La sequía amenaza la producción agrícola en Sinaloa, Sonora y Chihuahua, con un porcentaje muy bajo de tierras cultivables.
Ricardo Amador/NORO
La sequía que afecta a los estados de Sinaloa, Sonora y Chihuahua está generando una alerta en el sector agrícola, ya que se prevé una caída significativa en la producción de cultivos para el próximo año.
Según el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), la falta de lluvias redujo de forma crítica las reservas de agua en estas regiones, lo que podría limitar la siembra en más del 60% de las hectáreas agrícolas, esta situación representa un reto importante para el sector agrícola y para las economías locales, especialmente en comunidades rurales dependientes de la agricultura.
La situación es particularmente crítica en Sinaloa, uno de los estados con mayor producción de maíz y hortalizas en México. Juan Cortina Gallardo, presidente del CNA, advirtió que solo el 35% de las tierras de cultivo podrán ser sembradas el próximo año si no se registran lluvias significativas antes de diciembre.
La falta de agua golpea duramente a los agricultores, pues ya enfrentaban una reducción del 51% en la superficie sembrada de maíz durante la temporada 2023-2024, afectando tanto la producción como el valor económico del sector.
Este desplome generó un impacto en toda la economía de la región; la falta de ingresos por parte de los agricultores se extendió a otros sectores, como el comercio y los servicios, y los habitantes de comunidades agrícolas ya empezaron a experimentar dificultades financieras serias.
Consecuencias económicas y sociales de la sequía
La reducción en la producción agrícola no solo afecta a los agricultores, sino que también repercute en el bienestar económico de las regiones afectadas.
En Sinaloa, el valor de la producción de maíz cayó en un 55% en comparación con el ciclo anterior, pasando de $37 mil millones de pesos a solo $17 mil millones, esta disminución se traduce en una falta de circulante en la economía local, impactando desde la venta de bienes y servicios hasta la actividad de pequeños negocios.
Además, los efectos de la sequía se agravan debido a la concentración de la economía en el sector agrícola. Gerardo López Cervantes, profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa, señala que el modelo económico regional, que depende principalmente de actividades primarias, necesita diversificarse para reducir la presión sobre el uso de agua y así evitar crisis futuras; de no implementarse estrategias adecuadas, la región podría enfrentar un estancamiento económico prolongado.
Propuestas para enfrentar la crisis hídrica
Para contrarrestar los efectos de la sequía, el Consejo Nacional Agropecuario planteó algunas soluciones y trabaja junto con la Secretaría de Agricultura del gobierno federal en la búsqueda de alternativas.
Cortina Gallardo menciona que uno de los objetivos es rehabilitar las plantas de tratamiento de agua, ya que actualmente el 85% de ellas no están operando en el país. Asimismo, se propone mejorar la infraestructura de los canales de distribución de agua, los cuales presentan fugas considerables debido a la falta de mantenimiento.
Otra solución es la tecnificación del riego, una medida que podría optimizar el uso del agua en los cultivos y reducir el desperdicio. Este enfoque requiere inversiones en infraestructura y capacitación para los agricultores, así como la creación de una estrategia nacional a mediano y largo plazo para garantizar la disponibilidad de agua. Sin embargo, Cortina Gallardo aclara que estas soluciones no tendrán un impacto inmediato, por lo que el sector agrícola debe prepararse para enfrentar condiciones difíciles en los próximos años.
Impacto a largo plazo en el sector agrícola
La sequía también representa un desafío a largo plazo para el desarrollo económico de las zonas afectadas. Cristina Isabel Ibarra Armenta, presidenta del Colegio de Economistas de Sinaloa, advierte que la sequía podría reducir el PIB estatal entre un 1% y 2%, afectando principalmente a las comunidades rurales donde la agricultura es la principal fuente de ingresos.
La falta de agua en las presas, que operan a solo un 30% de su capacidad, es una señal de la necesidad urgente de planificar un uso sostenible de los recursos hídricos.
Los pequeños productores de granos, que constituyen el 60% de los agricultores del país, serán quienes más resientan el impacto de la sequía. Con ingresos reducidos y costos de producción elevados, muchos de ellos enfrentan la posibilidad de abandonar sus tierras.
En este contexto, la falta de agua no solo amenaza la producción agrícola, sino también la estabilidad de las comunidades rurales, lo que podría llevar a una migración de pobladores hacia áreas urbanas en busca de oportunidades.
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Fuentes: El Economista, Debate