Esta entrada también está disponible en: EN (Inglés)
El último fusilamiento en Sonora se llevó a cabo durante la madrugada del 18 de junio de 1957, en contra de los “sátiros” Juan Zamarripa y Francisco Ruiz Corrales, por agresión sexual y asesinato en contra de dos menores de edad.
Dos casos de violencia sexual ocurridos en la década de 1950 en contra de menores de edad en Sonora llevó a ambos infanticidas hasta el paredón de la antigua Penitenciaría Estatal de la ciudad de Hermosillo, en las faldas del Cerro de la Campana, para realizar el último fusilamiento registrado en el estado, el 17 de julio de 1957.
A pesar de que muchas personas puedan pensar que se trata de criminales que actuaron juntos, se trata de casos ajenos y aislados uno del otro. Uno de ellos ocurrió en 1950 en Vícam; el otro, en 1956, en la ciudad de Hermosillo.

Ignacio Lagarda Lagarda, cronista municipal de Hermosillo, informó que este tipo de criminales eran llamados “sátiros”, debido a los actos lascivos, obscenos y atroces que derivaron en la muerte de dos menores de edad.
El cuerpo flotando en el Río Yaqui
El primero ocurrió en el año de 1950, en Vícam, pueblo del municipio de Guaymas, cuando el cuerpo sin vida de una niña apareció flotando en las aguas de un canal en el Río Yaqui y fue reportada por un par de indígenas.
Las investigaciones apuntaron a don Juan Zamarripa, un soldado del cuartel militar de Esperanza, pero acantonado en la sierra, quien en un estado de ebriedad o bajo la influencia de alguna droga, ingresó a una vivienda donde se encontró a una niña, de alrededor de 3 años de edad, a la que se llevó, violó y mató para después arrojar sus restos al río.

“Ese hombre fue sentenciado y comprobado totalmente lo que había hecho, y fue internado en la antigua penitenciaría de Hermosillo, en el Cerro de la Campana”, comentó el cronista.
La niña de los tomates
Posteriormente, en el año 1956 aproximadamente, un vecino de la colonia 5 de Mayo, en la ciudad de Hermosillo, aprovechó que una niña de 7 años de edad, ayudaba a su madre mesera del bar ‘Gandarita’, en el primer cuadro de la ciudad vendiendo tomates.
El obrero Francisco Ruiz Corrales secuestró y la llevó a lo que ahora es el Country Club, en las inmediaciones del Casino del Diablo, donde abusó de ella para después quitarle la vida.

Luego de realizar las investigaciones, las autoridades dieron con el asesino y fue detenido para ser encarcelado en la misma penitenciaría mientras que dictaba su sentencia, que en este caso fue la pena de muerte por fusilamiento.
La madrugada del último fusilamiento
En Sonora se desataron diversos casos parecidos con delitos sexuales y otras agresiones, por lo que el gobernador Alvaro Obregón asumió el compromiso de realizar el fusilamiento de los criminales luego de ser sentenciados por los juzgados.

Fue durante la madrugada del 18 de junio del año 1957 cuando se ejecutó la orden del último fusilamiento legal en el estado de Sonora y el pelotón procedió a la ejecución de Don Juan Zamarripa y Francisco Ruiz Corrales a las 5:05 horas.
“Después del fusilamiento legal fueron sepultados en el panteón de la calle Yáñez, pegados a la barda poniente y paradójicamente cerca de ahí estaba sepultada la niña de Hermosillo que vendía tomates, que por cierto, la historia dio pie a una novela titulada ‘La niña de los tomates’ por un escritor hermosillense”, dijo.

Los crímenes cometidos por los “sátiros” en contra de ambas niñas impactaron a la sociedad, sin embargo, años antes ya se habían realizado diferentes fusilamientos legales por otro tipo de delitos en 1931.
Lagarda Lagarda destacó que después, en el año 1974 se reformó el código penal en Sonora y desapareció la pena de muerte por fusilamiento en el estado.