Desde hace años, la especie invasora se estableció en la laguna Náinari, y su rápida reproducción ha causado una disminución significativa de la flora y fauna nativa
Desde 2019, la presencia del pez diablo en la Laguna Náinari, localizada en Ciudad Obregón, Sonora, ha experimentado un aumento significativo, lo cual ha revelado una reproducción acelerada y preocupante.
Esta situación representa una seria amenaza para la flora y fauna endémica de la zona, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico del ecosistema acuático.
La proliferación descontrolada de esta especie invasora ha generado una disminución notable en las poblaciones de especies nativas, afectando negativamente la biodiversidad y la salud ambiental del área protegida.
El pez diablo
Su nombre científico es Hypostomus plecostomus, aunque es comúnmente conocido como el pez diablo en gran parte de Latinoamérica debido a su impacto perjudicial en los ecosistemas donde se introduce.
Originario de Sudáfrica, este pez exhibe una notable capacidad de adaptación y resistencia. Una de sus características distintivas es la ausencia de escamas, sustituidas por cartílagos y espinas que protegen su cuerpo.
La especie ha aprovechado las lluvias y ciclones para dispersarse por diversos cuerpos de agua en México y establecerse, adaptándose a las condiciones climáticas locales. Además, el pez diablo muestra una extraordinaria resistencia, siendo capaz de sobrevivir hasta 14 horas fuera del agua corriente.
La alimentación del pez diablo se basa en algas, huevos y crías de otras especies, lo que hace que su presencia en México sea perjudicial.
La llegada del pez a México
En el año 1995 se registró por primera vez la introducción del pez diablo en México. Desde entonces, esta especie ha ido extendiéndose gradualmente por múltiples estados de la república, dando lugar a una problemática emergente debido a las numerosas repercusiones que conlleva su presencia en cada ecosistema afectado.
La competencia por recursos alimenticios y hábitats, así como la depredación sobre especies locales y vulnerables, son algunas de las consecuencias negativas que trae la presencia del pez diablo.
Además, su introducción puede alterar los ciclos naturales y los equilibrios ecológicos establecidos, generando desafíos adicionales para la conservación y la gestión sostenible de los recursos naturales.
Por lo que, la propagación del pez diablo en México representa un desafío ambiental significativo que requiere estrategias efectivas de monitoreo, control y manejo para mitigar sus impactos adversos y preservar la salud de los ecosistemas acuáticos en todo el país.
El pez en la laguna Náinari
En el año 2019 se detectó por primera vez la presencia del pez diablo en la Laguna Náinari en Ciudad Obregón, Sonora. Desde entonces, el lugar ha experimentado un creciente impacto, con un aumento de su reproducción y presencia que ha alcanzado hasta un 500 por ciento en la actualidad.
Por su considerable reproducción acelerada, José Alfredo Bahena Catalán, biólogo y subdirector de Desarrollo Rural Cajeme, afirmó que aproximadamente el 50 por ciento de la población total de la especie que habita la laguna son peces diablo, afectando directamente la reproducción de la lobina y la carpa
En 2019, se detectó que la población total de la especie era del por ciento, por lo que solo bastaron dos años después para que esta incrementará en un 25 por ciento, hasta llegar al año actual, 2024, con cifras alarmantes.
Medidas para erradicar o disminuir la presencia del pez
En 2023, las autoridades del estado tomaron la decisión de secar la Laguna Náinari para evitar que la población aumentará. El proceso se llevó a cabo en tres etapas. En la primera etapa, se bombeó el agua hacia el drenaje y se retuvo el pez mediante filtros.
La segunda etapa consistió en limpiar la laguna y dejarla secar durante un mes. Finalmente, la última etapa consistió en introducir el agua e iniciar de nuevo desde cero.
Actualmente, las autoridades están implementando extensas jornadas de extracción de la especie. En la primera de estas operaciones, se logró extraer alrededor de 200 peces de este tipo, y se planea continuar con más jornadas de extracción en el futuro cercano. Además, de monitorear y analizar qué medidas se pueden acatar ante tal problemática.
Con información de National Geographic, El Imparcial, Milenio y Cultura Colectiva.
