Una bióloga, un empresario agrícola y un constructor lideran tres organizaciones civiles para proteger los ecosistemas que brindan agua a millones de habitantes de Sinaloa.
En esta primera parte de un reportaje para NORO, la periodista sinaloense Norma Sánchez toca el tema de la escasez de agua en la región de Sinaloa. Para esto, habla sobre la importancia de la mejor gestión de las cuencas hidrológicas y de la labor de Conselva, una orghanización civil que cree que un futuro mejor en cuestión hídrica es posible.
Según la CONAGUA, la disponibilidad de agua para cada mexicano se ha reducido un 84% en los últimos 67 años y la tendencia se agravará debido a que cada año lloverá menos y lo almacenado en las presas se evaporará más rápido por el cambio climático.
La crisis hídrica está aquí. La escasez de agua afecta a cientos de comunidades mexicanas, y organizaciones civiles como Conselva, Costas y Comunidades (Conselva), Voces Unidas por el Agua y Fábricas del Agua Centro Sinaloa (FACES) han convertido la defensa del recurso hídrico en el estandarte de su lucha en Sinaloa, un estado reconocido por su rica producción agrícola y ganadera.
Ubicada en el pacífico mexicano frente al Golfo de California y colindante con los estados de Sonora, Chihuahua, Durango y Nayarit, Sinaloa cuenta con 11 ríos, entre ellos los ríos Presidio, Baluarte y Culiacán, alrededor de los cuales estas organizaciones trabajan para restaurar las zonas devastadas por la erosión y la deforestación desmedidas. Su enfoque principal son las cuencas.
¿Qué es una cuenca?
Una cuenca es un espacio territorial delimitado por las partes más altas de las montañas, donde se forman los arroyos que confluyen en un río que desemboca en un cuerpo de agua o en el mar. Hay una cuenca por cada río en el mundo y, por su naturaleza, son la unidad idónea para la gestión integral del agua que demandan los sectores productivo, empresarial y doméstico. Un manejo eficiente de la cuenca asegura la disponibilidad y la calidad del agua.

¿Por qué proteger las cuencas? Sandra Guido Sánchez, directora ejecutiva de Conselva, explica que las cuencas “son el territorio donde ocurre el ciclo del agua. Este ciclo empieza cuando el agua de mar se evapora y forma nubes que se van a las montañas, donde el vapor se condensa y precipita como lluvia, formando arroyos que se transforman en ríos que desembocan en el mar o se almacena en lagos o presas. Por eso decimos que las presas no producen agua, solo la almacenan. El agua se produce en las cuencas”.
De acuerdo con la ONU, el 25% de las ciudades del mundo ya experimentan escasez regular de agua y la tendencia actual apunta que 107 países del mundo no podrán suministrar de manera sostenible este recurso en 2030.
Mazatlán, uno de los principales destinos turísticos mexicanos, vive ya en estrés hídrico porque la demanda de agua supera la disponibilidad en determinados periodos del año. El crecimiento demográfico, la ausencia de políticas públicas y de corresponsabilidad social, entre otros factores socioeconómicos y ambientales, amenazan con llevarlo al déficit extremo. El agua es finita y las presas están lejos de ser la respuesta. La infraestructura gris no produce agua, solo la almacena, canaliza y distribuye.
La bióloga Sandra Guido y el empresario agrícola Ismael Díaz Murillo, desde el sur de Sinaloa, y el constructor Jesús Óscar Molina Favela, en Culiacán –capital de la entidad– se han propuesto regresarle la vida a las cuencas, el punto (real) de origen del agua. Acción social y justicia ambiental van de la mano.
Las presas no producen agua
Sandra Guido es fundadora y directora de Conselva, asociación civil constituida en 2008 en Mazatlán para asegurar la disponibilidad y calidad del agua en Sinaloa. Esta bióloga con maestría en Oceanología y especialidad en Ecología Marina dirige Conselva desde su fundación y cree en la participación ciudadana como motor del cambio social ambiental.
El trabajo de Conselva es amplio y reconocido. Cuenta con el respaldo financiero de organismos privados nacionales e internacionales, así como con alianzas con el sector público y privado. De esta manera ha logrado restaurar puntos críticos de las cuencas Presidio y Baluarte, ubicadas al sur de Sinaloa, y con ello aumentar la producción de agua superficial y subterránea. Su capacidad para desarrollar planes enfocados en la seguridad hídrica y programas de fortalecimiento ciudadano la distinguen.
“Yo creo profundamente en el poder de la sociedad civil para impulsar la agenda que evidentemente para el Estado, los tres niveles de Gobierno, no ha sido prioridad, al tener un visión muy reduccionista del tema ambiental. Solo con una agenda integral de acción ciudadana, empresarial y gubernamental se podrá asegurar la disponibilidad y la calidad del agua para el sur de Sinaloa”, dice la excoordinadora de la Alianza para la Sustentabilidad del Noroeste Costero (ALCOSTA), de México.
Las cuencas están captando cada vez menos agua porque se están degradando y el crecimiento demográfico y económico es exponencial. En los próximos 70 años habrá 30% menos de precipitaciones y las grandes obras de infraestructura resultarán disfuncionales.
En México se han delimitado 1471 cuencas hidrográficas que, con propósitos administrativos, la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) ha agrupado en 731 cuencas que a su vez conforman 37 regiones hidrológicas.
Mazatlán es el epicentro de grandes proyectos. Se habla de un corredor económico que lo conectará con el estado de Tamaulipas. También de un nuevo puerto y un gaseoducto proveniente de Arizona (Estados Unidos). Se menciona asímismo un ferrocarril que unirá dicha ciudad costera con Canadá y Estados Unidos. “Todo esto tiene un común denominador: la demanda de agua para responder a este gigantesco crecimiento económico y poblacional”, dice Sandra Guido.
Conselva busca derribar el mito de la infraestructura gris como única alternativa de solución a la escasez de agua, y por ello centra sus esfuerzos en la vegetación y el suelo: la infraestructura verde. En el ámbito ambiental, la infraestructura verde es el sistema natural que permite la gestión eficiente de los recursos hídricos, conservando la biodiversidad y aportando beneficios como calidad del aire, reducción de inundaciones, control de erosión, entre otros.

Para The Nature Conservancy, organismo con presencia en 72 países del mundo, la infraestructura verde debe verse como complemento a la infraestructura gris, “ya que de poco sirve conservar los bosques y otras áreas verdes en la ciudad, si luego el agua conservada se pierde en fugas en las tuberías o se contamina por no contar con sistemas adecuados de drenaje, tratamiento y reutilización del agua”.
En México hay 210 presas y los estados de Sinaloa y Sonora tienen 11 y 9, respectivamente. La disponibilidad del agua para el riego, consumo humano (agua potable) y generación de energía eléctrica bajo el modelo mexicano está más relacionada con las cuencas hidrológicas que con la infraestructura gris. No es difícil establecer la relación entre volumen de captación de agua ya precipitada y sequías.
Una de las regiones más críticas del país se ubica en el noroeste, justo al norte del estado de Sonora, colindante con el estado de Arizona, Estados Unidos. La Comisión Nacional del Agua de México ha encendido un foco rojo en esta región por el déficit extremo de agua superficial.

Sandra Guido explica que el impacto del cambio climático del suroeste de Estados Unidos genera un punto de calor que irradia hacia los estados de Sonora y Sinaloa, México, significando pocas lluvias para la región y un riesgo muy alto para la agricultura y la ganadería. La sequía es evidente en la zona.

Captar la mayor cantidad posible de agua a través de un suelo y vegetación sanos y un manejo integrado de la cuenca ayudará a mitigar los daños que parecen irreversibles. “La vegetación intercepta la lluvia y la canaliza suavemente al suelo. Si el suelo está sano, la va a absorber y la va a incorporar al manto freático, o sea, al agua subterránea. Pero si no tenemos suelo y no tenemos vegetación, no captaremos la poca o mucha agua que se precipita. Las cuencas Presidio y Baluarte tienen un tipo de suelo dominante que cuando está cubierto por vegetación que amortigua la fuerza erosiva de la lluvia, este suelo es capaz de infiltrar el agua de manera muy eficiente y recargar el manto freático. Si el suelo está desnudo, las gotas de lluvia golpean el suelo con mucha fuerza y forman una capa impermeable que se llama “ócrica”, que impide que el agua penetre al subsuelo. Por ello, la lluvia solo arrastra el suelo y lo erosiona”, explica la directora de Conselva.
Conselva tiene un modelo hídrico que permite identificar áreas prioritarias y aportar datos cuantitativos. Ha establecido alianzas con sectores productivos a través del Programa de Ganadería Sustentable y Resiliente para desarrollar planes de reforestación e incentivar la recarga de agua de los mantos freáticos para el consumo animal.

La organización civil ha recibido en dos ocasiones el Premio al Mérito Ecológico, uno a nivel nacional (2016) y el otro en Sinaloa (2020). Su apuesta por la acción ciudadana y la infraestructura verde se refleja en las redes ambientales en las que participan Sandra Guido y su equipo. “El futuro de aquí a 10 años que imagino es que ya realmente hayamos sido capaces de construir esta agenda integral por el agua, movilizando la acción ciudadana empresarial y social junto con gobierno”.
Conselva mantiene una premisa: “No podemos controlar la lluvia, solo podemos controlar lo que ocurre con ella cuando precipita. Las presas no producen agua, solo la almacenan”.