Las carnes asadas son una tradición que une a familias y amigos en el noroeste de México, especialmente en Sonora. Pero, ¿esta tradición podría tener consecuencias ambientales?

Daniela Valenzuela / NORO
En el noroeste de México, pocas cosas son tan representativas de la vida social como una buena carne asada. Reunirse junto al río, encender la parrilla y convivir con familia o amigos es una imagen recurrente en la memoria colectiva de los sonorenses.
Sin embargo, esta práctica tan arraigada también tiene un costo ambiental que con frecuencia pasa desapercibido.

Lourdes Canizales, bióloga y estudiante de la maestría en Ciencias y Recursos Naturales, compartió algunas reflexiones sobre los impactos que estas actividades pueden tener en los ecosistemas ribereños.
“Existe evidencia de que las carnitas asadas en los ríos de Sonora pueden generar un impacto ambiental negativo”, señaló para NORO.
Si bien no se especializa en temas de contaminación, Canizales advierte que hay elementos que deberían considerarse con más seriedad por quienes frecuentan estos espacios naturales.
Una tradición popular… ¿sin regulación?

Las carnes asadas en ríos y arroyos no son una moda reciente. En estados como Sonora, Sinaloa y Baja California, se han convertido en una forma típica de disfrutar fines de semana, sobre todo en temporadas de calor.
Según datos del INEGI (Encuesta Nacional sobre Práctica de Actividades Culturales y Deportivas, 2020), el 56.7% de los sonorenses señaló que su principal actividad recreativa al aire libre era reunirse a comer con familiares y amigos, y en muchas ocasiones esto incluye preparar carne asada en espacios naturales.
Los ríos más visitados en Sonora para esta práctica incluyen el río Sonora, el río Yaqui y afluentes menores como el río Cocoraque o el río San Miguel.
Sin embargo, muchos de estos espacios carecen de infraestructura básica como botes de basura, baños, áreas señalizadas o personal de vigilancia.


“En el caso de la basura, nos toca a nosotros recoger nuestra propia basura y llevárnosla”, explicó Canizales. “Nosotros somos responsables de lo que estamos haciendo”.
La falta de regulación y de conciencia ambiental convierte a estas reuniones en potenciales focos de contaminación, especialmente cuando se combinan con el uso de vehículos, fogatas mal apagadas y consumo desmedido de plástico.
¿Qué tanto daño puede causar una carne asada?

Más allá de la simple imagen de una parrilla junto al río, las carnes asadas pueden provocar múltiples afectaciones a los ecosistemas.
El primero y más evidente: la basura. Canizales explicó que los residuos sólidos generados como lo son los plásticos, aluminio y restos de alimentos, pueden terminar dentro del cauce del río y ser arrastrados hacia otras zonas: “Esta basura es transportada por los ríos hacia aguas abajo y lleva la basura a otros sitios… es una pequeña cadena de transporte de basura”, declaró para NORO.
Además de los residuos visibles, hay otros menos obvios pero igual de peligrosos. Uno de ellos son los microplásticos, que se generan cuando ciertos objetos como tapas de botella se fragmentan con el tiempo.
“Esto lo consumen la fauna que está ahí, pueden ser algunos anfibios o algunos peces, que después son consumidos por otros animales. Esto se llama biomagnificación”, explicó Lourdes.
El problema, agregó, es que los contaminantes se van acumulando en la cadena alimenticia y pueden tener efectos nocivos en especies mayores, como aves o incluso mamíferos.
Otro aspecto crítico son los derrames de hidrocarburos, provocados por la entrada de carros, cuatrimotos u otros vehículos cerca de las zonas húmedas. “Eso sí afecta mucho también a los ríos y en general a todo el ambiente… el suelo, la flora y la fauna que está ahí”, señala la bióloga.

A esto se suma la contaminación auditiva. Las bocinas, risas y música alta no solo interrumpen la tranquilidad del entorno, sino que también ahuyentan a la fauna local. “Las aves son muy sensibles a los ruidos… igual pasa con algunos reptiles y mamíferos”, dijo Canizales.
Cuando un sitio natural es visitado constantemente por humanos, las especies se ven obligadas a desplazarse a otros lugares para acceder al agua o al alimento, exponiéndose a riesgos como depredadores o accidentes carreteros.
Y, aunque suele minimizarse, el uso de fogatas puede tener consecuencias graves. “Si es mucho lo que estamos dejando ahí, pueden seguir generando emisiones de carbono o incluso provocar incendios si no se apagan bien”, advirtió.
¿Se puede seguir esta tradición sin afectar al medio ambiente?

La respuesta no es necesariamente dejar de hacer carnes asadas, sino hacerlas de forma responsable. Lourdes Canizales insistió en que la clave está en la conciencia ambiental. “En general hacer carnitas asadas en cualquier lugar no genera mucho impacto si somos responsables«, afirmó.
Algunas de sus recomendaciones incluyen:
- Llevar recipientes reutilizables: evitar el uso de platos, vasos y cubiertos desechables.
- Recoger toda la basura, incluyendo la orgánica, para evitar la proliferación de especies invasoras o alterar la dieta de la fauna local.
- No tirar restos de bebidas o aceites al suelo o al agua.
- Evitar introducir vehículos cerca del cauce del río, para prevenir derrames de gasolina o aceite.
- Reducir el ruido, en especial en zonas donde la fauna es activa.
- Apagar completamente las fogatas, asegurándose de no dejar brasas encendidas.
- Reflexionar sobre el consumo de carne, no necesariamente dejar de consumirla, pero sí considerar su impacto ambiental.
Finalmente, Canizales concluyó: “En un parque urbano hay botes de basura y menos fauna; en el monte, no hay quien nos regañe si dejamos basura o hacemos ruido, pero hay más impacto ambiental porque no somos tan conscientes de cuidar el monte”.
Con información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).