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¿Por qué un hotel en Sonora apareció en The Negro Motorist Green Book?

¿Por qué un hotel en Sonora apareció en The Negro Motorist Green Book?

Una historia de Víctor Valido

¿Qué llevó a los viajeros afroamericanos a hospedarse allí? Mientras algunos viajaban con libertad, otros debían hacerlo cuidando sus espaldas. Sonora, con su presencia en The Green Book, esconde historias sin revelar, esperando ser descubiertas. 

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A finales del siglo XIX en Estados Unidos,  el racismo alcanzó expresión legal al ser aprobadas por el congreso una serie de leyes estatales y locales, promulgadas por legislaturas estatales blancas después del periodo de la Reconstrucción (1865-1877) que siguió al fin de la Guerra de Secesión.

Este conjunto de leyes segregacionistas no surgió de la nada, sino que derivaron de los códigos negros promulgados en diversos estados sureños a partir de 1830, los cuales limitaban derechos y libertades civiles a los afroestadounidenses. Las leyes de segregación se apodaron despectivamente como Leyes de Jim Crow, inspiradas en el musical caricaturesco “Jump Jim Crow” interpretado por Thomas Dartmouth, actor blanco que pintaba su cara de negro para burlarse de la raza.

“Separados pero iguales” era el lema de vanguardia; sin embargo, la realidad era que las razas estaban separadas pero no eran tratadas por igual. La película “Green Book” recrea la gira musical de Don Shirley por el sur estadounidense, mostrando cómo se hospedaba en moteles específicos, cenaba en restaurantes específicos y usaba baños designados para personas de “color”, enfrentando rechazo y maltrato debido a su tono de piel.

Don Shirley existió en la vida real. Este maestro del piano logró sobrevivir a su intrépida gira por el sur de Estados Unidos, viajando a salvo, como cientos de miles de afroamericanos, gracias a la existencia de una guía muy particular: The Negro Motorist Green Book.

Es imprescindible, para explicar la importancia de esta guía de viajes, retomar el contexto de las leyes Jim Crow. La historia registra numerosos casos de segregación, con personas juzgadas y castigadas simplemente por ser negras. Durante esos largos y difíciles años, muchas personas fueron encarceladas, vulneradas y privadas de sus derechos. Hombres, mujeres, ancianos y niños sufrieron, y algunos incluso padecieron la muerte de la peor manera imaginable.

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Entrada para negros en un cine de Belzoni, Misisipi, en 1939. | Créditos: Marion Post Wolcott 

Según el estudio «Linchamientos en Estados Unidos: enfrentando el terror racial,» realizado por la organización no gubernamental Iniciativa para una Justicia Igualitaria (EJI), más de 4,400 afroestadounidenses fueron linchados en Estados Unidos entre 1877 y 1950 por civiles, la policía, el ejército y grupos de odio como el Ku Klux Klan.

La investigación se realizó en 12 estados del sur de los Estados Unidos y se enfocó en casos ejecutados con impunidad, con frecuencia en lugares públicos y a plena luz del día, en comunidades donde existía un sistema de justicia que funcionaba bien, al menos para los blancos. Según el estudio del EJI, el 30% de los afroestadounidenses asesinados por las turbas habían sido acusados de homicidio y un 25% de agresión sexual. «La era de los linchamientos» se extendió hasta mediados del siglo XX, pero tuvo su apogeo entre 1890 y 1930, como explicó Stewart Tolnay, profesor emérito de Sociología en la Universidad de Washington, a BBC Mundo.

Algunos de los casos de segregación más renombrados por la prensa de aquellos años fueron el de Homer Plessy y Jack Johnson. Plessy desafió las leyes del Estado de Louisiana al subirse a un vagón de ferrocarril para blancos y, como consecuencia, fue llevado a la corte. Este evento pasó a la historia como el caso “Plessy contra Ferguson” (1896) y fue un ejemplo del racismo en las instituciones norteamericanas. Por otro lado, Jack Johnson, “El Gigante de Galveston”, el primer boxeador negro en coronarse campeón de peso pesado, murió en un accidente automovilístico (1946) tras salir indignado de una cafetería en la que se negaron a atenderlo.

En este penoso contexto sobresalieron grandes luchadores por los derechos de los negros, como Martin Luther King Sr. (1899-1984), Martin Luther King Jr. (1929-1968), Rosa Parks (1913-2005), Malcolm X (1925-1965), Thurgood Marshall (1908-1993) y Victor Hugo Green (1892-1960). Este último, un humilde cartero de Harlem, New York, se dedicó a luchar por la supervivencia de la raza negra en los Estados Unidos recopilando y compartiendo información.

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Víctor Hugo Green, creador de la Green Book | Créditos:  Automotibe Hall of Fame
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Martin Luther King durante su speech “I have a dream…” en agosto de 1963 | Créditos: Wes Candela, recuperada de Wikimedia Commons

Victor Hugo Green fue un hombre visionario, sin duda alguna. Nunca le dieron un Premio Nobel de la Paz ni nada parecido, pero salvó más vidas de las que podemos imaginar.  Experimentó en carne propia que ser negro en los Estados Unidos de finales del siglo XIX y principios del XX constituía un riesgo total para la vida, y, como tal, hizo su aportación a la lucha.

Con el afán de brindar seguridad en las carreteras y ciudades del país, Victor Hugo Green recopiló información a través de una red de carteros de varias ciudades sobre sitios que aceptaran la presencia de personas negras. Revisó el material proporcionado, lo publicó y lo distribuyó entre la población negra, primero de Harlem, New York, y posteriormente del resto de Estados Unidos, fundamentalmente en los estados sureños.

“El libro verde del viajero negro,” según la traducción al español, se imprimió entre 1936 y 1967, incluso después de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, que anuló las leyes Jim Crow. Victor Hugo Green creó una oficina editorial en Harlem para realizar su trabajo como escritor de viajes. Para 1947, fundó una agencia de viajes para ciudadanos negros. Tras su muerte en 1960, su esposa Alma S. Green continuó editando la guía durante siete años.

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 Empleados de la estación Esso 

La guía se imprimía entre abril y mayo con una frecuencia anual, produciendo 15,000 ejemplares. Se podía adquirir en estaciones de gasolina de la empresa Esso y estaba diseñada para que cupiera en la guantera del automóvil. Las ediciones establecieron una hoja de ruta general, un mapa amigable de salvación y refugio que mostraba distintas “geografías negras” en todo Estados Unidos, donde, en una época de furia racial, hubo sitios que constituyeron santuarios.

En la edición de 1949 Victor Hugo Green escribió lo siguiente:

Cruzando la frontera hacia México con la guía motorista

Para 1941, la guía comenzó a romper fronteras territoriales hacia Canadá. Además, para 1949 se incluyeron destinos como Costa Rica, Bermudas y México, con emplazamientos turísticos en Monterrey, Jacala, Tamazunchale, Ixmiquilpan, Cuernavaca y Ciudad de México. En 1953 se incorporó Ensenada y en 1959 Acapulco, Oaxaca, Taxco y Veracruz, con varios recintos hoteleros, gasolineras, restaurantes y night clubs. En la edición conjunta de 1963-1964 se sumaron Guadalajara, Juárez, Mérida, Pátzcuaro, Mazatlán y Guaymas; siendo el hotel Playa de Cortés el único destino de Sonora registrado en una de las guías de viajes más “humanas” que pueda haber existido.

Esa es la razón de la afirmación realizada al inicio de este texto. En las próximas líneas se expone, a partir del criterio de historiadores, cronistas municipales y el propietario del hotel, algunas hipótesis sobre cómo y por qué el hotel Playa de Cortés llegó a “The Negro Motorist Green Book,” y si se registró durante los años de la segregación la presencia de algún viajero afroamericano en este recinto hotelero. Sin embargo, para contar la historia del Hotel Playa De Cortés, se precisa antes resumir la vida de Walter Douglas.

Walter Douglas
Créditos: WikiTree

Walter Douglas (1870-1946) fue un millonario norteamericano con raíces escocesas que contribuyó al crecimiento del noroeste mexicano. Pertenecía a una destacada familia minera afiliada a la mina Copper Queen y la Phelps Dodge Company. En 1935, a petición de su esposa, encargó la construcción de un hotel de lujo en la Bahía de Bacochibampo, en Sonora, a través de la Southern Pacific Railroad de México.

Para este proyecto, se creó la Compañía Hotelera de la Costa Occidental S. de R.L. de C.V. entre Walter Douglas, José López Portillo, Francisco V. Stark y E. V. Sloan. La Sra. Douglas y su amiga la Sra. Kirby, también involucradas, definieron el diseño del hotel con la ayuda de Ignacio Diaz Morales, un joven arquitecto tapatío. Díaz Morales colaboró en New York con Alfred Hopkins and Associates debido al desconocimiento de los arquitectos neoyorquinos sobre el estilo colonial mexicano. Se dice que los jóvenes Luis Barragán y Rafael Urzúa también participaron en el proyecto.

La historia del hotel en Guaymas, el único de Sonora en la guía

Construido en 1936 por el taller empalmense de la empresa ferrocarrilera Sud-Pacífico de México, el hotel Playa de Cortés combina el regionalismo tapatío y el estilo colonial californiano. Ignacio Díaz Morales, junto con el ingeniero Eduardo Fernández, lideró la obra. Según José Ignacio Ibarra, Walter Douglas utilizó trabajadores del ferrocarril sin pagarles extra.

El edificio principal albergaba la recepción, salones de eventos, bar, restaurante y tienda de recuerdos, rodeado de plazas y patios al estilo de haciendas mexicanas. El hotel ofrecía canchas de tenis y bádminton, alberca, paseos a caballo, lanchas para pesca y servicios modernos como teléfono, telégrafo y valet parking. Las habitaciones, amplias y frescas, estaban diseñadas para el clima de la región.

En 1961, el hotel tuvo 54 habitaciones y era administrado por Ignacio Sierra, con Eldred H. Tanner como propietaria. Un desencuentro con el gobernador Álvaro Obregón Tapia llevó a la revocación de la licencia de la cantina, lo que contribuyó a la venta del hotel a César y Raúl Gándara.

Hoy, el hotel tiene 120 cuartos y un campo de R.V. para 90 espacios. La cantina del hotel exhibe “El Pecado de Cortés,” una serie de paneles de madera esculpidos por Dick Wiken, alegóricos a la conquista de México.

El Hotel Playa de Cortés sobresalió en el mercado de turismo de sol y playa por su ubicación en la Bahía de Bacochibampo, a los pies de playa Miramar. Ha sido visitado por presidentes como Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán Valdez, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quesada y Enrique Peña Nieto.

Artistas como Johnny Weissmüller, el Tarzán del cine de los años 30 y 40, y Liza Minnelli, la novia de Estados Unidos, visitaron el hotel. María Félix, conocida como La Doña, y su esposo, el banquero francés Alex Berger, también dejaron su huella. Otros ilustres huéspedes incluyeron al Tenor Continental Pedro Vargas, el saxofonista Ray Coniff, Richard Clayderman y Julio Iglesias, entre muchas otras personalidades internacionales y mexicanas.

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María Félix y Alex Berger | Créditos: Getty Images, recuperada de Vogue
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Tenor Pedro Vargas | Créditos: Recuperada de La Carpa
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Liza Minnelli |  Créditos: Allied Artists Pictures Corporation

Esta edificación nació de la visión del matrimonio Douglas para ofrecer a los estadounidenses un espacio de ocio y descanso a la vera del Mar de Cortés. El hotel está vinculado a la historia del ferrocarril en Guaymas, una obra que, en la primera mitad del siglo XX, abrió la región a mayor comercio e intercambio sociocultural con Arizona, unificó a las poblaciones de Sonora y propició el surgimiento de nuevas comunidades.

Sin embargo, las preguntas enigmáticas que aún permanecen son cómo llegó el hotel Playa de Cortés a “The Negro Motorist Green Book” y si algún huésped afroamericano se hospedó allí. Para esclarecer esto, se consultaron diversas fuentes bibliográficas y se realizaron entrevistas a historiadores y cronistas en Hermosillo y Guaymas, así como a Martín Gándara, hijo de Don César Gándara Laborín y actual regente del hotel Playa de Cortés.

Respecto a la presencia de afroamericanos en Sonora, existen registros hemerográficos de los pugilistas Art Taylor y Willie Johnson durante las décadas de 1930 y 1940. En la década de 1970, los beisbolistas Rickey Henderson y Bobby Darwin participaron en la Liga Mexicana del Pacífico con los equipos de Navojoa y Hermosillo. Sin embargo, no se hallaron registros de afroamericanos en Guaymas en la década de 1960, cuando el hotel Playa de Cortés apareció en la guía.

La historia afroamericana en Sonora y México

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Militares afroamericanos Buffalo Soldiers formados en 1866 | Créditos: Library of Congress

La influencia afroamericana en Sonora también se notó durante la estancia de los Buffalo Soldiers en Nogales, Arizona, entre 1866 y 1947. Estas unidades militares segregadas del Ejército de los Estados Unidos custodiaban la frontera para evitar que los enfrentamientos en México la traspasaran, lo que facilitó la comunicación cultural, incluida la música.

En «A la sombra de las águilas: Sonora y la transformación de la frontera durante el Porfiriato» del historiador Miguel Tinker Salas, se menciona que a principios del siglo XX existían cantinas en Hermosillo, Nogales y Guaymas que adoptaron el formato salón de los Estados Unidos. Estas cantinas ofrecían música en vivo estilo ragtime, con la participación ocasional de músicos afroamericanos.

Misterios sin resolver: afroamericanos y el Playa de Cortés

Las interrogantes sobre cómo el Playa de Cortés llegó a “The Negro Motorist Green Book” y si realmente se hospedó algún afroamericano en el hotel permanecen aún sin respuesta. Especulando sobre cómo llegó el hotel a la guía, se puede considerar que «The Negro Motorist Green Book» recabó información de fuentes como la Guía Roji, The New World Guides to the American Republics, Jerry’s Guide to México, la American Automobile Association, la folletería promocional “I’ve been to México” publicada por Southern Pacific, la edición de 1935 de la revista National Geographic Magazine que destacaba al hotel como un destino atractivo de pesca deportiva, o la revista Arizona Highways que promocionaba los atractivos del noroeste de México. Tal vez, el rumor entre los “pájaros de la nieve” sobre la “hospitalidad sonorense” haya sido la causa de la inclusión del hotel en la guía; o, como expone Martín Gándara, el registro pudiera haber sido una de las tantas estrategias publicitarias que implementaba su padre para atraer turismo a la región.

No queda ningún libro de huéspedes de aquellos años para seguir algún indicio. En los medios hemerográficos enmarcados en cuadros en las paredes del hotel tampoco consta la visita de ningún afroamericano de renombre en la década de los 60. Sin embargo, esto no elimina del todo la posibilidad de que alguna familia afroamericana haya vacacionado en Guaymas durante esos años; o incluso que algún deportista, artista, o político afroamericano haya visitado este lugar en total anonimato.

Aunque hay varias especulaciones históricas, no sabemos a ciencia cierta cómo llegó el hotel a la guía y si algún afroamericano se hospedó allí durante la época del segregacionismo.

Como hipótesis central, entre las décadas de los 30 y 60 del siglo XX, la conexión internacional que ofrecía la Compañía del Ferrocarril Sud-Pacífico de México facilitaba que norteamericanos se desplazaran al sur de los Estados Unidos y a México sin muchas complicaciones. La construcción de la carretera federal #15 en 1952, conocida como la carretera México-Nogales, mejoró la movilidad por todo el norte y centro del país y conectó México con Estados Unidos. Además, la condición fronteriza de Sonora y el clima veraniego durante el invierno norteamericano y canadiense atrajeron a turistas en sus motorhomes, apodados “pájaros de la nieve», impulsados por las guías y revistas mencionadas.

La historia deja detalles a la deriva y enigmas sin respuestas, pero lo que no pasó desapercibido fue la presencia de este recinto hotelero, el único en el estado de Sonora, registrado en 1963 en la guía de refugio de Victor Hugo Green. Este hecho resalta como un lugar que, en los años 60, fue un destino de salvación y resguardo para los derechos humanos de los afroamericanos en Sonora.


NORO Originals

Producción ejecutiva: Víctor Celaya y Ana Dumois
Texto por Víctor Manuel Valido
Coordinadora editorial y edición: Karla Mariana Huerta
Diseño gráfico: Jaime Lomelin, Mariana Valdez, Esteban Hidalgo Sofia Llorens, María Fernanda Sánchez
Dirección creativa: Jaime Lomelin, Mariana Valdez
Sitio web: Michelle Martínez, Lucero Valdez
Editora de contenidos para web y redes sociales: Suzette Celaya
Creación de contenido para web y redes sociales: Daniela Valenzuela, Grecia Bojórquez, Karla Mariana Huerta, Nancy Valenzuela, Ricardo Amador, Suzette Celaya
Diseño gráfico editorial: Andrea Rodríguez
Guión de video: Victor Manuel Valido, Karla Mariana Huerta
Dirección de Video: Victor Manuel Valido
Sonido, iluminación, fotografía y edición: Jesús Antonio Morales Quiñonez
Maquillaje y asistencia general: Marivit de la Caridad Valido Tejeiro
Cámaras: Cámara 1: Victor Manuel Valido Tejeiro, Cámara 2: Jesús Antonio Morales Quiñónez, Cámara Drone 1: Juan Ezequiel “Cheque” Núñez, Cámara Drone 2: Edgar Estrada
Edición de video en postproducción: Mariana Valdez

Agradecimientos:

Entrevistados: Ignacio Almada Bay – Doctor en Historia de México por el Colegio de México, Jesús Faustino Olmos de la Cruz – Cronista Vitalicio del Municipio de Guaymas, Luis Arturo Mungarro López – Gerente General del hotel Playa de Cortés, Ignacio Lagarda Lagarda – Cronista de Hermosillo, Martín Gándara Camou – Propietario del hotel Playa de Cortés, Edgar Ramón Luna Meza – Historiador del deporte, Maestro en Ciencias Sociales

Hotel Playa de Cortés, El Colegio de Sonora, Radio Sonora, Ernesto Ortega – Diseñador E Media, Martín Gándara – Propietario Hotel Playa de Cortés, Brayan Bruguet