El hallazgo de una guacamaya en una cueva de San Francisco de Borja, Chihuahua, reveló la importancia cultural de estas aves en la época prehispánica
Durante la época prehispánica en el noroeste de México y el suroeste de Estados Unidos, las guacamayas fueron consideradas aves sagradas que desempeñaron un papel crucial en el imaginario colectivo de estas culturas, en gran medida debido a su colorido plumaje. Estas aves fueron criadas con diversos propósitos, entre los que se incluye su participación en ceremonias rituales.
En el año 2016, un ejemplar de guacamaya militar (denominada ave militaris por su tonalidad verde) fue descubierto en una cueva de Avendaños, en San Francisco de Borja, Chihuahua. Este hallazgo, que se remonta a aproximadamente 2 mil años atrás, fue el primero en ser encontrado fuera de Paquimé, una zona arqueológica que, hasta entonces, era el único lugar donde se habían hallado restos de guacamayas en contextos culturales. Así, el descubrimiento de la guacamaya de San Francisco de Borja se convirtió en el más antiguo de la región hasta la fecha.
La datación relativa del fósil fue llevada a cabo en colaboración con el Laboratorio de Espectrometría y Aceleración de Masas del Instituto de Energía y Medioambiente de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos. Este trabajo formó parte del proyecto de investigación impulsado por la Escuela de Antropología e Historia del Norte de México (EAHNM) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tras el rescate arqueológico.
Hasta el momento, se han registrado más de 670 restos óseos y plumas de guacamayas, en su mayoría de ejemplares juveniles y adultos. Estos vestigios se han encontrado en ajuares funerarios, acompañando a personajes destacados o como parte de ofrendas, dispuestos en muros, pisos y hasta en platos.
En Paquimé, Chihuahua, se hallaron 504 de estos restos. En dicho lugar, las guacamayas no solo eran criadas para consumo local, sino que también eran intercambiadas con comunidades del norte, logrando dominar el mercado regional. Los demás restos provienen de varios sitios prehispánicos del suroeste de Estados Unidos. Aunque no se ha podido determinar la especie en todos los casos, de los ejemplares identificados, más del 90% corresponden a guacamayas rojas (Ara macao) y cerca del 10% a guacamayas militares .
El gran descubrimiento de la guacamaya de San Francisco Borja
Las excavaciones en la cueva de San Francisco de Borja comenzaron en 2016, cuando sus propietarios decidieron nivelar para utilizar el espacio en la organización de eventos sociales. Durante estos trabajos se recolectaron varios materiales detrás de la maquinaria, que posteriormente fueron depositados en una habitación cercana. Allí, se descubrieron numerosas piezas arqueológicas. Fue entonces cuando el dueño detuvo las obras y notificó a las autoridades mediante una fotografía que mostraba los materiales hallados. Este descubrimiento fortuito atrajo el interés de arqueólogos.
Los trabajos arqueológicos realizados en la cueva estuvieron supervisados por el INAH. Además de la guacamaya, se encontraron un bulto funerario con los restos de tres individuos adultos y fragmentos de cestería. Aunque solo se recuperó la cabeza del ave, no fue posible determinar si formaba parte de un acomodo funerario, ya que no se obtuvo información sobre el cuerpo encontrado. Sin embargo, investigaciones arqueológicas posteriores indicaron que la guacamaya, junto con fragmentos de esqueletos y plumas, podría haber sido utilizada en contextos ceremoniales y funerarios, según la bibliografía consultada.
Al llevar a cabo excavaciones en las inmediaciones de la cueva, con la esperanza de obtener más información en un área de 25 metros de largo por uno de ancho, se descubrió una estructura habitacional de bajareque con piso de tierra. Sobre este piso se identificaron puntas de flecha correspondientes al periodo Arcaico Tardío-Medio y restos de una mazorca quemada que serían sometidos a datación.
En otra parte del sitio, se halló la mitad de un cuerpo humano enterrado, destacando la pelvis y las extremidades inferiores atadas. Este hallazgo se interpretó como un posible entierro que originalmente fue sepultado en otro lugar y luego trasladado a una segunda tumba en este emplazamiento. Sobre el piso prehispánico también se descubrieron fragmentos de carbón, olotes quemados e incluso algunas puntas de flecha adicionales.
¿Habías escuchado de este descubrimiento histórico en Chihuahua?
Fuente: INAH, Revista Arqueología Mexicana, Escapada H, Milenio, MXCity.