La Madre Antonia llegó a Tijuana en 1977 para realizar una intensa pastoral en una peligrosa cárcel durante 30 años, falleció el 17 de octubre del 2013 a los 86 años de edad.
Conocida como “el ángel de la cárcel”, la Madre Antonia Brenner, una mujer que vivió en la zona de Beverly Hills en Los Ángeles, Estados Unidos, se casó y divorció dos veces y tuvo siete hijos antes de convertirse en religiosa católica. Llegó a Tijuana en 1977 para realizar una intensa pastoral en una peligrosa cárcel durante 30 años, falleció el 17 de octubre del 2013 a los 86 años de edad.
La conversión de la mujer comenzó luego de que en el año 1969 tuviera un sueño en el que se encontraba prisionera en el Calvario, pronta a ser ejecutada. Entonces, Jesús se le apareció, ofreciéndole morir en su lugar, a lo que ella se negó y le aseguró que nunca lo dejaría sin importar lo que le sucediera.
Posteriormente, la Madre Antonia decidió dedicar su vida a la Iglesia a pesar de las dificultades iniciales, por su condición de divorciada, creó la orden de las Siervas eudistas de la Undécima Hora.
Historia de la Madre Antonia
Mary Clarke Brenner nació en Los Ángeles el 1 de diciembre de 1926 en el seno de una familia acomodada de origen irlandés. Su padre hizo fortuna con la venta de suministros de oficina.
De acuerdo con el diario Los Ángeles Times, Brenner creció en el exclusivo barrio de Beverly Hills y entre sus vecinos se encontraban estrellas de Hollywood como el actor Cary Grant.
Se casó joven y se dedicó a la crianza de sus siete hijos, mientras realizaba numerosas labores de caridad.
En el año 1965 Brenner visitó por primera vez la penitenciaría estatal de La Mesa, en Tijuana, durante un viaje para llevar medicinas a hospitales.
Para 1977, tras dos matrimonios fallidos y una vez que sus hijos ya se habían independizado, vendió su casa y sus pertenencias y tomó los votos con las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad de San Juan Eude.
Madre Antonia en el centro penitenciario La Mesa
Por alrededor de tres décadas vivió en una celda del centro penitenciario de La Mesa y según cuentan los que la conocieron, se levantaba cada día a las 5:00 horas y una hora más tarde, cuando los guardias hacían revisión, se ponía en formación igual que los reos.
Sin embargo, su trabajo se limitó a dar apoyo material y espiritismo a los presos de La Mesa; también fundó Brazos Abiertos, un grupo que provee apoyo financiero y alimentos a familias de policías muertos de tijuana, y creó la Casa Campos San Miguel, un hogar en el que se hospedan las mujeres que visitan a sus familiares en la cárcel y mujeres enfermas.
A pesar de que hace unos años abandonó su celda en La Mesa por el deterioro de su salud, continuó siendo una presencia constante en la cárcel, y una figura apreciada en Tijuana, ciudad que le dedicó una calle en el 2007.
En todos sus años nunca dejó de viajar a California, tanto para actividades de recaudación como para visitar a sus siete hijos y a sus más de 40 nietos y bisnietos, a los que entretenía con historias sobre su vida en la prisión de Tijuana.
Además, la Madre Antonia también era devota defensora de la policía. En el 2000, el jefe de la policía municipal de Tijuana fue asesinado con una ráfaga de disparos mientras conducía por una concurrida avenida de Tijuana. La Madre Antonia corrió a la central de la policía con un ramo de rosas rojas para su hijo caído, ofreciendo consuelo a sus hermanos en duelo.
Con información de BBC, Los Angeles Times, Tijuana Innovadora