La asociación Músicos Trabajando creada por Óscar y René Mayoral impulsa la formación y la colaboración entre músicos de distintos géneros, creando un punto de encuentro para la música no comercial en Sonora.
Grecia Bojórquez / NORO
En Hermosillo, Músicos Trabajando A.C. se ha convertido en un espacio donde la música no comercial encuentra un lugar para sonar, formarse y convivir. La asociación, fundada por los músicos Óscar y René Mayoral, padre e hijo, busca generar comunidad en torno a la creación artística.
“Le pusimos Músicos Trabajando porque el propósito era dar a conocer a la gente que detrás de la música, lo que ven ahí, un momentito de concierto de 40 minutos o una hora, pues no es solo un entretenimiento, hay años de trabajo, de preparación personal, de estudio, de ensayos y reflejar eso”, explicó Óscar Mayoral en entrevista con NORO.

Desde su origen, la idea fue construir un espacio formal donde los músicos pudieran reunirse, crear y mostrar su trabajo en conciertos con costo accesible para el público.
“Finalmente hicimos una asociación civil como para darle más formalidad y además tener una forma de dialogar con las instituciones de educación, de cultura, con las empresas, con los medios de comunicación”, añadió el fundador.
La música como forma de transformación y convivencia
Para Músicos Trabajando A.C., la música se entiende como una disciplina técnica o profesional, pero también como una herramienta de transformación.

“El arte es una manera de transformar su mundo con su creatividad y a través de sus manos, de su cuerpo”, compartió Óscar Mayoral.
El músico añadió que ese principio está detrás de cada programa o concierto: “Uno de los propósitos de nuestras intenciones como artistas es precisamente transformar para bien nuestro mundo”.
Su hijo, René Mayoral, complementa esta visión desde la práctica de la música de cámara: “La música de cámara es una relación horizontal entre iguales, tiene todo que ver con formar espacios saludables, donde no haya desigualdad. No todo es un negocio, y en este caso la música subsiste porque transmite algo más”.

El trabajo de ambos ha buscado borrar la barrera entre público y artista. “Tratamos de quitar esta parte de poner al artista en un pedestal, y más bien que sea la comunidad interactuando con el artista, tratarnos como iguales”, expresó René.
Músicos Trabajando: espacio para aprender y formar comunidad musical
La asociación, desde su origen en 2016, también cumple una función formativa en un contexto donde las oportunidades para estudiar música profesionalmente son escasas.
“Aquí en Hermosillo o en Sonora hay poquísimas escuelas de música. No hay espacios de formación, entonces nosotros hemos abierto este espacio que es parte de la formación de los músicos”, explicó Óscar.
El impacto se nota en quienes han pasado por su escenario. “Hemos tenido ejemplos de grupos que se han formado a partir de este espacio, tanto en el Festival Juvenil, que organizamos cada año, como en la temporada permanente de conciertos”, contó René.

Entre esos ejemplos menciona al Quasi Quinteto, “que participaron en el festival, lo ganaron y ahora ya tienen una carrera nacional”, y al Ensamble de Música Antigua de Sonora, el único en su tipo en el estado. También recuerdan los inicios de artistas jóvenes como Dámaris Bojor o Héctor Noriega, quien hoy forma parte de la Orquesta Filarmónica de Rochester.
Estos casos muestran la importancia de abrir espacios donde los músicos puedan desarrollarse. “Es como los parques: cuando un parque está habilitado, no tienes que hacer nada para que la gente vaya y organice sus actividades. Aquí también abrimos este espacio con esta finalidad, y se han hecho todas estas cosas, este desarrollo de personalidades”, reflexionó René Mayoral.
Conciertos, festivales y un público que crece
La respuesta del público ha sido un motor para mantener viva la programación. “La temporada normal es un concierto semanal durante todo el año. Ahorita estamos los martes a las 7 de la tarde en el Kiosco del Arte de La Pitic”, comentó Óscar.

El Festival Juvenil, que se realiza cada año, reúne a músicos menores de 30 años. “En el festival el público es una locura, se llena, no cabe la gente, van a apoyar a sus artistas juveniles preferidos. Han llegado a participar hasta 70 músicos jóvenes”, señaló.

El objetivo no es competir, sino reconocer el esfuerzo artístico. “No es un concurso de ‘a ver quién toca mejor’, es al desempeño artístico: si están estudiando, qué hacen por su comunidad, si ofrecen conciertos o pláticas”, explicó.
En los conciertos semanales, el público también se ha mantenido constante. “El espacio donde estamos caben 60 o 70 personas y siempre está lleno. La gente sale feliz, agradecida”, contó Óscar.
Esa respuesta ha reforzado uno de sus propósitos, que valorar el trabajo artístico. “Normalmente al artista se le considera como un bohemio que no necesita comer, no se paga. Un propósito de nosotros es que se valore el trabajo de los músicos, que hay mucho tiempo invertido”, expresó.

La horizontalidad que se busca también se refleja en la relación con la audiencia. “Las personas que van a los conciertos se sienten en libertad, incluso en las pausas, de preguntar cosas, de participar, de decir lo que están sintiendo”, describió René. “Los artistas sienten que tienen la libertad de mostrar cosas que tal vez en otro lugar les dirían que no van a funcionar”.
Además de abrir el escenario a compositores locales, el espacio ha logrado conexiones internacionales. “En el ámbito de la música nueva, contemporánea, hemos hecho convocatorias a nivel global, donde nos mandan música de más de 20 países diferentes y las tocamos aquí”, compartió Óscar.
La música como herramienta de cambio social
El proyecto también se ha expandido hacia espacios fuera de los teatros. “Hemos dado conciertos gratuitos en lugares donde usualmente no llegan estos conciertos: en comedores comunitarios, en asilos, en colonias con un historial de violencia”, contó René.
Las respuestas, dijo, han sido siempre positivas: “Vamos con música compleja, incluso con música que en un teatro sería difícil aparentemente de escuchar, y los niños dicen: ‘esa fue mi favorita’. Entonces creo que ahí también ha dejado una semilla”.

Óscar subraya que el objetivo es sensibilizar sobre el valor cultural y artístico:
“Buscamos despertar esa sensibilidad hacia el valor del trabajo cultural, porque si te fijas, los gobiernos destinan el 98% de su presupuesto a megaproyectos y a la cultura el 1 o 2%. Es una injusticia”.
Aun así, el arte se sostiene, asegura: “Mientras se pararon todas las industrias en la pandemia, el arte y la cultura siguieron funcionando por sus propios medios. Nos dimos cuenta de que quienes aportan las grandes ideas son las personas que vienen del mundo de la creatividad, porque saben imaginar mundos diferentes, mundos mejores”.

Para quienes nunca han asistido a sus conciertos, Óscar lo describe y concluye así: “Imagínate que entras a un lugar pequeño y está un piano de cola en el centro, te sientas a dos metros del piano y ves los gestos, los ojos, los dedos del artista. Es una conexión bien íntima, una experiencia creativa intensa”.
René lo resume con una invitación abierta: “Ir a los conciertos de Músicos Trabajando es un riesgo, en el sentido de que nunca sabes qué te vas a topar. Es una experiencia única”.










