En los últimos años se ha producido un rápido desplazamiento del uso del efectivo físico al dinero digital. Esta transición se ha visto impulsada por la creciente ubicuidad de los métodos de pago digitales, como los pagos por móvil y las tarjetas sin contacto. El dinero digital es cómodo y a menudo más seguro que la moneda física tradicional, pero aún se desconocen en gran medida sus efectos a largo plazo en la sociedad.
Uno de los beneficios potenciales de la generalización de una sociedad sin dinero en efectivo es el aumento de la seguridad y la comodidad. Con los pagos sin efectivo, las personas ya no necesitan llevar encima moneda física ni preocuparse por el robo o la pérdida de su dinero. En su lugar, los pagos se realizan digitalmente con procesos de autenticación seguros que minimizan el riesgo de fraude y ciberataques. Además, estos pagos digitales pueden realizarse de forma rápida y sencilla.
En los últimos meses se han producido numerosos avances tecnológicos, y uno de los más intrigantes es la posibilidad del dinero digital. Por ejemplo, criptomonedas como Dogecoin -que se inspiró en un meme- son tan reales como la moneda física.
Es probable que el futuro del dinero sea digital, a medida que el efectivo se convierta en cosa del pasado. Ya estamos empezando a ver este cambio en muchos países, donde los pagos sin efectivo son cada vez más populares y ampliamente aceptados. Las empresas están adoptando cada vez más sistemas de pago digitales como Apple Pay y Google Wallet para las compras, e incluso los bancos se están subiendo al carro con aplicaciones de banca móvil que permiten a los clientes realizar transferencias y pagos
En 2023, una serie de avances tecnológicos nos han hecho menos aprensivos, lo que ha provocado un mayor entusiasmo por la exploración espacial y una atracción por las criptomonedas como inversión. ¿Hasta dónde puede llegar esta forma de moneda? ¿Cuáles son sus implicaciones potenciales?
En algunos países escandinavos, no es raro pasar largos periodos de tiempo sin necesitar dinero en efectivo. Para ayudar a quienes viven en la extrema pobreza, una organización benéfica de Estocolmo ha distribuido lectores de tarjetas para que la gente pueda aceptar pagos por la venta de artículos como pañuelos y periódicos. En Suecia y Noruega, la mayoría de las operaciones bancarias utilizan dinero digital, con un 95% y un 3% de uso de efectivo respectivamente.
El concepto de abandonar el dinero en efectivo no es nuevo, pero los pagos digitales son cada vez más populares. El resultado de este cambio es que la gente tiene ahora más formas que nunca de acceder a su dinero y utilizarlo. Con el auge de la banca móvil, los pagos entre particulares, los monederos digitales y las criptomonedas, la gente puede transferir dinero fácilmente con unos pocos toques o clics en sus teléfonos inteligentes.
Según un estudio realizado este año por Bloomberg Economics, seis países ya tienen su propia moneda digital, y otros 46 están pensando en crearla. Bahamas tiene el Sand Dollar, China su CyberYuang, y los países caribeños de San Cristóbal y Nieves, Antigua y Barbuda, Santa Lucía y Granada tienen DCash. La mayoría de las monedas digitales se basan en la tecnología Bitcoin y se consideran seguras. Europa también ha estado trabajando en la creación de un euro digital; sin embargo, Alemania e Italia se oponen a este cambio inminente. No todo el mundo tiene los recursos o el acceso a Internet necesarios para afrontar esta transición.
Estados Unidos está estudiando la posibilidad de suprimir la moneda física debido a los avances tecnológicos. Con ello se pretende reducir la evasión fiscal y la corrupción dificultando la actuación de los grupos de delincuencia organizada y los traficantes. Si consideramos una hipotética sociedad sin dinero en efectivo, sería necesario que todo el mundo utilizara dinero digital para los pagos. Esto implicaría el uso de tarjetas o teléfonos para los procesos de transacción. Cada vez seremos más rastreables.
En un mundo sin moneda física, el uso del dinero digital se generalizaría. Bancos, tiendas online y otras empresas tendrían que cambiar sus sistemas para aceptar pagos digitales. Los consumidores también tendrían que adaptar las nuevas tecnologías a sus necesidades de pago. Esto podría hacerse a través de tarjetas de débito, tarjetas de crédito, sistemas de pago basados en el teléfono como Apple Pay o Google Wallet.
Existen dos perspectivas opuestas en relación con la digitalización de la banca mundial: los que creen que conducirá a una mayor transparencia y los que se muestran más reticentes a revelar sus hábitos de gasto. Digitalizar el dinero podría suponer una merma de la libertad y afectar a la intimidad. Eso ya está ocurriendo con nuestros teléfonos móviles.
En materia de seguridad, la desaparición del dinero en efectivo podría suponer una disminución de los asaltos y robos. Sin embargo, la ciberdelincuencia existe desde hace años, sin la violencia física que puede acompañar a otras formas de delincuencia. Los expertos afirman que el robo digital supera al robo de dinero en efectivo por un margen significativo. El impacto de la digitalización del dinero varía según a quién se pregunte; sin embargo, es inevitable que se produzca un cambio de este tipo a largo plazo, aunque sus efectos no sean observables durante muchas décadas.
Es interesante considerar el potencial de un futuro cibernético, en el que las transacciones en papel sean sustituidas por intercambios digitales invisibles. Merece la pena reflexionar sobre quién gana más con este tipo de transición.
A medida que nos acercamos a una sociedad sin dinero en efectivo, muchas de las ventajas e inconvenientes del uso del dinero tradicional están siendo sustituidos por las ventajas e inconvenientes del uso de las monedas digitales. Por ejemplo, el uso de efectivo suele ir acompañado de anonimato, pero esto ya no es posible cuando las transacciones se realizan en línea. Esto podría ser beneficioso para los gobiernos, que ahora pueden hacer un seguimiento más eficaz del gasto para controlar la actividad económica.
Enlaces de interés:
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