En el sur de Sonora, donde los ecosistemas desérticos se entrelazan con los fértiles márgenes del Río Yaqui, Antonio Galicia encontró su vocación. Ambientalista, guía de naturaleza y líder de Galicia Outdoors, Antonio ha dedicado su vida a promover el turismo responsable.
Grecia Bojórquez/ NORO
El Río Yaqui, uno de los pocos en Sonora que mantiene un flujo constante de agua, es un refugio de biodiversidad y un espacio para la práctica del turismo responsable. En este contexto, Antonio Galicia, también ingeniero biotecnólogo, se convirtió en un defensor de la conservación del medio ambiente, fusionando su pasión por la naturaleza con el turismo sostenible.
El origen de un proyecto con conciencia ambiental
Antonio Galicia contó en entrevista para Noro que su interés por el medio ambiente comenzó hace años, pero fue al adentrarse en la naturaleza del Río Yaqui cuando descubrió su propósito de vida.
«Todo esto inicia cuando empiezo a salir al monte, en esa búsqueda de quién soy. El monte me ha dado esa razón de ser», explicó.
Aunque su formación inicial fue en ingeniería biotecnológica, fue la observación de los ecosistemas y la biodiversidad en el Valle del Yaqui lo que lo impulsó a profundizar en la educación ambiental. Galicia vio en el turismo una herramienta para sensibilizar a las personas sobre la importancia de la conservación de la naturaleza, especialmente en un entorno tan frágil como el sur de Sonora.
Su primer campamento formal como guía fue hace ocho años, pero su conexión con la naturaleza comenzó mucho antes, cuando trabajaba en un campamento en California, Estados Unidos, donde recibía personas de todo el mundo.
Para Antonio, la educación ambiental se da en la naturaleza misma, lugar que puede ser usado como una vía para educar sin lo tradicional como un salón de clases o un libro. Bajo este pensamiento nació su deseo por ofrecer experiencias en la naturaleza pero sin dejar de lado la consciencia por la conservación del medio ambiente.
En sus primeras experiencias al caminar por los cerros y el río, Galicia comenzó a identificar la estrecha relación entre los ecosistemas y la vida humana, y cómo la naturaleza actúa como espejo de los procesos internos de las personas. Fue en el Valle del Yaqui, un área crítica por sus problemas de gestión del agua, donde encontró su propósito.
El turismo responsable en el Río Yaqui
El sur de Sonora enfrenta grandes dificultades cuando se trata de promover un turismo sostenible. Galicia señaló que, aunque el área es rica en biodiversidad, hay un reto fundamental: la agricultura intensiva.
«El Valle del Yaqui ha crecido y se ha desarrollado alrededor de la agricultura», explicó. «Este es un valle con más de 120 años de historia agrícola, pero la forma en que se gestiona el agua y los recursos naturales ha tenido efectos devastadores en nuestros ecosistemas», detalló.
El turismo, según Galicia, puede ser un aliado para cambiar la percepción de la naturaleza, mostrando que los ecosistemas no deben verse solo como recursos explotables, sino como entornos que deben ser protegidos.
El Río Yaqui, que fluye durante todo el año, es uno de los pocos ríos permanentes en Sonora y sustenta la biodiversidad de la región. Galicia reconoció que, debido al escaso recurso hídrico, los ecosistemas son especialmente vulnerables.
Pese a lo que muchos podrían ver el lado negativo, Galicia ve en el turismo una gran oportunidad de crear una comunidad consciente de su entorno:
«El turismo es una forma de educar y generar conciencia. No es solo para disfrutar, sino también para entender que estamos en un territorio que necesita ser cuidado».
“Nuestros ríos, nuestro tesoro más grande”: Prácticas para un turismo consciente en el Río Yaqui
El Río Yaqui es hogar de una rica biodiversidad, y uno de los ecosistemas más importantes de la región es la selva baja caducifolia, un tipo de selva seca que se encuentra a orillas del río.
A lo largo del año, el río mantiene la vegetación y provee agua a una variedad de especies, incluyendo aves migratorias que vienen desde Canadá y Norteamérica. Sin embargo, la presencia humana puede tener un impacto negativo si no se manejan adecuadamente las prácticas turísticas.
«Lo que hace especial este entorno es la biodiversidad», explicó Antonio. «Aquí encontramos selvas bajas caducifolias, que son de las últimas al norte de América, y esta riqueza solo puede mantenerse si el turismo se realiza de manera consciente y respetuosa».
«Las prácticas más esenciales para un turismo responsable son las más simples, como no dejar huella, no dejar rastros y llevarnos solo recuerdos», aseguró Galicia.
Otro aspecto fundamental en la responsabilidad de este tipo de espacios naturales, es el manejo de la basura: «Cada visitante debe llevar consigo toda la basura que genere», explicó. «Es vital evitar la contaminación de los ríos, que son nuestro tesoro más grande».
Para Galicia, el impacto del turismo no solo se mide por la basura que se deja, sino también por el ruido. El Río Yaqui, siendo un refugio de aves migratorias, es un lugar de silencio, el cual no debe ser interrumpido por el bullicio de los turistas.
«El ruido puede ser tan dañino como la contaminación visual o física», comentó. «Las aves y otros animales que habitan aquí se ven desplazados, y eso afecta el equilibrio del ecosistema».
Nuestras Raíces: la cultura como motor
Por otro lado, el evento Nuestras Raíces, que Galicia organiza anualmente, juega un papel fundamental en la promoción de un turismo más consciente. Este evento no solo es un festival de música y arte, sino también una plataforma para reflexionar sobre la identidad y la cultura del noroeste de México.
«La cultura y el arte son herramientas poderosas para transmitir el mensaje de la conservación», enfatizó Galicia. Este enfoque no solo busca atraer turistas, sino también fomentar un entendimiento más profundo de la región.
Asimismo, Galicia también resaltó la importancia de las tradiciones locales, como la cosmovisión de los Yaquis, quienes ven el monte como un espacio sagrado.
«El respeto por la naturaleza es algo intrínseco a nuestra cultura», explicó. «Todo tiene su razón de ser, y aprender de las etnias nos ayuda a comprender la necesidad de vivir en armonía con nuestro entorno».
Para Galicia, el turismo responsable es un puente para conocer y apreciar la riqueza que el noroeste ofrece. Tener en claro que somos parte de la naturaleza y no dueños de ella, es un enfoque que Galicia tiene claro, el cual los visitantes del Valle del Yaqui deben de seguir.
“El noroeste somos nuestros montes, somos nuestros ríos, son nuestros cerros, somos nuestros océanos. Entonces creo que hay un puente muy bello y muy bonito que se pueda incorporar por medio del turismo para conservar”, enfatiza.
“Esto es una revolución pacífica”: el cuidado del agua
A través de su trabajo, Antonio Galicia ha logrado crear una red de colaboración entre artistas y turistas conscientes que buscan formar parte de una comunidad que respeta la naturaleza mientras disfruta de ella.
En una región donde el agua es un recurso escaso y valioso, Galicia tiene clara la necesidad de equilibrar la actividad turística con la conservación, no solo en algunos sectores de Sonora, sino en toda la región.
“Esto es una revolución pacífica. Informar y educar es nuestra manera de definir el rumbo del mundo. Al final, el cuidado de nuestro entorno y del agua es el cuidado de nuestra raíz”, concluyó Galicia.
En un mundo donde la sostenibilidad se está convirtiendo en un tema urgente, iniciativas como la de Antonio Galicia en el Río Yaqui ofrecen un modelo a seguir. Al combinar la conservación ambiental, la educación y la cultura local, Galicia demuestra que se puede disfrutar del turismo sin destruir los recursos que lo hacen sostenible.