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Fonda de Cantón: el hotel en Mazatlán que en 1850 hospedaba a ‘piratas’ y poetas

El Hotel de Luëng-Sing en Mazatlán tenía un restaurante al interior llamado Fonda de Cantón, un lugar que recibió a buscadores de oro y al poeta Bayard Taylor  

La historia de Peter Pan hace ver a los piratas de los siglos pasados como personajes de historias de fantasía, pero sin duda existieron. A mediados de 1550 se tuvieron las primeras apariciones de piratas en el Golfo de México, muchos de ellos enviados por Francia e Inglaterra como corsarios para saquear los barcos españoles que transportaban riquezas. 

Los corsarios John Hawkins, Francis Drake y Thomas Cavendish fueron tres de los piratas más famosos en recorrer los mares mexicanos. Pintura atribuida a Daniël Mijtens.

En Mazatlán se cree que las primeras manifestaciones de turismo se dieron alrededor de 1587, coincidiendo con la llegada de piratas.

Una de las historias de piratas más famosas es la de Thomas Cavendish, un pirata que según registros llegó al puerto a descansar y abastecer su barco; días después zarpó para perseguir al galeón español Santa Anna, el cuál saqueó, obteniendo un botín de más de 60 mil monedas de oro, telas finas, piedras preciosas y más tesoros. Este fue el primer gran ataque a un buque español y marcó un periodo de más de 100 años de piratería a las flotas españolas. 

Casi 300 años más tarde, el turismo se reforzó con la aparición de hoteles o mesones, y uno de los primeros en aparecer fue de un inmigrante chino de nombre Luëng-Sing. Este fue construido en 1850 con un restaurante al interior llamado Fonda de Cantón, siendo el primero de este tipo. Durante esta época, Mazatlán se empezó a llenar de “piratas”, más modernos a los que se describen en los cuentos, estos más bien eran hombres atraídos por la Fiebre del Oro que se vivió en California entre 1848 y 1855.

Crédito: Antonio Lerma Garay

El historiador Antonio Lerma Garay escribió en “Los Inicios del Turismo en Mazatlán”, sobre la presencia de viajeros estadounidenses que llegaban desde la Costa Este a puertos mexicanos como Veracruz y Tampico, después cabalgaban hasta Mazatlán para embarcarse hacia San Francisco en busca de oro.  

Bayard Taylor y su experiencia en la Fonda de Cantón

Lerma Garay relata que en 1850, Mazatlán fue visitado por Bayard Taylor; un poeta, crítico literario, traductor, autor de viajes y diplomático. El estadounidense eligió primero para hospedarse, el mesón “Gallo de Oro”, sin embargo su interés se centró en la Fonda de Cantón, a la cual le dedicó unas palabras en sus textos después de su agradable experiencia. 

Bayard Taylor

“La Fonda de Cantón, un hotel chino, operado por Luëng-Sing, uno de los más corpulentos y dignos de todos los Celestes. Su ancho rostro, casi igual en circunferencia que el gong que Chin-Ling, el mesero, tocaba tres veces al día en la puerta, destellaba con una consideración paternal por sus clientes. Sus ojos oblicuos, a pesar de todo, su parpadeo por cualquier oportunidad, parecían contentos por naturaleza y su faja espaciosa hablaba muy bien de vivir obesamente para admitir cualquier duda acerca de la calidad de su mesa”, relató. 

Bayard Taylor que fue más conocido como “un escritor de viajes” que poeta,  aseguró que no había resistencia a las atracciones del hotel de Luëng-Sing: “El lugar estaba desbordado por nuestros pasajeros, los cuales casi habían terminado con las existencias de huevos, leche y verduras del mercado. La Fonda de Cantón estaba atestada; todos los cuartos estaban llenos de mesas, y grupos alegres, como niños disfrutando de un día de fiesta, estaban apilados en el patio sombreado por palmeras”, describió sus primeras observaciones. 

Crédito: El Debate

Según Taylor, el mesero Chin-Ling no podía cumplir con la mitad de las órdenes; lo llamaban de todos lados y todos lo regañaban al punto de asustar con su “cara amarilla”. Han pasado más de 170 años de la visita de este turista del mundo y su descripción de Mazatlán todavía podría ser similar a lo que viven quienes visitan el puerto sinaloense.

“El sol estuvo intensamente caluroso hasta cerca de la noche, y me enfebrecí corriendo detrás del equipaje, permisos y pasaportes. No me apené cuando el cañón del vapor, al anochecer, señaló su partida, y me quedé en compañía y con la hospitalidad de mi amigo Luëng-Sing. Después que los jugadores de monte habían cerrado su banco en una de las habitaciones y los clientes se habían retirado, Chin-Ling metió un pequeño catre y me preparó una muy buena cama, en la que dormí casi tan profundamente como si hubiera sido un suave tablón”, expresó.

¿Te imaginas ir de vacaciones a Mazatlán en esa época?


Fuente: Antonio Lerma Garay, Mazatán Interactivo

Sofía Isadora Salazar

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