En el noreste de Sonora yacen las ruinas de un pueblo con una historia tan intrigante como trágica: Buenavista.
Fundado en 1617, Buenavista quedó sumergido en 1952 bajo las aguas de la presa Álvaro Obregón, en Sonora. Sin embargo, en tiempos de sequía, las ruinas del antiguo pueblo emergen, revelando fragmentos de un pasado sumergido.
La historia del adiós al pueblo data desde 1946, cuando el gobierno mexicano aprobó la construcción de la presa Álvaro Obregón para abastecer de agua al Valle del Yaqui, un proyecto que prometía progreso a costa de sacrificar a varias comunidades, incluyendo Buenavista.
En 1952, aproximadamente 50 familias fueron desalojadas y reubicadas en el nuevo Buenavista, la colonia Cumuripa en Ciudad Obregón, y la colonia Ejidal en Esperanza. Los residentes originales del pueblo dejaron atrás sus hogares y sus historias.
Muchas familias se vieron obligadas a huir precipitadamente, dejando la mayoría de sus pertenencias mientras el agua comenzaba a inundar sus casas. Esta abrupta migración marcó el fin de una era para la comunidad que había prosperado gracias a la agricultura, ganadería y el paso del tren.
Para los descendientes de los antiguos pobladores, visitar las ruinas de Buenavista es un viaje emocional. Antonio Gutiérrez Lugo, presidente de bienes comunales de Buenavista, expresó la mezcla de nostalgia y orgullo que siente al ver los vestigios de su antiguo hogar.
“Nos llena de nostalgia el ver las ruinas y los recuerdos donde nuestros papás y abuelos aquí se forjaron y vivieron”, comentó.
Por otro lado, Martina Gutiérrez Zayas, habitante de Buenavista e integrante de una de las primeras familias que llegaron al nuevo pueblo, recuerda las historias de su abuela exhumando los restos de su esposo y llevándolos consigo al nuevo asentamiento.
Los nuevos pobladores se establecieron en la nueva ubicación y continuaron construyendo sus vidas, siempre manteniendo vivos los recuerdos del antiguo Buenavista.
Las ruinas de Buenavista han emergido varias veces desde su inundación, principalmente en 2003, 2022 y nuevamente este 2024, debido a la disminución de los niveles de agua en la presa por la falta de lluvias.
Mientras que para algunos habitantes es conmovedor ver los cimientos de su antiguo pueblo, otros se preocupan por la grave sequía que esto refleja.
Gabriel Valenzuela Gutiérrez, habitante de Buenavista y guía turístico, destacó que la exposición de las ruinas es un hecho histórico:
“Para nosotros como habitantes de esta comunidad es afortunado porque podemos apreciarlo, pero también es desafortunado porque falta el agua”, señaló.
La aparición de las ruinas es un recordatorio claro de los cambios climáticos y la necesidad de gestionar adecuadamente los recursos hídricos tanto en Sonora, como en el mundo.
Ante la reaparición de las ruinas, los habitantes del nuevo Buenavista han encontrado una oportunidad para compartir su historia. Un ejemplo es Gabriel Gutiérrez, guía turístico, quien organiza recorridos en lancha para mostrar las ruinas y contar las historias de sus antepasados.
Los recorridos, que duran aproximadamente una hora, ofrecen una visión del pasado de Buenavista. El interés por visitar las ruinas es significativo, especialmente durante los fines de semana.
Durante el paseo los turistas pueden apreciar las tumbas, la escuela y la iglesia que alguna vez fueron el corazón de la comunidad. Además, pueden observar la construcción del acueducto yaqui, una obra que sigue vigente y que también tiene un valor histórico importante.
Hay que resaltar que esta actividad turística no solo ayuda a preservar la memoria del pueblo, sino que también proporciona ingresos a los habitantes del nuevo pueblo.
Por su parte, Luis Enrique Armenta Valenzuela, encargado de la iglesia de San Carlos Borromeo en el nuevo Buenavista, aboga por el reconocimiento de las ruinas como patrimonio histórico del estado.
Dicho reconocimiento ayudaría a conservar mejor las ruinas y evitaría que las personas extraigan ladrillos u otros elementos como recuerdos.
El antiguo Buenavista no solo tiene importancia histórica para los descendientes de sus fundadores, sino también para la región del Valle del Yaqui. Por ello, la preservación de las ruinas es crucial para mantener viva la memoria de una comunidad que sacrificó todo por el progreso.
Con información de El Diario del Yaqui, El Imparcial y Expreso.
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