La curiosidad llevó a Mariana Mendivil del collage al cine. Hoy, su obra viaja por festivales internacionales con una mirada que mezcla lo íntimo, lo visual y lo experimental.
Grecia Bojórquez/ NORO
Desde su vínculo con el noro, la cineasta y artista visual Mariana Mendivil conversa con NORO sobre su trabajo y el cortometraje Una parvada de estruendo, una pieza que explora la memoria y el cuerpo femenino a través del collage y la animación.
Originaria de Hermosillo, Sonora, Mendivil obtuvo, este año, el premio a Mejor Cortometraje de Animación en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) con esta obra que combina animación analógica, documental y experimentación visual. Una parvada de estruendo propone un “viaje al interior” donde la identidad femenina se construye desde la fragmentación y la búsqueda de libertad.
La producción se gestó durante dos años y tuvo su estreno mundial en Morelia. “Fue una sorpresa increíble haber ganado este premio, porque aparte era la premier del cortometraje y nunca se había mostrado antes”, relata en entrevista con NORO. “
«Se lo había enseñado a gente cercana, amigos, colegas cineastas, pero nunca al público”, revela.
Para la creadora, el galardón representa tanto un reconocimiento personal como colectivo. “La mayoría de las personas que trabajaron ya habíamos trabajado antes juntos, entonces es muy bonito también saber que ya está funcionando el equipo”, afirma.
Un cortometraje nacido del 8M y del archivo de las mujeres
Una parvada de estruendo surgió en 2021, cuando Mariana lanzó una convocatoria abierta en el marco del 8 de marzo, invitando a mujeres de distintas partes del país a enviar imágenes que representaran su experiencia como mujeres en México.
“Yo hice una convocatoria abierta a mujeres de México y no me esperaba que me mandaran más de 200 imágenes”, cuenta. “Además de las imágenes venían textos explicándome por qué esa imagen era la que conectaban con eso”.
De ese material nació primero un collage físico, y luego la idea del cortometraje. “Hice ese collage, pero quería también llevarlo más allá”, recuerda. “Eso fue mutando hasta el punto de decir: no hay narración y no hay texto, pero todas las imágenes y todo el proceso del corto están fundados en estos textos que me compartían otras mujeres”.
El resultado fue un viaje visual que, sin seguir una estructura narrativa tradicional, busca que cada espectador conecte de forma distinta con las imágenes.
“Que se dejen llevar, que se dejen llevar en ese viaje, que los lleve a donde los tenga que llevar”, dice a quienes vean su cortometraje. “Cada quien se dejará llevar hacia donde los lleven”.
El collage como método y lenguaje
Antes de Una parvada de estruendo, llegó Memoria de un Cuerpo Desplazado, exhibido en la Cineteca de Sonora en agosto de este año, el cual surgió de la pandemia, momento en que Mendivil encontró en el collage una herramienta de libertad creativa. “Con el collage me podía sentar sin un peso a recortar libros que ya tenía y crear imágenes desde la intuición, desde la entraña”, explica.
En ese proceso, identificó elementos visuales que se repetían, como las serpientes, símbolo que asocia con su infancia en Sonora: “Lo relaciono mucho con ir al rancho, con las víboras de cascabel”.
La técnica que usa combina collage análogo, animación stop motion y documental. Trabaja en un multiplano de vidrio, cuadro por cuadro, sin retoques digitales. “Todo el collage que uso es recortes de revistas, libros de viejo, o es análogo, no pasa por la parte digital de alterar la imagen”, precisa.
Ese enfoque le permite producir con mayor agilidad. “En animación tradicional haces entre tres y cinco segundos al día y yo con esta técnica de collage hago como treinta segundos a un minuto al día”, explica.
El método también le ofrece independencia creativa y una conexión directa con lo manual: “En el collage no hay reglas, nunca ha habido”.
La memoria y el territorio como raíz creativa
El trabajo de Mariana se nutre de la memoria personal, el cuerpo y el territorio. Su experiencia de vida, entre Sonora, España y Ciudad de México, marcó su manera de mirar.
“Nací en Hermosillo, muy chiquita nos fuimos a vivir a España, regresamos a Hermosillo cuando tenía como cinco años y viví ahí hasta los quince”, cuenta.
Ese recorrido despertó una reflexión sobre el lugar y la identidad. “Cuando pienso en mi casa, pienso en el espacio, en el desierto que se junta con el mar”, dice. “No es tanto como la idea de la cronología sino de cómo nos contamos nuestra historia, entre cosas que sí pasaron y cosas que tienen que ver con nuestra idea de las cosas”.
La cineasta reconoce que ese vínculo con el paisaje del noroeste sigue presente en su trabajo. “En Sonora hay muchísimo talento, hay otra manera de entender el mundo desde el hecho de estar en el desierto, que es un lugar muy particular”, señala.
El impulso de crear para Una parvada de estruendo
Aunque egresó del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC), Mendivil aprendió animación de manera autodidacta.
“Yo no estudié animación, estudié realización de ficción, aprendí en realidad de mis compañeros que habían estudiado animación antes”, explica.
Una parvada de estruendo se realizó con apoyo del FONCA y FOCINE, lo que le permitió acceder a asesorías de color y diseño sonoro. “Fue muy importante sentirme también como cobijada con ellos que tenían más experiencia”, cuenta.
En el transcurso del desarrollo de la animación para su película, Mariana entendió que la representación femenina y los espacios colectivos son esenciales para equilibrar el campo de trabajo audiovisual.
“El collage ha sido un medio que usan muchas mujeres para resignificar su historia, su imagen. Eso también me inspira mucho”, dice.
“Que empiecen con lo que tienen”: Mariana Mendivil
Al final, Mendivil comparte un consejo para quienes quieren iniciarse en el cine o en la animación: “Que empiecen, que empiecen con lo que tienen. Si es un celular, una cámara, dibujos incluso, que empiecen”.
Para ella, el proceso de aprendizaje es también un proceso de descubrimiento. “De estar practicando vas encontrando también tu voz”, explica. Y enfatiza la importancia del intercambio: “Estar abierto a lo que tienen que decir otras personas te ayuda a ir entendiendo cómo tu obra va conectando o no”.
Una parvada de estruendo comienza su recorrido por festivales internacionales, y Mariana no parece interesada en llegar a una meta, sino en seguir explorando. La misma curiosidad que la llevó a experimentar con el collage sigue guiando su mirada hacia el cuerpo, la memoria y el territorio. Desde ahí, su obra insiste en desarmar lo conocido para volver a mirar, con lo que tiene, lo que sigue naciendo.
