Una de las leyendas más emblemáticas de Sinaloa es la de «La Mujer de Blanco», un espíritu que, incluso después de su muerte, se dice que apareció en un baile y cautivó con su belleza a un joven desprevenido
Daniela Valenzuela / NORO
Al igual que en cada rincón de la república mexicana, Los Mochis guarda sus propias leyendas, las cuales cobran vida especialmente en vísperas de Halloween y Día de Muertos, como si un misterioso llamado las trajera de vuelta.
La ciudad no es la excepción y tiene una de las historias más aterradoras del país: la leyenda de una mujer vestida de blanco que, después de su muerte, se apareció en un baile y cautivó con su deslumbrante belleza a un joven, quien jamás imaginó que ella provenía del más allá.
La leyenda de «La Mujer de Blanco«
No se sabe con exactitud cuándo ocurrió esta leyenda, pero se dice que fue hace más de 80 años, durante una fría noche de invierno, aunque no se tiene certeza si fue en noviembre o diciembre.
Esa noche, una misteriosa mujer vestida de blanco apareció en un baile en la Pérgola, un lugar emblemático de Los Mochis que hoy en día funciona como mirador de la ciudad.
La historia cuenta que un joven asistió al baile junto a un grupo de amigos. Mientras sus compañeros rápidamente encontraban parejas para bailar, él se mantenía al margen, asegurando que ninguna de las chicas presentes había logrado cautivarlo.
Sin embargo, todo cambió cuando una deslumbrante mujer de blanco hizo su aparición. Su belleza lo hipnotizó al instante, por lo que el joven se acercó sin dudarlo a invitarla a bailar.
Cuando le pidió que bailara con él, la mujer respondió con un leve «sí», tan suave que parecía confundirse con un susurro del viento.
Desde ese momento, el joven se perdió en los grandes y oscuros ojos de la mujer, sintiendo que, al bailar, el mundo a su alrededor se desvanecía, como si estuvieran en una burbuja, con la música de fondo apenas audible.
A pesar de la calidez del baile, el joven notó que la mujer estaba fría al tacto, pero lo atribuyó al clima invernal, ya que la noche era gélida.
Sin embargo, a la medianoche, justo como en el cuento de Cenicienta, la mujer le dijo que debía marcharse. El joven, preocupado, se ofreció a acompañarla hasta su casa y, en el trayecto, le prestó su chamarra para protegerla del frío.
Un golpe de realidad
El joven asegura que, tras llevar a la chica hasta la puerta de su casa, le prometió que al día siguiente regresaría para verla y recoger su abrigo. Al día siguiente, fiel a su promesa, se dirigió a la misma casa y tocó la puerta.
Fue entonces cuando una mujer, que resultó ser la madre de la joven, lo recibió con una expresión de sorpresa. El chico, sin imaginar lo que estaba por suceder, le explicó que venía a buscar el abrigo que había prestado a su hija la noche anterior.
La señora, visiblemente conmocionada, invitó al joven a entrar y, con voz temblorosa, le reveló una aterradora verdad: su hija había muerto hacía varios años. El joven, incrédulo, insistió en que debía haber algún error, por lo que la madre, con pesar, le sugirió ir juntos al panteón para demostrarle la verdad.
Ambos se dirigieron al cementerio de la ciudad, y al llegar a la tumba de la chica, el joven vio algo que jamás olvidaría: su abrigo estaba cuidadosamente doblado sobre la lápida.
La realidad lo golpeó con fuerza. Apenas podía procesar la revelación de que la mujer que lo había cautivado la noche anterior, la misma a la que había acompañado hasta su casa, había fallecido años atrás, convirtiéndose en una leyenda.
Con información de El Debate y Esto es Sinaloa.
