrán, logrando así reducir significativamente la mortalidad causada por estos arácnidos, que todavía son comunes en diversas áreas de Durango, como Tayoltita, Vicente Guerrero, El Salto, entre otras.

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Estatua de Carlos León de la Peña Gavilán e Isauro Venzor Foto: Clubdurango Enchicago FB

En el año 1931, durante la Segunda Convención Médica, celebrada en Torreón, Coahuila, presentaron públicamente los resultados de su estudio centrado en el alacrán, abordando su distribución en Durango, los síntomas e intoxicación provocada por su picadura, y la eficacia de su tratamiento seroterópico. 

Basándose en un análisis de 300 casos en los que aplicaron el suero contra los alacranes, demostraron su eficacia. Ahora, este suero sigue siendo utilizado en los centros de salud para tratar a quienes sufren picaduras de estos arácnidos.

Carlos León de la Peña Gavilán: orgullo para Durango

Carlos León de la Peña Gavilán, nacido el 26 de septiembre de 1890 en Durango, fue uno de los principales creadores de este importante avance en materia de salud. Su formación como cirujano en las mejores escuelas del país y su posterior especialización en neurocirugía en París lo convirtieron en una figura destacada en el campo de la medicina. 

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Suero antialacránico Foto: Gobierno de Guanajuato

De regreso a Durango en 1925, se enfrentó al desafío de abordar las picaduras de alacrán que estaban cobrando la vida de muchos niños en la región. Junto con el Dr. Isauro Venzor, comenzó a investigar este fenómeno y, finalmente, logró desarrollar el suero antialacránico que ahora salva innumerables vidas desde entonces.

El compromiso de León de la Peña y Venzor con la salud pública fue más allá de un reconocimiento de la ciencia, pues en lugar de buscar beneficios personales, decidieron donar la patente del suero a la Secretaría de Salud con el objetivo de que pudiera seguir salvando vidas de manera gratuita. 

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Centro de Salud Dr. Carlos León de la Peña Foto: Gobierno de México

Ahora, su legado perdura hasta el día de hoy como un testimonio del poder transformador de la ciencia y el compromiso con el bienestar de la comunidad.

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