La periodista sinaloense Norma Sánchez se dio a la tarea de recopilar las 24 piezas sagradas yaquis que regresarán a México después de que estuvieran en Suecia por casi 100 años. NORO es el primer medio de comunicación en presentar esta información en México
¿Qué piezas sagradas son? ¿Cómo llegaron al país nórdico? ¿Qué pasará ahora que han sido restituidos a su lugar de origen? Este texto cuenta el arduo proceso que concluyó con la recuperación de un conjunto de objetos ceremoniales yaquis que formaron parte de tres colecciones del Museo de Etnografía de la ciudad de Estocolmo, Suecia.
Después de un largo proceso de diálogo entre autoridades mexicanas, suecas y el pueblo yaqui, 24 objetos ceremoniales obtenidos en los años de 1934 y 1935 en expediciones científicas suecas regresan a México.
Se trata de un conjunto de piezas sagradas consideradas objetos ceremoniales por los yaquis, y que han formado parte de tres colecciones del Museo de Etnografía de Estocolmo, uno de los cuatro museos nacionales de la cultura del mundo de Suecia.
Asentada en el estado de Sonora, al norte de México, la Nación Yaqui se integra por ocho comunidades, gobernadas cada una por su propia autoridad tradicional autónoma, pero que actúan en colectivo cuando se trata de asuntos comunes. Estos son Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Pótam, Ráhum, Huírivis, Belem y Vicam, este último centro político del grupo.
¿Qué piezas sagradas integran la colección yaqui y cómo llegaron a Suecia?
El propio museo cuenta esta historia a través de su página web, que incluye una vasta base de datos de los registros escritos y fotográficos que tiene sobre esta y otras colecciones.
Una investigación del museo indica que los artículos fueron adquiridos por exploradores suecos en trabajos de campo científico realizados en México en 1934 y 1935. Aunque la colección consta de 24 objetos en total, una cabeza de venado ceremonial Maasokoba -también llamada mazocoba, masokova, maasokova o mazo kova- es la causa de una gran controversia debido a su carácter sagrado en la cosmovisión yaqui sobre la vida y la muerte.
De acuerdo a los archivos del museo, el Maaso Koba fue adquirido en 1934 por las hermanas danesas Bodil y Helga Christensen en Tlaxcala, y ha estado en el Museo de Etnografía desde 1937. Sin embargo, para algunos líderes yaquis esta cabeza de venado que usa un venado danzante yaqui en una ceremonia sagrada no puede estar en posesión de nadie fuera de la sociedad religiosa yaqui del venado danzante, la kolensia. En pocas palabras, no se puede exhibir al público.
La política de transparencia y de gestión de bienes culturales del Museo de la Cultura del Mundo permitió obtener las imágenes de 21 piezas. Tres fotografías aparecen bloqueadas de la página web, sin una aclaración.
Este reportaje especial para noro.mx acerca a sus lectores este invaluable acervo cultural y fotográfico conservado escrupulosamente por el Ministerio de Cultura de Suecia durante casi un siglo. Cada imagen contiene datos obtenidos de la misma página web del museo, sobre las características de las piezas sagradas.
Se ha añadido a cada imagen una nota sobre su significado proporcionada por el profesor Teodoro Buitimea Flores, miembro de la Nación Yaqui e integrante de la primera comitiva que viajó a Suecia a reclamar la repatriación de las piezas junto con Raquel Padilla, finada historiadora del INAH Sonora y férrea defensora de los derechos de los pueblos indígenas.
Estas son las piezas sagradas repatriadas:
Tres piezas sagradas más sin foto disponible
Las tres imágenes de la colección yaqui que no están disponibles en la página web del museo corresponden a las siguientes piezas sagradas:
- Máscara de cuero probablemente de venado, pintada de blanco pero con ojos y adornos en rojo, azul y amarillo. La parte superior de las orejas y los cuernos están provistos de mechones de hilo de lana púrpura. Usado en la fiesta de Pascua. Se elabora todos los años y se quema al final de la fiesta. Adquirido en Tlaxcala por Sigvald Linné y Gösta Montell durante una expedición sueca a México (1934-1935).
Longitud: 29 centímetros.
Altura: 45 centímetros.
Ancho: 22,5 centímetros.
El profesor Teodoro Buitimea señala que se trata de una máscara de piel de cabra que representa a los llamados chupias (entregados al maligno). Sus cuernos representan al maligno, las flores en las orejas largas el universo del juyaania, universo de la naturaleza.
2. Bastón de madera de forma alargada y curva con soporte sin pintar y con adornos en rojo, azul y amarillo sobre blanco. Usada en la fiesta de Pascua durante un regimiento ubicado en el estado de Tlaxcala, donde fue adquirido por Sigvald Linné y GöstaMontell durante una expedición sueca a México (1934-1935). Longitud 103,5 centímetros.
Enlace a la ficha del museo.
Sobre esta pieza el profesor Teodoro Buitimea explica que los fariseos o chapayecas representan a los judíos. El bastón de madera larga representa la espada con la que matan a Jesús el bíblico, de ahí que la punta esté pintada de rojo que significa la sangre. Mientras que la espada más corta es un cuchillo que les sirve para comunicarse (un chapayeca trae puesta su máscara), no se le permite hablar únicamente comunicarse a través de señas.
3. Puñal de madera pintado adquirido por Sigvald Linné y Gösta Montell durante una expedición sueca a México (1934-1935).
Longitud: 40 centímetros.
Ancho: 2,5 centímetros.
Todas son piezas sagradas obtenidas en México
Un texto de la plataforma no gubernamental de transparencia sueca indica que todos los objetos, excepto el rebozo, pertenecen a las ceremonias de baile religioso yaqui.
Aunque el museo rechazó en dos ocasiones una reclamación de repatriación de la colección, una solicitud presentada por el Gobierno de México permitió que finalmente se aprobara, tras valorar diversas razones para su regreso, entre las que destaca el contexto en el que fueron adquiridas las piezas.
La colección yaqui regresó a México en valija diplomática el 3 de junio de 2022, tras un largo proceso de diálogo que puso fin a un complicado periodo de valoraciones técnicas, sociales e históricas, pero que abrió un nuevo desafío: el destino final de un conjunto de 24 piezas que incluyen un Maaso Koba, la cabeza ceremonial de venado motivo central de un doble reclamo de repatriación en 2014 y 2016, denegado por el Museo de las Culturas del Mundo de Gotemburgo, Suecia.
Reclaman yaquis el Maaso Koba, su pieza ceremonial más representativa
Según las leyes, costumbres y tradiciones yaquis, un Maaso Koba consagrado no podía comprarse, regalarse ni enajenarse a nadie que no fuera miembro de las kolensias (sociedad religiosa yaqui del venado danzante).
Algunos yaquis consideran que esta pieza sagrada no debe exhibirse al público por su carácter sagrado ya que “no es un artefacto histórico o antropológico sino un elemento vivo sagrado”.
El lugar donde serán colocados los 24 bienes yaquis que han regresado a México después de haber formado parte de tres colecciones del Museo Etnográfico de Suecia, desde la década de 1930, es hoy el principal desafío.
La naturaleza sagrada de las piezas, sobre todo del Maaso Koba, es un punto central para los ocho pueblos que integran la Nación Yaqui de Sonora, responsables de decidir ahora su próximo destino.
Labor de Raquel Padilla fue decisiva para el retorno de piezas sagradas
El retorno de estos objetos no fue fácil ni rápido. Para el museo, este proceso comenzó formalmente en 2019 con la visita a Gotemburgo de la entonces antropóloga e historiadora del INAH Sonora, Raquel Padilla, pieza clave para la recuperación de la colección.
Raquel Padilla fue también escritora y una férrea defensora de los derechos de los pueblos indígenas, que viajó a Suecia junto a una comitiva de representantes yaquis para exponer la historia colonial y la política contemporánea que afecta a las comunidades indígenas. Su principal objetivo era en retorno de las piezas al pueblo yaqui.
Ella plantó la semilla de un proceso que continuarían otras personas y organismos internacionales, como lo es el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU, a quien el Consejo Internacional de Tratados Indios (CITI) le solicitó intervenir con el fin de lograr un acuerdo entre los gobiernos sueco, mexicano y la comunidad yaqui.
Repatriación involucra conflictos históricos
Fueron muchas las reuniones celebradas para analizar los distintos argumentos que contribuyeron a que el caso fuera reexaminado por el Museo de Suecia, que ya había rechazado en dos ocasiones una solicitud de repatriación al considerar que estas fueron adquiridas legalmente en Tlaxcala.
Una nota redactada el 16 de junio del 2020 como parte del proceso de diálogo señala que: “Tlaxcala está a más de 1750 kilómetros de la patria yaqui en Sonora y albergaba una guarnición militar en la que habían sido reclutados soldados yaquis. Su batallón estaba bajo el mando de José Amarillas, un general yaqui que servía en el Ejército Mexicano. El conflicto armado entre los yaquis y México estaba en curso en ese momento y finalmente terminó con el Decreto de 1939 del presidente mexicano Lázaro Cárdenas que reconoció la base terrestre de los yaquis y les permitió regresar a Sonora”.
Los archivos del Museo sobre el Maaso Kova confirman que una correspondencia de la coleccionista danesa Helga Christensen -quien adquirió esta pieza en una visita realizada a México- habla de una relación tensa entre el general Amarillas y el “cacique de la tribu”, conocido como La Pluma Blanca.
El cargo y el papel de Amarillas también se mencionan en una carta de su hermana Bodil Christensen al etnógrafo sueco Sigvald Linné, con fecha del 17 de junio de 1938, en la que afirma que “Su Gran Jefe, La Pluma Blanca, vive en Sonora. Nuestro General no tiene un cargo formal dentro de su propia organización, pero es el intermediario entre todos los yaquis y el gobierno pero él cobrare (sic) la cuota mensual, que el gobierno les paga a los yaquis para que estén tranquilos”.
Una carta enviada por el etnógrafo sueco Gösta Montell al director del museo, Gerhard Lindblom, fechada el 11 de diciembre de 1934 dice: «Incluso logramos comprar algunos de los atributos de la danza y esperamos obtener más en el futuro». No está claro si estos atributos incluían al Maaso Kova, el cual figura con un valor de 10 dólares americanos en el contenido de un baúl enviado de México a Suecia en 1937.
Yaquis alegan piezas sagradas fueron obtenidas en situación de desigualdad
El Museo afirmaba que todas las piezas fueron adquiridas de manera legal y a través de una transacción consensuada y por eso no había razón para su repatriación. Sin embargo, los yaquis presentaron testimonios que apuntan a que la adquisición ocurrió en un contexto de violencia y desigualdad de la que ellos fueron víctimas, al ser reclutados bajo presión y tratados incluso como prisioneros de guerra por parte del Ejército Mexicano.
Diversos registros documentan las campañas de exterminio y maltrato que sufrieron los yaquis, al ser deportados de su tierra natal tradicional en Sonora en el siglo XIX y principios del XX. Los destinos incluyeron Yucatán, Oaxaca y Veracruz, para trabajos forzados en haciendas, así como reclutamiento forzoso para el servicio militar en varias partes de México, incluida Tlaxcala.
El investigador del INAH Sonora, José Luis Moctezuma Zamarrón, señala que las fotos tomadas por los exploradores suecos en la época que adquirieron las piezas sagradas indican que estas fueron usadas por los yaquis en un ritual conocido como Fiesta de Cabo de Año, y luego obsequiadas por el general Amarillas a los suecos. “No fue un saqueo”.
Los yaquis estaban en Tlaxcala como parte del Batallón de Huírivis, una estrategia utilizada por el Gobierno Federal para despojarlos de sus tierras al reclutarlos para pelear lejos de sus hogares.
“Los yaquis viajan junto con sus familias y se instalan alrededor del cuartel en casas improvisadas haciendo vida cotidiana, las mujeres dedicadas al hogar”, relata el antropólogo lingüista, “no se desligan de su estructura organizacional y siguen practicando sus rituales”.
El Museo consideró que el pueblo yaqui tiene el derecho de sus objetos ceremoniales en virtud de los instrumentos legales internacionales relativos a los derechos de los públicos indígenas, tales como el artículo 15 de la Convención de la UNESCO de 1970 y el artículo 12 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.
Otro argumento con más peso para la repatriación fueron las “razones éticas especiales”, un concepto que el Museo asocia al contexto histórico y social en el que fueron adquiridas, pues los yaquis eran un grupo indígenas vulnerable y en desventaja.
¿Qué sigue para estas piezas sagradas después de su viaje?
En el comunicado del Gobierno de México sobre la reunión de autoridades mexicanas y suecas en Estocolmo se informó que, tras esta formalización de la repatriación de las piezas sagradas yaquis, las mismas serían transportadas «digna y respetuosamente» a México y que sería el pueblo yaqui «quien determine el espacio idóneo para albergarla después del viaje».
Por tanto, una vez que las 24 piezas yaquis hayan regresado efectivamente a México, el desafío será determinar el lugar idóneo para colocarlas.
La controversia se centra principalmente en la cabeza ceremonial de venado Maaso Koba, puesto que hay quienes sugieren que sea enterrada una vez que se presente ante la Guardia Tradicional yaqui y se le realice un ritual religioso.
Francisco Villegas Paredes, miembro yaqui y consultor del Consejo Internacional de Pueblos Yaquis, señala que el Maaso Koba es un ser vivo que se consagra en una fiesta tradicional, por lo que no puede estar en un museo y debe ser sepultado como un ser vivo. “El Maaso Koba muere cuando el danzando fallece”.
Para Teodoro Buitimea Flores, miembro de la Nación Yaqui, ninguna de las piezas se debe destruir porque son parte de la memoria histórica de los yaquis, y “necesitamos que se den las condiciones para su conservación, porque es importante que las nuevas generaciones se acerquen a ellas y puedan apreciarlas”. “Necesitamos que esas piezas estén a la vista de todos”.
Buitimea propone invertir en un museo donde puedan exponerse y mostrarse junto con otros objetos yaquis que se recuperen de procesos similares de repatriación.
El investigador del INAH, José Luis Moctezuma Zamarrón, coincide con Buitimea al subrayar que existe una crisis social y de seguridad entre los yaquis que obliga a conservar las piezas en buen estado para que los niños y niñas puedan recuperar su identidad a través del conocimiento de su historia.
Esta controversia será resuelta por las ocho comunidades que integran la Nación Yaqui del Estado de Sonora: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Pótam, Ráhum, Huírivis, Belem y Vicam.
FUENTES:
Para la redacción de este texto se utilizó el siguiente documento:
Repatriation request for the Yaqui Maaso Kova
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