La leyenda del Cristo Negro de Aconchi cuenta cómo una imagen destinada a Arizpe quedó inexplicablemente en este pueblo sonorense. Tras ser destruida en la época cristera, un nuevo Cristo fue pedido a España, pero solo llegó intacto uno de color negro.
Ricardo Amador/NORO
En la sierra de Sonora, el municipio de Aconchi resguarda una de las leyendas más intrigantes de la región: la del Cristo Negro. La historia ha sido contada por generaciones y sigue despertando asombro entre quienes visitan el Templo de San Pedro y San Pablo, donde reposa la venerada imagen.
Se dice que todo comenzó con la llegada de un Cristo blanco que estaba destinado a la iglesia de Arizpe. Un grupo de hombres transportaba la imagen cuando decidieron detenerse en Aconchi para descansar.
Al amanecer, intentaron levantar el Cristo para continuar su viaje, pero algo inesperado sucedió: la imagen pesaba demasiado y no pudieron moverla. Aun cuando pidieron ayuda a más personas, el Cristo se negó a abandonar el pueblo, por lo que decidieron dejarlo en ese lugar.
La destrucción del Cristo blanco de Aconchi
El Cristo permaneció en el pueblo por muchos años, hasta que la persecución religiosa de la época cristera marcó un giro trágico en su historia. Durante aquellos años de conflicto, varias imágenes sagradas fueron destruidas y quemadas, incluyendo la del Cristo de Aconchi. Sin embargo, algo sorprendente ocurrió: de toda la imagen solo quedó intacta la cabeza.
Un campesino que pasaba por la zona encontró la reliquia y decidió conservarla, dándole un nuevo resguardo. La desaparición del Cristo generó una profunda tristeza entre los fieles, quienes se organizaron para encargar una nueva imagen a España, con la esperanza de restaurar su devoción.
El viaje imposible del Cristo Negro de Aconchi
La comunidad ordenó la creación de un nuevo Cristo blanco, idéntico al que se había perdido. Sin embargo, lo que parecía un simple trámite se convirtió en un misterio inexplicable: en repetidas ocasiones, la imagen fue enviada desde España, pero siempre se rompía en el trayecto.
Durante dos años, los habitantes intentaron recibir el Cristo, pero cada intento resultaba en una nueva decepción.
Cuando finalmente, tras varios intentos, la imagen llegó intacta, los pobladores sintieron un enorme alivio. Pero al abrir la caja, la sorpresa fue mayúscula: en lugar del Cristo blanco que habían ordenado, recibieron una imagen completamente diferente. Se trataba del Cristo Negro de Esquipulas, una figura de tonalidad oscura con gran devoción en Guatemala y otros países de América Latina.
Cristo Negro de Aconchi, símbolo de identidad y fe
Aunque el Cristo que llegó no era el que esperaban, los habitantes de Aconchi lo aceptaron como una señal divina. Para ellos, la llegada de la imagen representó la voluntad del propio Cristo de permanecer en su comunidad bajo esa forma. Desde entonces, el Cristo Negro se ha convertido en un símbolo de fe e identidad para el pueblo.
Hoy en día, la imagen sigue resguardada en el altar del Templo de San Pedro y San Pablo, donde es objeto de veneración y peregrinaciones. Cada año, el 13 de marzo, los fieles conmemoran su llegada y reafirman su devoción, recordando la historia de un Cristo que desafió las leyes de la lógica y encontró su hogar definitivo.
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Fuentes: La Bartolina, Pasión Sonora Tours, Foro Cuatro TV
