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El Clavadista: una mirada desde Mazatlán a la vida detrás del salto

El documental sinaloense El Clavadista reconstruye la memoria de una tradición que define el imaginario mazatleco.

Grecia Bojórquez/ NORO

El Clavadista (2024), documental codirigido por el mazatleco Fernando Alarriba y Daniel Reyes, propone desplazar el foco del paisaje a las personas que sostienen una tradición con casi siete décadas en el malecón de Mazatlán

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Clavadista de Mazatlán. Crédito: Cortesía.

En NORO, conversamos con Alarriba sobre los hallazgos, el proceso y el impacto comunitario de una película hecha con autonomía, en Sinaloa, y con la intención de contar las historias de quienes se lanzan al mar todos los días.

Identidad en plural en Mazatlán

El también escritor mazatleco sitúa la película en un Mazatlán que se transformó aceleradamente en la última década, con cambios urbanos, turísticos y sociales que reconfiguraron la idea de ser mazatleco. 

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Fernando Alarriba, codirector de El Clavadista. Crédito: Cortesía.

En sus palabras, lo más fascinante del proceso de creación del documental, desde que inició con la investigación, hace más de seis años, hasta su estreno el año pasado “fue [ver] la diversidad de identidades que hay en Mazatlán. Ese desplazamiento obliga, dice, a “ampliar esa idea de lo que tenemos sobre lo que es la identidad mazatleca”.

En ese mapa, los clavadistas aparecen como un grupo con códigos propios y una relación específica con el territorio:En el caso concreto de los clavadistas, vemos un grupo con una identidad completamente única. Es una identidad de mar y tierra, pero enclavada en un espacio muy específico. Se le puede llamar una tribu urbana.

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Daniel Reyes, codirector de El Clavadista. Crédito: Cortesía.

La glorieta de El Clavadista, la explanada Rodolfo Sánchez Taboada, se vuelve un microcosmos donde esa pluralidad toma forma cotidiana. 

Los códigos que han forjado a lo largo de los años se mantienen como un lenguaje ya estandarizado entre ellos, afirma, mientras enfatiza la escucha atenta del “lenguaje del mar” como parte del trabajo diario de dicha comunidad.

El Clavadista: del paisaje a las personas

El proyecto nació en un contexto de crecimiento turístico tras la apertura de la carretera Mazatlán–Durango. En medio de esa narrativa de modernización, la pregunta que activó la investigación fue: “¿quiénes son los clavadistas?” 

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Clavadistas de Mazatlán, parte del documental El Clavadista. Crédito: Cortesía.

La historia que contamos, lo que pretende hacer es poner como énfasis al ser humano y no al paisaje. Al ser humano no como un elemento de adorno, sino que sin estos individuos no hay cultura”, así lo explica Alarriba.

La película, puntualiza, se propuso contar su historia y sus historias. La historia de la tradición que han forjado y mantenido. Todas las pequeñas historias que se esconden ahí. Esa perspectiva permite que el puerto deje de ser un simple telón de fondo para convertirse en el lugar donde se anclan biografías, oficios y aprendizajes transmitidos entre generaciones.

La vigencia de la práctica y su arraigo en la memoria local aparecieron con claridad el día del estreno en el Teatro Ángela Peralta

Fue muy conmovedor el poder tener esta generosidad de los clavadistas para recibirnos, para contarnos sus historias de la manera más honesta, recuerda.

Reconocimiento y trabajo cotidiano

Aunque la realidad diaria de los clavadistas sigue marcada por necesidades en su espacio de trabajo, el estreno trajo un gesto simbólico de reconocimiento institucional.

El día del estreno se les pudo entregar un reconocimiento de parte del Instituto de Cultura de Mazatlán como un elemento icónico de la cultura popular de aquí, dice Alarriba. 

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Reconocimiento a clavadistas de Mazatlán. Crédito: Cortesía.

Por otra parte, la tradición, agrega, también ha sido una forma de resilencia, la cual es retratada en el filme:Es algo que ha tenido una historia de resistencia. Creo que eso ha sido la historia de El Clavadista y una historia de muchísima conexión y de muchísimo orgullo para quienes somos de aquí de Mazatlán

El documental registra esa dimensión sin romantizarla, pues reconoce las problemáticas materiales y sociales que atraviesa el grupo y la centralidad de su oficio en la imagen del puerto.

Naturaleza, comunidad e impacto

La película insiste en la relación íntima entre cultura y entorno. Alarriba lo formula en términos que abarcan toda una vida:literalmente, desde la cuna a la tumba, los clavadistas tienen una relación con el mar, con el cielo, con las rocas, con las corrientes, con los cambios del oleaje”. Esa dimensión, que el equipo no anticipaba al inicio de la investigación, se transformó en uno de los ejes narrativos del documental.

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Parte de quienes conforman el documental El Clavadista. Crédito: Cortesía.

La película funciona, también, como un recordatorio de las condiciones en las que se sostiene la tradición: lo que ellos hacen al final es vivir una vida lo más digna posible. Están ahí no por una cuestión de adrenalina, de diversión, sino de un modo de vida.

El filme se hizo con recursos propios y a contracorriente de las dificultades de financiamiento. Para sus realizadores, más que un fin en sí mismo, la cinta es un puente entre comunidad y públicos diversos.

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Clavadista en Mazatlán. Crédito: Cortesía.

“Siempre lo vimos como la prioridad, el darles ese sentido de respeto y dignidad que era el punto de partida. Sabíamos, sobre todo, que más allá de hacer un documental para tener algunas proyecciones o festivales, lo que queríamos era que el documental se mueva a través del mundo digital porque permite mucho mayor acceso”, comenta Alarriba.

El proyecto apostó por una circulación independiente de la película, con la intención de generar apoyo directo. En elclavadista.com, el público puede ver esta historia por una aportación mínima de 20 pesos.

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Clavadistas del puerto de Mazatlan. Crédito: Cortesía.

Al final de todo, El Clavadista abre la posibilidad de reconocer otras formas de conocimiento y resistencia que habitan en el puerto. Para Fernando Alarriba, el mar funciona como punto de partida y metáfora. Un espacio donde confluyen la memoria, el trabajo y el deseo de contar.

De eso está hecha la naturaleza humana y creo que el cine documental nos da eso, visiones como muy en micro de comunidades, pero a la vez nos dan esta posibilidad de entendernos como seres universales, concluye. 

Desde esa perspectiva, El Clavadista no termina con los créditos finales. Permanece como una invitación a mirar el territorio con atención, a escuchar las voces que desde lo cotidiano construyen el relato de Mazatlán y su gente.

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