En México, las mujeres emprendedoras están jugando un papel cada vez más activo dentro del ecosistema comercial. Sin embargo, su inclusión plena aún enfrenta diversos obstáculos estructurales, sociales y económicos.
Grecia Bojórquez/ NORO
A pesar de los avances en políticas públicas y de un aumento sostenido en la participación femenina en la creación de negocios, las desigualdades de género en México persisten y limitan el verdadero potencial de muchas emprendedoras.

Barreras estructurales que frenan el emprendimiento femenino
Aunque el emprendimiento femenino ha crecido en las últimas décadas, su desarrollo aún se ve condicionado por barreras estructurales que afectan su consolidación. Entre ellas destacan la desigualdad en el acceso a financiamiento, la informalidad laboral y los estereotipos de género que minimizan la capacidad de las mujeres como líderes de negocio.

De acuerdo con datos del Inegi, al cierre de 2023 solo el 45.4% de las mujeres en edad laboral participaban activamente en el mercado, frente a un 75% de los hombres. Además, muchas mujeres emprenden desde la necesidad, en condiciones precarias y sin acceso a redes de apoyo, lo que aumenta la vulnerabilidad de sus negocios frente a crisis económicas o cambios en el entorno regulatorio.

El limitado acceso a recursos financieros también es un obstáculo persistente. Estudios recientes indican que menos del 30% de los créditos otorgados a pequeñas y medianas empresas en México son concedidos a negocios liderados por mujeres. Esta brecha limita el crecimiento y profesionalización de sus emprendimientos, afectando directamente la generación de empleos formales.
La doble carga: trabajo no remunerado y emprendimiento
Otro de los grandes retos para las mujeres emprendedoras es la llamada «doble jornada». Muchas de ellas deben equilibrar sus actividades empresariales con las labores del hogar y el cuidado de familiares, responsabilidades que tradicionalmente han recaído sobre ellas sin reconocimiento ni remuneración.

Esta realidad condiciona tanto el tiempo como la energía que pueden invertir en sus negocios. De hecho, un informe del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) reveló que las mujeres mexicanas dedican, en promedio, 50 horas semanales al trabajo no remunerado, lo cual limita severamente sus oportunidades de crecimiento profesional y emprendedor.
La falta de servicios de cuidado accesibles y suficientes, como estancias infantiles o centros de atención para personas mayores, representa otro obstáculo estructural que impide a muchas mujeres desarrollarse plenamente en el mundo empresarial.
Avances institucionales y nuevos apoyos para mujeres emprendedoras
Frente a este panorama, tanto el sector público como el privado han comenzado a implementar medidas específicas para reducir las brechas de género en el emprendimiento. Programas como «Mujeres Moviendo México«, ofrecen capacitación, mentoría y acceso a financiamiento a emprendedoras de distintos sectores y regiones del país.

Además, plataformas de inversión con enfoque de género y redes de apoyo entre mujeres empresarias están tomando fuerza. Estas iniciativas no solo visibilizan los logros de las mujeres emprendedoras, sino que también generan espacios para compartir conocimientos y experiencias, creando un círculo virtuoso de inspiración y empoderamiento.
Por otro lado, organizaciones civiles y académicas han subrayado la importancia de integrar la perspectiva de género en el diseño de políticas económicas y de desarrollo empresarial, lo que permitiría generar soluciones más integrales y efectivas.
¿Cómo impulsar una inclusión real y duradera?
Para cerrar las brechas y lograr una inclusión efectiva de las mujeres en el emprendimiento, es necesario adoptar un enfoque multisectorial que atienda tanto los factores económicos como los culturales y sociales.
Entre las acciones prioritarias están: ampliar el acceso a financiamiento con enfoque de género; fortalecer las redes de mentoría y capacitación especializada; garantizar servicios de cuidado accesibles; y promover campañas educativas que rompan con los estereotipos sobre el rol de las mujeres en la economía.

Asimismo, es fundamental fomentar una cultura empresarial inclusiva desde las etapas más tempranas de formación académica, en donde las niñas y jóvenes puedan visualizarse como líderes, innovadoras y emprendedoras.
La inclusión de las mujeres no debe verse solo como un tema de justicia social, sino como una estrategia clave para el desarrollo económico del país. Está comprobado que las empresas lideradas por mujeres tienden a ser más resilientes y generan impactos positivos en sus comunidades.
Con información de Forbes México, El Financiero, disruptivo.tv, es.weforum.org y emprendedores.es.










