La migración China a México tuvo un auge en el siglo XIX, dando pie a una expulsión violenta de Baja California hacia El Chinero, un cerro al sur de Mexicali en el que se dicen que murieron cientos de personas asiáticas luego de la Revolución Mexicana
La historia de la migración China a México no es un mito y varias regiones del noroeste de México fueron testigos de lo sucedido con esta población.
En los registros el Archivo General de la Nación se logró identificar que el primer ingreso de seis personas originarias de China fue en 1874, al puerto de Guaymas, Sonora.
Ese fue solo el inicio de una gran migración China a México, que se empezó a intensificar gracias al desarrollo industrial que empezaba a registrar el país. Esta población llegaba con la intención de encontrar trabajo. Así fue que algunos lograron establecer pequeños negocios en algunas ciudades del noroeste.
La migración China en la región de Baja California intensificó luego de que Estados Unidos impulsara el Tratado de Burlingame, en 1868, que decretaba la libre migración de personas provenientes de China en los estados de California y Arizona, con el fin de explotarlos en compañías ferroviarias. Esto se replicó en otras partes de México, llegando a ofrecer como sueldo 8 pesos al mes y 20 libras de arroz.
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Esta situación escaló muy rápido tanto en territorio estadunidense como en el mexicano, y las personas empezaron a denunciar que los trabajadores de origen chino estaban robando los empleos que les pertenecían al cobrar menos y trabajar más horas. Al mismo tiempo los actos de xenofobia y discriminación empezaron a hacerse presentes en la sociedad mexicana.
El Chinero: una historia convertida en leyenda
Las manifestaciones de parte de los mexicanos que empezaban a perder su trabajo debido a la mano de obra barata de los chinos llevaron a que Mexicali los expulsara del país, poco después de la culminación de la Revolución mexicana.
A solo 140 kilómetros al sur de la ciudad, se ubica El Chinero, una zona en la que cientos de personas de nacionalidad china y otros países asiáticos murieron tras la expulsión en 1916, en un afán por huir a través del desierto.
Las condiciones inhóspitas de este paraje desértico provocaron que cientos de personas murieran, y a pesar de que no existe ningún documento que avale este hecho, forma parte de la memoria colectiva de la región, y para los bajacalifornianos, es visto como un monumento a la memoria de los muertos y olvidados.
Fantasmas del racismo, xenofobia y explotación
Con el afán de contar su historia dignamente, la artista iraní Bani Khoshnoud, creó la exposición “El Chinero, un cerro fantasma”, con la intención de resaltar la memoria colectiva, el desplazamiento, la historia del exilio y la violencia. La obra se exhibió en el Instituto de Investigaciones Culturales-Museo de la UABC y en el Museo Experimental El Eco, y se espera que se desplace a otros recintos.
En su recolección de historias se topó con fotografías de los primeros pobladores chinos en Baja California, pasaportes y documentos de los primeros registros, así como cientos de historias de discriminación y xenofobia que dieron pie a un horrible evento.
La artista trabajó durante dos años haciendo investigación y producción, además de realizar una investigación historiográfica de la llegada de los pobladores a México, con la intención de crear una reflexión por medio de este material.
Khoshnoudi tiene la intención de seguir trabajando la herida asiática en México, y recientemente anunció que presentará un film que lleva el mismo nombre de la exposición, y que durante el mes de junio y julio se presentará en diferentes competencias cinematográficas, para después presentarse en lugares más convencionales.
¿Ya te sabías la historia de lo que había pasado en El Chinero?
Fuentes: Gaceta UABC, Archivo General de la Nación, Revista UNAM Global