Después de 18 años desaparecido del ojo público, el tríptico «Sueño de sirenas», encargado por María Félix a Leonora Carrington, reapareció en Art Basel 2025.
Ricardo Amador/NORO
Después de 18 años fuera del ojo público, el cuadro “Sueño de sirenas”, pintado por Leonora Carrington por encargo de la sonorense María Félix, reapareció en Art Basel 2025, presentado por Di Donna Galleries.
Esta obra de gran formato, un tríptico onírico que celebra lo femenino, había permanecido resguardada en una colección privada en Lausana, Suiza, tras ser adquirida en una subasta de Christie’s en 2007. Hoy vuelve a escena como una de las piezas más esperadas del mercado de arte contemporáneo y surrealista.

El encargo nació de un encuentro entre la diva del cine mexicano y la artista británica, propiciado por Renato Leduc, exmarido de Carrington. La conexión entre ambas fue inmediata.
“Leonora me preguntó cómo imaginaba el cuadro, y le conté un sueño que tuve una vez. Soñé que estaba en el mar, apareciendo primero como una sirena madreperla, luego como una sirena de fuego, y finalmente como una sirena de bronce”, comentó alguna vez María Félix sobre este encargo a Carrington.

En ese sueño, la actriz se visualizaba en el mar, transformándose en tres sirenas: una de madreperla, otra de fuego y una de bronce. Así, Carrington plasmó este relato en una pieza que combina misticismo, poder femenino y técnica magistral.
“Sueño de Sirenas” de Leonora Carrington, obra que trasciende el retrato
El cuadro, cuya forma evoca los retablos religiosos, mide 142.5 x 148.2 cm cuando está abierto. Pero lejos de venerar santos, “Sueño de sirenas” consagra la figura femenina en sus múltiples facetas. La figura central, una sirena de nácar, emerge de un vórtice de luz blanca. A su izquierda, la sirena de ébano aparece como la más primigenia y contenida.
A la derecha, la de fuego irrumpe con mucha fuerza. Juntas no representan a la María Félix mediática, sino a su esencia espiritual y compleja.

El marco, elaborado en colaboración con el escultor José Horna, intensifica la experiencia visual. Manos doradas se extienden hacia el espectador desde los extremos del tríptico, generando una tensión entre atracción y misterio. El resultado es una pieza que no solo se contempla, sino que se experimenta. Para muchos críticos, no es un cuadro: es un portal.
Leonora Carrington, una figura esencial del surrealismo, comprendía el poder de lo simbólico. Influida por la pintura medieval y renacentista, incorporó en esta obra la técnica del temple de huevo, dotándola de una sensibilidad antigua pero de resonancia moderna.
La historiadora Marina Warner señala que Carrington retomó el principio de ut pictura poesis, es decir, contar historias a través de imágenes, y lo aplicó en esta obra que protagoniza María Félix.
María Félix, musa de lo onírico y lo eterno
Este no fue el único retrato que Leonora Carrington hizo de la actriz; décadas antes, durante su estancia en la Ciudad de México, ambas compartieron una amistad basada en la admiración mutua.
Fruto de esa relación surgió también La maja del tarot, otro retrato de María Félix cargado de simbolismos, que estuvo colgado en la sala de su residencia en Polanco y fue vendido por 444 mil dólares.

María Félix no acudía al arte por simple estética; lo hacía para inmortalizar lo que no se podía nombrar: sueños, deseos, energías. Con “Sueño de sirenas”, buscó un retrato de su alma.
La aparición pública de esta pieza en 2025, en una época dominada por la tecnología, ofrece una pausa para recordar que hubo un tiempo donde los sueños también eran materia prima del arte.
Ver este cuadro hoy es mirar un espejo místico: el reflejo de una mujer fragmentada en deidades, una actriz que trascendió su imagen para convertirse en mito.
Fuentes: Mexicanal, Vogue México