En el noroeste, el cine encuentra nuevas formas de contar desde lo cotidiano, lo colectivo y lo local.
Grecia Bojórquez/ NORO
Una generación de cineastas está expandiendo las fronteras del cine mexicano con lenguajes visuales propios y narrativas que parten del territorio. Directores del noro están retratando lo íntimo, lo comunitario y lo simbólico desde geografías poco representadas.

En esta ocasión, en NORO mencionamos a seis nombres que están marcando una ruta distinta en el cine del noroeste.
Mariana Mendívil: el cuerpo y la memoria en movimiento
Originaria de Hermosillo, Mariana Mendívil ha desarrollado una obra que mezcla el collage analógico y la animación en stop motion para hablar del desarraigo, la identidad y la memoria.
Egresada de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC-UNAM) y con estudios en guion en Barcelona, Mendívil articula lo íntimo con lo colectivo desde una mirada visual experimental.

Su cortometraje Memoria de un cuerpo desplazado (2024) recorrió festivales internacionales y obtuvo la Medalla Pluma de Plata en el FICUNAM. En 2025, Una parvada de estruendo (2025) ganó el premio a Mejor Cortometraje Animado en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
Fernanda Galindo: contar desde la periferia
Guionista, directora y productora nacida en Hermosillo, Fernanda Galindo ha centrado su cine en las voces de mujeres y comunidades indígenas del noroeste. Su obra combina documental y ficción con una sensibilidad cercana a los territorios que retrata.

En Somos pequeñas (2021), rodada en la comunidad comcáac de Punta Chueca, aborda la libertad a través del canto y la infancia. Antes realizó Bajo el agua (2018), una reflexión sobre la memoria y los pueblos inundados de Sonora.
Galindo ha sido reconocida en festivales internacionales y beneficiaria de programas como Fonca y Eficas. Su trabajo plantea otra forma de mirar el norte, no como paisaje, sino como experiencia compartida.
Victoria Arellano: producir desde el desierto
Desde Jacalito Films, la productora y cineasta sonorense que impulsa cine hecho desde la región, Victoria Arellano ha sido una figura importante en la producción audiovisual del noroeste. Hermosillense y economista de formación, su carrera ha transitado entre la gestión, la producción y la dirección.

Fue productora de El llanto de las tortugas (2023), documental que sigue a una familia de pescadores de Bahía de Kino que transforma su vida hacia la conservación marina. Dirigió el cortometraje Manita (2015), que narra la historia de una joven peluquera solitaria cuya rutina en la estética se ve trastocada por una enfermedad devastadora.
Para Arellano, filmar en Sonora es un acto de resistencia y construcción, una manera de descentralizar el cine mexicano y anclarlo al territorio.
Eduardo Esparza: el lente social de Sinaloa
Cineasta y fotógrafo mazatleco, Eduardo Esparza ha dedicado su trabajo a documentar realidades que suelen quedar fuera del encuadre. En sus películas, la discapacidad, la memoria visual y la resiliencia se convierten en protagonistas.

Su largometraje documental Con un pie en la gloria (2025) retrata al primer equipo de fútbol para amputados de México, proyecto que le valió el premio a Mejor Director en el festival Verano Vienés.
Esparza combina la estética fotográfica con la narrativa documental, explorando desde Sinaloa otras formas de entender la identidad y la inclusión.
Jaime Villa: cine desde la conservación
Cofundador de Jacalito Films, Jaime Villa ha construido una filmografía comprometida con las comunidades costeras y la preservación ambiental. Su documental El llanto de las tortugas (2023) muestra la transformación del Grupo Tortuguero de Bahía de Kino: pescadores que deciden cambiar la red por la conservación.

La película, premiada en espacios como el FICG, revela cómo el cine puede ser herramienta de activismo y memoria ecológica. Villa trabaja desde Sonora con una ética territorial, que es la de contar historias del mar y del desierto con quienes las habitan.
David Pablos: la frontera como territorio emocional
Nacido en Tijuana, David Pablos ha llevado las historias del norte a escenarios internacionales. Desde Las elegidas (2015), seleccionada en Cannes, hasta En el Camino (2025), premiada en el Festival de Venecia, su cine ha explorado temas de identidad, familia y límites, físicos y afectivos.

Su estilo combina una mirada crítica con una sensibilidad estética que lo ha posicionado como una de las voces más relevantes del cine mexicano actual. Pablos demuestra que desde la frontera también se pueden contar las transformaciones del país.
El noro como punto de partida para el cine
Estos seis directores coinciden en algo más que el origen geográfico, ya que comparten la decisión de narrar desde sus territorios, sin exotizarlos ni idealizarlos. Desde lo documental hasta la animación experimental, sus obras dialogan con los cuerpos, las memorias y los paisajes que conforman el noroeste.

Su cine no busca representar al noro, sino habitarlo, hacerlo visible en toda su diversidad.










