Durante el siglo XIX, Julia Pastrana capturó la atención del mundo por su inusual apariencia. Conocida como la mujer barbuda, desafió las normas sociales de la época y se abrió camino como cantante y bailarina, triunfando en Estados Unidos y Europa
Julia Pastrana fue una mujer sinaloense que viajó por Estados Unidos y Europa para demostrar su talento artístico, a la par de su curioso físico que se robaba las miradas de donde estuviera.
Julia Pastrana nació en 1834 en algún pequeño pueblo de Sinaloa, y desde su nacimiento quedó claro que era diferente: su rostro y cuerpo estaban cubiertos por abundante vello debido a una condición genética conocida como hipertricosis. Esta peculiaridad física hizo que fuera apodada como la “mujer barbuda” o “la mujer mono”, términos que no eran respetuosos, pero que fueron utilizados para referirse a ella durante toda su vida.
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Su memoria es “símbolo de bondad y admiración, mientras aquellos con capacidades distintas al resto son blanco de las miradas enajenadas, risas y cuchicheo”, dice el Instituto Sinaloense de Cultura.
Julia Pastrana, una mujer poco común
Su rostro cubierto de pelo oscuro, sus labios gruesos y encías prominentes debido a una rara condición en su mandíbula sumaron a que durante su trayectoria se le sumaran otros títulos como “la mujer más fea del mundo”, “la mujer mono” o “la mujer oso”, según los datos recabados por el Instituto de Cultura. Sin embargo, sus compañeros y quienes la conocieron decían que eran tan humana como cualquier otro.
Sumado a su condición genética, era una mujer de baja estatura, y solo medía 1.35 metros. Según algunos registros históricos, Julia trabajó como empleada doméstica para Pedro Sánchez, quien fue gobernador de Sinaloa. Ahí aprendió a leer, a escribir y poco a poco descubrió otros talentos, hasta que Francisco Sepúlveda, un administrador de Aduana del Puerto de Mazatlán “se la compró” a Sánchez con el fin de exhibirla como fenómeno de circo.
Sin embargo, el plan de Sepúlveda no funcionó, ya que como no sabía inglés e intentaba hacer su mina de oro en Estados Unidos, contrató a un traductor, Theodore Lent, quien resultó ser mejor negociante que el propio jefe y se casó con Julia con la intención de ser su “dueño”.
La explotación del talento de Julia Pastrana
“Lent se convirtió en ‘dueño’ legal de esa mujer, a quien trataba como un objeto y la explotaba como atracción circense, obligada a mostrar su apariencia física y haciendo gala de sus talentos musicales y de baile”, comentó en un documental la cadena española SER.
Julia era obligada por su esposo a mostrarse ante el público que quería ver su apariencia física, además de sus otros talentos, que rápidamente se convirtieron en una impresionante fuente de ingresos, lo que convenció a Lent de hacer una gira por Europa.
Julia era presentada como una abominación, como una salvaje, pero sorprendía al público con su increíble voz, tenía timbre mezzosoprano y cantaba opera, se convirtió en una ávida bailarina y aprendió a hacer acrobacias montando a caballo.
El show que presentaba Julia llenaba lugares en Polonia, Moscú y Londres, siendo esta ciudad donde se le practicaron estudios odontológicos, los cuales, se dice, fueron enviados directamente a Charles Darwin, que incluyó el caso de la sinaloense en su investigación The variation of animales and plants under domestication.
De la admiración al morbo
La popularidad que obtuvo Julia en Europa era sorprendente, y Lent buscaba que todo lo que hiciera le dejara un beneficio económico. Julia se embarazó a la edad de 26 años, y decidió monetizar el parto vendiendo boletos a precios exorbitantes para que la gente asistieran al momento en el que diera a luz. El pequeño nació con la misma condición que su madre, sin embargo, no logró pasar más de 36 horas con vida. Días después, Julia murió.
Lent, enojado por perder no una sino dos fuentes de ingreso, decidió vender los cuerpos de su esposa y su hijo al doctor Sokolov, quien trabajaba en la Universidad de Moscú y tuvo la idea de embalsamar los cuerpos para mostrárselos al público.
Celoso por la idea, Lent se arrepintió, y con el acta de matrimonio reclamó los cueros de ambos, y con ellos en su poder, seguía ofreciendo presentaciones o los rentaba a otros circos y museos que le ofrecieran buena paga. En sus andares por los circos, Lent conoció a una mujer en Suecia, Zeodora, quien también era conocida como la mujer barbona, y la convirtió en su esposa, sin embargo, ella sobrevivió a los maltratos de Lent, quien murió en un hospital psiquiátrico.
Los derechos de los cuerpos de Julia y su hijo eran ahora de Zeodora, quien los vendió a otro circo, y así fueron pasando de dueño en dueño, hasta que los olvidaron debido a su mal estado.
Regreso a casa
En 1990, se hizo el descubrimiento de que Julia Pastrana había sido resguardada en el Instituto de Medicina Forense de Oslo, Noruega. El hallazgo cobró relevancia cuando la artista visual mexicana Laura Anderson, mientras desarrollaba su trabajo en Nueva York, conoció la historia de Julia y emprendió la misión de repatriar su cuerpo, aunque con muchas trabas, ya que no se tenía ninguno de sus documentos.
En 2013, luego de 150 años desde su muerte, sus restos fueron repatriados al país, y se llevaron a Sinaloa, donde el entonces gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, señaló que su entierro era un “acto de justicia que registran la historia y la humanidad”.
¿Ya conocías a Julia Pastrana?
Fuentes: Wiki México, Chicago Tribune, El Tiempo, BBC