El Palacio de las Lágrimas refleja en su arquitectura parte de la historia de Durango al ubicarse en la zona donde se fundó la ciudad hace más de 450 años, lo que lo convierte en un símbolo duranguense.
Nancy Valenzuela / NORO
El Centro Histórico de Durango es una de las zonas más emblemáticas y llenas de historia del noroeste de México. Fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco y alberga más de 700 edificios catalogados como históricos por el INAH.
Entre los inmuebles históricos que podrás encontrar en esta zona del centro de la ciudad de Durango, destaca el Palacio de las Lágrimas, un edificio colonial que alberga una de las historias más conocidas del estado y que, a través de los años, ha funcionado desde una paletearía hasta como restaurante.

Es el Palacio de las Lágrimas un ícono de Durango desde 1894
Este edificio, situado en la esquina de la calle 5 de Febrero y calle Juárez, destaca por su fachada en chaflán (o pancoupé). Esta característica arquitectónica, junto con su cantera rosa y su portada con columnas dóricas, lo convierte en un punto de referencia obligado para quienes recorren el centro de Durango.
En el nivel superior, la herrería del balcón principal presenta un diseño artístico que semeja una caligrafía fluida, extendida en las barandillas de las ventanas laterales. Como remate, un elegante frontón triangular enmarca el edificio, mientras que sus ventanales exhiben detalles como cartelas y cornisas curvas, reflejando el estilo afrancesado de finales del siglo XIX.

El Palacio de las Lágrimas no solo es un referente arquitectónico, también ha sido testigo de importantes episodios históricos. Fue sede de la Rebocería de Loweree Hermanos, una de las más famosas del país antes de desaparecer durante la Revolución Mexicana.
En los años 50 y 60, albergó la legendaria Paletería Excélsior, famosa por sus helados artesanales. Hoy en día, el edificio continúa en uso, siendo sede de una conocida franquicia gastronómica.

¿Por qué se llama Palacio de las Lágrimas?
El nombre del Palacio de las Lágrimas tiene múltiples versiones que alimentan su leyenda. La más conocida relata que el terreno donde fue construido pertenecía a dos hermanas octogenarias, Clementina y Valeria Ríos, quienes vivían allí desde hacía décadas.
Cuando un representante de la poderosa familia Loweree, dedicada a la industria textil, les ofreció comprar la propiedad, las ancianas solo aceptaron venderla por una suma imposible: $20,000 pesos en monedas de oro. Sin embargo, el trato se cerró ese mismo día, y las hermanas no pudieron contener el llanto tras perder su hogar. De ahí, surgió el nombre que perdura hasta hoy.
Otra versión señala que durante la construcción del edificio murieron tres trabajadores, cuyas muertes también dieron origen al sobrenombre. Incluso se cuenta que un general mandó torturar a presos durante la edificación, provocando lágrimas que impregnaron las paredes de esta joya arquitectónica.
Con información de Escapada H, Sistema de Información Cultural y Programa Destinos México