El artista culichi Watchavato reflexionó sobre su trayectoria en el arte urbano, su conexión emocional con el noroeste de México y otros temas que giran en torno al arte urbano en el país.
Ricardo Amador/NORO
Por años, Watchavato ha tomado las calles para convertirlas en salas de exposición para su arte. Su trabajo, entre el arte urbano y el diseño ha estado marcado por una narrativa visual muy propia, pero también por una sensibilidad que a veces se esconde entre trazos fuertes y colores vivos para contar la historia de la región que lo vio crecer: el noroeste.
Luis Romero, nombre de cuna de Watchavato, creció en las calles de Culiacán en los años noventa, en un entorno atravesado por la cultura chola, los pantalones baggy, las placas con letra Old English y el graffiti como descarga de identidad y bronca.
Ahí, entre bardas pintadas y la adrenalina de “que no me agarren”, surgió Watchavato, antes incluso de empezar el proyecto de manera formal. En 1995, el culichi ingresó a la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, impulsado por la naturaleza creativa de la familia en la que creció.
Su paso por una de las escuelas de diseño más prestigiosas del país no apagó su tono culichi, sino que lo agudizó. Como parte de un proyecto, recolectó todas las experiencias, anécdotas y bagaje cultural que un morro de Sinaloa puede tener, y empezó un proyecto de diseño que tuvo el norte como tema, pero también como frontera discursiva: la revista Mi Loco, cuyo eslogan era “watcha y actúa”.
“Después de la revista le dimos la vuelta, el maestro que me asesoraba me dijo, "güey, este pedo es el norte, es Tijuana, es Los Ángeles, es San Diego, qué chido”. Los maestros del Inba veían como cosas más del centro de México hacia el sur. Me enganché con la revista, le dimos la vuela a todo ese primer proyecto y de ahí salió el nombre Watchavato”, comentó.
Watchavato nació de la nostalgia de ser del norte
Watcahvato no busca romantizar el norte, su interés está en decir lo que ve y lo que vive.
“No hago apología del narco, tampoco digo “güey, qué bien”. Eso sí me gustaría dejarlo claro, que no aplaudo ese pedo tampoco”, comentó.
Aunque el personaje de Watchavato surgió en la Ciudad de México, su origen está en contar lo que sucede en esta región.
El arte urbano, que había sido su primer refugio en la adolescencia, tomó entonces una nueva forma: una herramienta para construir una identidad desde el recuerdo. Watchavato nació como una forma de resistir al olvido, de mantenerse firme en sus códigos culturales, en su habla y en su estética.
Lejos de casa, entre muros ajenos y calles que no hablaban como él, la nostalgia del norte se volvió discurso visual.
Este personaje del «vato» norteño, sencillo, directo, bromista, y a la vez orgulloso de su origen terminó por consolidarse como una forma de narrar la vida cotidiana del noroeste desde la ternura, la crudeza y la risa.
Stickers y esténcils para mostrar el orgullo norteño
Watchavato empezó haciendo diseño editorial, pero su vocación para contar lo llevó al cartel y al esténcil.
“Al principio yo pegaba en las calles de la CDMX la receta del aguachile, a mí se me hacía curado. Después trabajé con [los esténciles de] Chalino, Malverde y los empecé a llevar a la calle porque se me antojaba”, relató.
Inspirado por el arte que veía en exposiciones en las que participaba su hermana, decidió sacar el arte de las salas, y llevarla a las calles.
“Saber cómo se hace un engrudo, salir con una brocha y pegar a mí me generó mucha adrenalina y un amor por lo que dije ‘güey, quiero hacer esto’. Después me enteré de que se llamaba arte urbano”, relató.
Sus carteles han circulado por ciudades de todo México y también en Colombia, Brasil, Alemania, Francia, Bélgica, Estados Unidos. Pero todos nacen desde el mismo principio: trabajar para intervenir lo cotidiano y hacer visible lo que se quiere esconder.
El imaginario norteño en el arte urbano de Watchavato
Watchavato juega con la estética del narco, los códigos del buchón, los héroes populares como Chalino Sánchez o Malverde. Pero su intención no es celebrarlos, sino desmontar la mirada ajena.
“Yo hice una selección de personajes a los que iba a representar al principio de mi proyecto. Morras, Culiacán, la comida, el calor. Iconografía: Malverde, Chalino Sánchez; no me metí con más raza, porque era a lo que estaba acostumbrado en Culiacán. Me acuerdo que me tocó el disco azul de éxitos de Chalino, y me tocaba llegar y ver a mi jefe mientras lavaba la camioneta y ponía ese de Chalino”, relató.
Con estas referencias en la cabeza artística de Watchavato, comenzó un imaginario norteño que empezó a tapizar las calles de la CDMX, demostrando cómo era y lo que se contaba de Sinaloa especialmente, sin embargo, confiesa que hay ocasiones en las que debe dejar descansar a estos personajes.
“Hace poco hice a Paperboy, que es un niño que va corriento y lleva un periodiquito que dice “Watchavato”. Lo hice para dejar descansar a los otros, como para suavizar el pedo, para un poco decir “aguanten” para dejar venir otras cosas más sutiles”.
En palabras del artista, el norte no es simple; es tierra de contradicciones. Hay devoción y violencia, y el no busca explicarlo, solo ponerlo ahí, para que cada quien lo mire de frente.
Y pase lo que pase, él insiste en ver otra cara: “Hay gente muy linda, o hay gente muy creativa, o hay gente muy chistosa. Tengo un amigo que hace stand-up que le dicen El Culichi, no sé si lo conozcas. Yo cuando lo veo le digo, ‘Güey, eres tú platicando cuando yo voy platico con mis compas.’”
Calle vs. galería: una decisión política
Para Watchavato, el arte en la calle y el arte en las galerías no son caminos opuestos, sino partes de un mismo recorrido. Si bien su impulso creativo nació en la calle, pintando con plumones en su barrio y luego haciendo gráfica para pegar con engrudo, reconoce que ambos espacios tienen valor. “
“Yo creo que se vale los dos, no te voy no te voy a decir que que me inclino ahora uno por otro, porque la neta es que el arte urbano abrió una puerta que antes nadie se la hubiera imaginado”,añadió.
Esa puerta, que en su caso se abrió desde una práctica callejera, terminó llevándolo también a galerías que apuestan por legitimar lo que antes se consideraba marginal.
“Te mentiría y me me contradeciría yo si te dijera que uno es mejor que otro porque cuando las puertas se abrieron a galerías, pues nos fuimos ahí, hablo en plural porque muchos de mis amigos que hacíamos arte y graffiti justo se nos abrieron puertas de galerías que jamás pensamos estar”.
Para él, la calle sigue siendo el espacio más honesto y libre, pero aprendió a moverse entre ambos mundos: pegar stickers y carteles semanas antes de inaugurar una exposición es parte de una estrategia visual que conecta el fuego del asador con la convocatoria a la mesa.
¿Qué está haciendo Watchavato?
Actualmente, Watchavato se encuentra en una pausa profesional que decidió tomar para dedicarse de lleno a su familia.
“Me tomé un año sabático desde que nació mi hija. Te digo, ahora tiene un año o tres meses y dije ‘voy a ser papá’ me di un break en todo, vengo a mi oficina de repente, trabajo, leo libres, hago apuntes, todo, pero en cuestión de exposición y eso sí me tomé este año”, contó.
Aunque este 2025 no planea exhibir nuevas obras, ya trabaja en un proyecto especial que aún no puede revelar, pero que lo tiene completamente entusiasmado.
Sobre su ciudad natal, Watchavato también compartió una reflexión. A pesar de la imagen negativa que a veces proyectan las noticias, insiste en que Culiacán es un lugar cálido y solidario. “Esta es una ciudad muy hospitalaria”.
El artista celebra la calidez de su gente y asegua que los culichis, al igual que los sonorenses, tienen capacidad de hacer sentir a cualquiera como parte de la familia desde el primer encuentro:
"Te pueden presentar a alguien. Mira, güey, traje un amigo. Pásale, carnal (…) Y parece que te conocen de toda la vida".
También destacó el potencial creativo de la región y su gente, mencionando que, más allá de la música o la televisión, hay talento valioso en el arte, el teatro y el cine.
“Esta gente que está creativa en el arte, en el teatro, en el cine, en todo, pero que está ahí, tiene un chingo de potencial”, finalizó.
Watchavato mira hacia el futuro consciente de sus raíces y con la intención de volver a la escena artística con una propuesta poderosa.
