Basado en el fichero 2025 de Comepesca, te contamos qué mariscos del noroeste pueden comerse todo el año sin afectar los ecosistemas y cómo elegir opciones con menor impacto ambiental y social.
Daniela Valenzuela / NORO
En el noroeste de México, científicos, pescadores y organizaciones buscan transformar la manera en que se come del mar. El nuevo fichero 2025 de Comepesca señala qué especies locales pueden disfrutarse todo el año sin poner en riesgo los ecosistemas ni la pesca futura.
La conversación sobre mariscos sostenibles ya no va solo de sabor; también importa de dónde vienen, cómo se capturan y si respetan las vedas. Esta guía busca ofrecer un mapa claro para comer bien y cuidar el mar al mismo tiempo.
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El noroeste frente a la sobrepesca
El 90% de las pesquerías del mundo están sobreexplotadas o completamente explotadas, según el más reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Es la estimación más grave de los últimos años y una alerta global sobre la urgencia de cambiar la manera en que se extraen y consumen los recursos del mar.
La organización Oceana Europa advierte que recuperar las poblaciones marinas agotadas podría incrementar la producción mundial en más de 16 millones de toneladas de pescado y generar 32 mil millones de dólares adicionales en rentabilidad.
En México, este panorama también preocupa. La bióloga Estefani Larios Castro, investigadora del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), explica que el Golfo de California, una de las regiones con mayor biodiversidad marina del planeta, es también una de las más presionadas por la sobrepesca.
“Ya tenemos más del 90% de los recursos pesqueros sobreexplotados o completamente explotados”, señala Larios. “Por eso la concientización, tanto del pescador como del consumidor, es fundamental para mantener o mejorar los niveles actuales de biomasa y abundancia.”
El problema, dice, no está solo en la cantidad de capturas, sino en las malas prácticas que interrumpen los ciclos naturales del mar.
“No respetar una talla mínima legal, disimular la pesca incidental, no implementar las mejoras en los estándares que ya están solicitando o pescar en temporada de veda son prácticas que dañan el ecosistema.”
A esto se suma la falta de estudios sobre la reproducción y el crecimiento de las especies antes de iniciar una pesquería.
“Lo ideal sería conocer mucho más de su dinámica poblacional, cómo crecen, cómo se reproducen. Eso es clave para establecer vedas o tallas mínimas”, agrega.
Consumir de forma responsable, aclara, no significa dejar de comer mariscos, sino entender el origen, la temporada y el método de pesca o cultivo de cada producto que llega al plato.
Mariscos que sí puedes disfrutar todo el año
En enero de 2025, Comepesca presentó el Fichero de Proyectos Pesqueros y Acuícolas Sostenibles 2025, parte de la campaña Pesca con Futuro.
El documento reúne pesquerías y granjas mexicanas con certificaciones internacionales o proyectos de mejora, con el objetivo de garantizar el futuro de las especies y de las comunidades costeras.
Esta guía ofrece una lista de especies sostenibles que pueden consumirse todo el año sin poner en riesgo el equilibrio de los ecosistemas. En el noroeste del país, las opciones incluyen:
- Sardina crinuda y sardina Monterrey (Yavaros y Guaymas, Sonora), con certificación MSC, una de las más rigurosas del mundo.
- Jurel, cabrilla sardinera, pescado blanco y verdillo, bajo el programa Fishery Progress, que evalúa buenas prácticas de manejo.
- Huachinango del Pacífico, cultivado en La Paz bajo el estándar BAP de acuacultura responsable.
- Pargo colorado y róbalo, capturados artesanalmente en la Reserva de la Biosfera Marismas Nacionales, en Nayarit.
- Merluza del Pacífico, certificada por Fishery Progress, desde Guaymas hasta San Felipe.
Todas estas especies tienen algo en común: se capturan o cultivan bajo esquemas que minimizan el daño ambiental, promueven el respeto a las vedas y aseguran la trazabilidad del producto.
Para Larios, estas herramientas son esenciales, pero deben entenderse como parte de un proceso más amplio.
“El Marine Stewardship Council (MSC) es la certificación más rigurosa que tenemos”, comenta. “Pero es costosa. Cada cinco años hay recertificación, y eso implica inversión. Por eso existen los Proyectos de Mejora Pesquera, que ayudan a orientar a las pesquerías hacia esa certificación.”
Además, existen otros sistemas como FairTrade, que se enfoca en el comercio justo y el pago digno a pescadores, y Seafood Watch, una guía tipo semáforo (verde, amarillo y rojo) que indica qué productos pueden consumirse con menor impacto ambiental.
Comepesca funciona como la versión mexicana de este sistema, unificando la información en un mapa nacional donde se puede consultar el estado de cada pesquería.
“Esa herramienta está al alcance prácticamente de todo mundo para saber en qué lugares del país tenemos esos recursos”, agrega Larios.
Las etiquetas ayudan, pero la verdadera sostenibilidad empieza en el plato. Elegir bien implica hacer preguntas, reconocer las temporadas y entender que el mar también necesita descanso, asegura la especialista.
Hacia un consumo de mariscos más consciente
Larios insiste en que el cambio no solo depende de los pescadores o del gobierno, sino de todos los eslabones de la cadena, desde los restaurantes hasta los comensales.
“Es un compromiso social y ecológico”, resume la bióloga.
En Baja California, algunos chefs han comenzado a implementar prácticas sostenibles, como el Ikejime, una técnica japonesa que evita el estrés del pez y mejora su sabor.
Larios celebra este tipo de esfuerzos, que demuestran que la gastronomía responsable también puede cuidar el mar sin perder su esencia.
La especialista destaca la importancia de la acuacultura certificada como alternativa viable durante las vedas.
“En esos meses puedes seguir consumiendo camarón, pero voltea al camarón de acuacultura. Aquí en el noroeste somos el top, ya recuperamos el número uno, Sonora”, comenta.
Sin embargo, advierte que aún hay un desafío, el lograr que el consumo sustentable sea accesible para más personas.
“Faltan programas nacionales que promuevan el consumo, pero que estén al alcance. El mexicano promedio puede ser consciente de que quiere consumir productos sustentables”, señala.
En Puerto Libertad, Sonora, una cooperativa pesquera demuestra cómo las buenas prácticas pueden transformar vidas.
Al vender directamente a restaurantes en Ciudad de México, mejoraron su economía y comprobaron el valor de una pesca responsable.
“Supieron vender su producto, no solo entregarlo al intermediario. Mejoraron muchísimo porque demostraron que sus almejas provenían de una pesquería sustentable.”
El nuevo fichero de Comepesca busca impulsar este tipo de decisiones informadas. Cada elección que va desde pedir jurel certificado hasta evitar el camarón en veda, contribuye al equilibrio del mar.
“A final de cuentas, es lo que le vamos a dejar a las generaciones futuras”, dice Larios.
Cuidar lo que el mar nos da también significa darle tiempo para recuperarse.
