Una de las tradiciones del Día de Muertos es esperar a que los recién fallecidos cumplan un año luctuoso para ponerle ofrenda a su altar.
Nancy Valenzuela / NORO
El Día de Muertos es una de las tradiciones más icónicas de México, llena de color y simbolismo, donde se honra a los seres queridos que han partido. Sin embargo, dentro de esta festividad, existen costumbres menos conocidas, como la razón por la cual no se debe poner ofrenda a los recién fallecidos.
Fechas y tradiciones en torno al Día de Muertos
El Día de Muertos tiene lugar el 1 y 2 de noviembre, aunque la preparación de las ofrendas comienza desde finales de octubre. En esta época, las almas de los difuntos regresan al mundo de los vivos para disfrutar de los alimentos y objetos que sus seres queridos han dispuesto en los altares.
Las fechas clave incluyen el 28 de octubre, cuando se recuerda a quienes fallecieron de manera trágica o violenta. El 1 de noviembre se conmemora a los niños, conocidos como “chiquitos”, mientras que el 2 de noviembre es el día dedicado a los adultos, a quienes se les espera con comidas típicas y otras ofrendas.
Día de Muertos: el primer año, los recién fallecidos no reciben ofrenda
Se dice que aquellos que fallecieron después del mes de agosto no deben recibir ofrenda en su primer año de muerte. Esto se debe a que, al ser su fallecimiento reciente, no han tenido tiempo de «pedir permiso» para regresar al mundo de los vivos durante el Día de Muertos. Si se les colocara una ofrenda, el alma podría perderse en su camino y no lograr trascender al Mictlán.
La tradición popular también menciona que los recién fallecidos actúan como «mulas» o «cargadores» de las almas más antiguas, ayudando a transportar los alimentos y ofrendas de vuelta al inframundo. Esto refuerza la idea de que, en su primer año, no están listos para ser recibidos en los altares.
Por otro lado, una de las tradiciones prehispánicas dice que el alma del difunto, tras su muerte, inicia un viaje hacia el Mictlán, el inframundo gobernado por Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl. Este proceso de transición puede durar hasta cuatro años, durante los cuales el alma debe superar varios obstáculos que ponen a prueba su fortaleza.
Colocar una ofrenda a un difunto que aún no ha completado su travesía puede interrumpir su camino hacia el Mictlán, lo que podría dejarlo atrapado en el limbo. Esta creencia se ha transmitido de generación en generación, reflejando el profundo respeto que se tiene por las almas en su viaje final.
¿Cuándo es apropiado poner una ofrenda?
Después de que el alma ha cumplido un año luctuoso, se considera que ya ha terminado su proceso de transición. A partir de ese momento, es posible ponerle una ofrenda en el altar familiar, y el alma podrá regresar y disfrutar de los alimentos y objetos dispuestos en su honor. Este tiempo de espera es clave para asegurar que el difunto haya completado su camino y pueda ser recordado de manera adecuada en las festividades del Día de Muertos.
Con información de El Sol de Hidalgo, El Financiero y NMás