Gloria Molina

Gloria Molina, la activista chihuahuense que luchó por la comunidad chicana

Gloria Molina, una trayectoria en beneficio de la comunidad chicana.

Gloria Molina, una destacada líder demócrata y pionera de las mujeres latinas en la política californiana y de Los Angeles, falleció el domingo 14 de mayo a los 74 años, tras una larga batalla contra el cáncer, según confirmó su hija Valentina Martínez en un comunicado oficial.

Martínez informó que Molina falleció en su hogar, rodeada de sus seres queridos. “Enfrentó esta difícil lucha con el mismo coraje y resiliencia con los que vivió su vida”, destacó en el comunicado.

“Estamos muy orgullosos de que Gloria sea recordada en la historia por el impacto que tuvo en Los Ángeles, el estado y el país como activista chicana, asambleísta estatal, concejal de la ciudad de Los Ángeles y supervisora del condado de Los Ángeles”, declaró también.

Molina, una figura emblemática para las mujeres latinas, marcó un camino al convertirse en la primera representante de su comunidad en la Asamblea de California en 1982.

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Créditos: ABC7

En 1987, rompió barreras nuevamente al convertirse en la primera mujer hispana elegida para el Concejo de Los Ángeles. Y en 1991, alcanzó otro logro al conseguir un puesto en la Junta de Supervisores de Los Ángeles, donde permaneció hasta 2014, cuando se implementó una norma que limitaba a tres términos la ocupación de dicha posición.

A lo largo de su trayectoria política, Molina se enfrentó valientemente a adversarios masculinos y con mayor experiencia en cargos que nunca antes habían sido ocupados por mujeres. 

Solo en una ocasión, Molina experimentó la derrota, y en marzo de 2015 decidió volver a la contienda política para competir por un puesto en el Concejo de Los Ángeles, enfrentándose al entonces concejal José Huizar.

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Créditos: Gloria Molina

“Nunca me dijeron que no iba a poder hacer lo que quería hacer”

Gloria Molina vino al mundo en 1948, como hija de Concepción y Leonardo Molina, una ama de casa y un obrero de la construcción con raíces en Casa Grandes, un pueblo de Chihuahua, México.

La familia residía en una modesta casita detrás de un mercado, propiedad de su madrina, en el Barrio Simons, una colonia que hoy en día forma parte de Montebello, y que se encontraba cerca de una de las ladrilleras más grandes a nivel mundial.

“A pesar de nuestra situación de pobreza, nunca me sentí pobre en casa”, expresó Molina en una entrevista realizada en 2017 por el Centro de Historia Oral y Pública de Cal State Fullerton. “Nunca me dijeron que éramos pobres. Nunca me dijeron que no podría lograr lo que quería hacer”.

Siendo la mayor de diez hermanos, Molina tuvo que aprender a ser una negociadora desde muy temprana edad. Traducía para su padre, quien solo hablaba español, ayudaba a su madre a criar a sus hermanos y defendía sus intereses cuando alcanzaban la mayoría de edad.

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Créditos: Gloria Molina

Acciones impulsadas por Gloria Molina 

La década de los años 40 llegaba a su fin y los hijos de migrantes mexicanos nacidos en Estados Unidos eran denominados chicanos, en una clara muestra de discriminación y negación de sus derechos fundamentales.

Gloria Molina culminó su educación en Pico Rivera y mientras trabajaba como secretaria, se involucró en movimientos que buscaban promover la atención médica para las mujeres latinas.

También abogó por la formación en enfermería, ya que la demanda de atención sanitaria lo requería.

Posteriormente, se trasladó a Washington y ocupó el cargo de asistente en la administración del presidente demócrata Jimmy Carter. Tras su experiencia allí, regresó a California para convertirse en la directora del Departamento de Salud y Recursos Humanos en San Francisco.

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Créditos: Gloria Molina

Sin embargo, en 1982, agotada por su lucha constante y la falta de reconocimiento hacia su voz y la de otras mujeres, decidió postularse para la asamblea estatal de California y logró la victoria.

En 1986, se presentó como candidata para ocupar un puesto en el Concejo de la Ciudad de Los Ángeles y consiguió la posición en representación del Distrito 1. 

En 1990, a pesar de contar con menos recursos que su oponente, Art Torres, decidió postularse para la dirección de la Junta Supervisora de Los Ángeles, y nuevamente obtuvo el respaldo de los votantes, su “querida comunidad”.

Durante 23 años, desempeñó su función marcando una notable diferencia, siendo reconocida como una defensora del presupuesto y velando por el cumplimiento de reformas, la adecuada prestación de servicios de salud y la mejora de la calidad de vida de millones de residentes en el condado.

Enfrentó valientemente la escasez de viviendas y se dedicó incansablemente a encontrar soluciones para asegurar que los servicios del condado llegaran a todos los residentes.

Su dedicación la llevó, a principios de los años 2000, a unirse al Departamento de Familias y Niños en recorridos por diversas áreas, con el objetivo de rescatar a menores en situación de abuso.

Además, desarrolló un programa destinado a ayudar a los estudiantes a mejorar sus calificaciones antes de su graduación.


Fuentes: San Diego Union Tribune, Univision, EFE

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