Un grupo de científicos ha vinculado la presencia de gases tóxicos provenientes del Río Tijuana con posibles problemas de salud como dolores de cabeza, náuseas y otras afecciones en las comunidades del sur del condado de San Diego.
El reciente hallazgo de un segundo gas potencialmente letal en el Valle del Río Tijuana, una zona donde las aguas residuales de México se desbordan de manera frecuente hacia el sur de San Diego, ha llevado a las autoridades locales a suspender las actividades al aire libre en varias escuelas del área. Este descubrimiento también ha reactivado las solicitudes de asistencia de emergencia por parte de los distritos escolares del condado.
Los primeros estudios detectaron niveles elevados de sulfuro de hidrógeno, junto con la alarmante presencia de cianuro de hidrógeno, un gas aún más peligroso. Ante esta situación, el Distrito de Control de la Contaminación del Aire de San Diego emitió una advertencia pública, posiblemente la primera de su tipo, por la exposición a gases tóxicos generados por la crisis de contaminación transfronteriza.
Los residentes sufren las consecuencias de los gases tóxicos
La contaminación del Río Tijuana ha alterado la vida de los residentes locales, afectando gravemente su salud y actividades cotidianas. Las escuelas cercanas, por ejemplo, han tenido que suspender actividades al aire libre como educación física, recreo y deportes debido a los altos niveles de toxinas en el aire.
Bill Burns, un arrendatario que vive a pocas cuadras del área más afectada, ha perdido varias cosechas a causa de las inundaciones provocadas por el desbordamiento del río. Este problema también ha obligado a los distritos escolares de Sweetwater Union High y South Bay Union a trasladar todas sus actividades al interior, cancelando deportes y programas extraescolares en las escuelas cercanas al Valle del Río Tijuana.
Las autoridades aún no declaran una emergencia sanitaria a pesar de las afectaciones de la población
A pesar de la gravedad de la situación, las autoridades aún no han declarado una emergencia sanitaria. Kimberly Prather, profesora de química de la Universidad de California en San Diego y parte del Instituto de Oceanografía Scripps, ha estado liderando un equipo que estudia la contaminación en la región desde finales de agosto, con un enfoque particular en las playas ubicadas justo al norte de la frontera con Tijuana.
Durante una visita realizada por el equipo de GRUPO HEALY al área conocida como “punto caliente” el pasado 12 de septiembre, se observó un fuerte olor que hacía casi imposible respirar sin un equipo de protección especializado. En pocos minutos, los periodistas presentaron síntomas como ojos llorosos, irritación en la garganta y tos, señales evidentes de los gases tóxicos en el ambiente.
Prather indicó que han encontrado altos niveles de sulfuro de hidrógeno, con concentraciones que alcanzan las 4 mil partículas por billón (ppb), muy por encima del límite aceptable de 30 ppb. Estas cifras son alarmantes, sobre todo porque los niveles tienden a aumentar durante la noche.
Décadas de desatención y falta de inversión en infraestructura para el tratamiento de aguas residuales, tanto en México como en Estados Unidos, han resultado en niveles sin precedentes de contaminación que están afectando la salud de las personas y las economías locales. Aunque se están llevando a cabo reparaciones importantes en ambos lados de la frontera, las soluciones definitivas aún podrían tardar varios años en materializarse.
Líderes locales y residentes han criticado la falta de acción gubernamental, exigiendo que se declare una emergencia sanitaria, lo que podría acelerar las soluciones. Sin embargo, tanto los gobiernos estatal como federal han argumentado que la crisis no cumple con los criterios necesarios para una declaración de emergencia.