La reconocida leyenda de Durango es una de las historias más enigmáticas y aterradoras del folclore de la entidad.
Nancy Valenzuela / NORO
En el corazón de Durango, específicamente en la majestuosa Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, se esconde una de las leyendas más terroríficas del México colonial: «El confesionario que movió el diablo».
Este insólito suceso, que tuvo lugar en 1738, ha trascendido generaciones, dejando huella en la memoria colectiva de la ciudad y consolidándose como una de las historias más estremecedoras del Durango antiguo.

“El confesionario que movió el diablo”, una historia que ha estremecido a Durango
El protagonista de esta leyenda es Juan Pérez de Toledo y Mendoza, un hombre que, habiendo nacido en una familia rica, cayó en la miseria debido a sus vicios. Durante su juventud, dilapidó su fortuna en el vino, las mujeres y el juego. Arruinado y perseguido por la justicia, en su desesperación, recurrió a lo inimaginable: hizo un pacto con el diablo.
Según la leyenda, una medianoche, en un oscuro paraje al oriente de la ciudad, Juan Pérez invocó a Satanás. En medio de un torbellino de polvo y viento, apareció una figura vestida de negro, con un rostro cadavérico y ojos rojos que despedían fuego. El diablo pidió su alma a cambio de riquezas, mujeres y vino.
A lo largo de los años, Pérez de Toledo vivió una vida de excesos, hasta que la vejez y el arrepentimiento lo alcanzaron. Consciente de su pacto infernal, decidió buscar redención en la fe, intentando anular el acuerdo con el diablo. Así, acudió a la Catedral de Durango en busca de confesión, con la esperanza de librarse de su oscuro destino.

Fue durante este intento de confesión cuando ocurrió el hecho que marcaría para siempre la historia de la ciudad. Arrodillado frente al sacerdote, justo cuando estaba listo para confesar sus pecados, el confesionario de madera, un pesado mueble tallado en el siglo XVIII, fue levantado bruscamente, como si una fuerza invisible lo hubiese movido. El confesor quedó atrapado en su interior, mientras Juan Pérez caía fulminado al suelo. Su cuerpo, según testigos, presentaba señales de haber sido quemado, y el ambiente se llenó de un desagradable olor a azufre.
La noticia se esparció rápidamente por la ciudad, causando conmoción entre los habitantes. El confesionario donde ocurrió el suceso fue temido y rechazado por la población. Durante muchos años, permaneció olvidado en un pasillo de la sacristía de la Catedral, hasta que finalmente fue rehabilitado y colocado en la nave derecha del templo, cerca de la sacristía.
Este antiguo mueble se ha convertido en un símbolo de la leyenda y, hoy en día, es visitado por turistas y creyentes que, fascinados por la historia, buscan conocer de cerca el lugar donde, según la tradición, el diablo hizo de las suyas.
Catedral de Durango es uno de los inmuebles principales del Centro Histórico
La Catedral Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, ubicada en la avenida 20 de noviembre, es uno de los principales atractivos turísticos del centro histórico de Durango. Su imponente arquitectura barroca y su relevancia histórica la convierten en un sitio de interés para quienes visitan la ciudad. Sin embargo, es la leyenda del confesionario que movió el diablo la que añade un toque de misterio y terror a este emblemático lugar.

Con información de El Sol de Durango y Durango Oficial