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El nearshoring representa una gran oportunidad para México, pero también plantea retos que requieren de visión a largo plazo y voluntad política y empresarial
El nearshoring, la práctica de trasladar la producción a países cercanos para reducir costos y tiempos de entrega, ha generado una derrama económica significativa en México. Hasta la fecha, el nearshoring ha producido inversiones de alrededor de 13 mil millones de dólares en el país, provenientes de cerca de 20 empresas, la mayoría pertenecientes al sector automotriz y de autopartes, entre las que destacan Tesla y BMW.
Pese a los beneficios evidentes, expertos advierten que México necesita emprender reformas clave para aprovechar a fondo las oportunidades que ofrece el nearshoring. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha identificado tres reformas esenciales: incrementar la inversión en infraestructura y educación, ampliar las bases tributarias y mejorar el uso de impuestos como el predial.
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Además, se deberían agilizar las regulaciones para la creación de empresas, fomentando la formalidad y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (Pymes). También, la OCDE enfatiza la necesidad de facilitar la integración de más mujeres al mercado laboral.
En términos de beneficios, el nearshoring promete importantes avances económicos para México a corto, mediano y largo plazo. Según el Consejo de Empresas Globales (CEG), el nearshoring podría generar de 2 a 4 millones de empleos para 2030 y recibir entre 30 y 50 mil millones de dólares anuales. Además, el nearshoring podría aumentar el PIB de México entre 1.5% y 2.5% a largo plazo y aumentar la productividad laboral entre 15% y 30% para 2030.
Las áreas claves para afrontar los retos y oportunidades del nearshoring
Para maximizar los beneficios de la estrategia internacional, el CEG ha identificado siete áreas clave para reforzar esta actividad en el país, incluyendo el desarrollo del capital humano, la implementación de un sistema energético sostenible, la mejora de la infraestructura crítica y la conectividad, y la promoción de la innovación e investigación.
Asimismo, se marca como esencial el desarrollo de proveedores y el encadenamiento de las MiPyMES, la simplificación y homologación comercial. También entre las más importantes el garantizar la seguridad, lo que significa ofrecer un estado de derecho que genere confianza a los inversores.
No obstante, México enfrenta el riesgo de perder estas oportunidades si no se abordan estos desafíos de manera oportuna y eficaz. Según el CEG, México tiene una ventana de oportunidad no más de seis años para atraer estas inversiones de nearshoring. Si no se actúa de manera oportuna, el país podría perder la posibilidad de generar millones de empleos y en unos años tener una derrama económica de gran importancia.
Una apuesta segura en el corto plazo sería impulsar la inversión en infraestructura y educación. Los efectos de estas medidas se sentirían de manera inmediata, creando empleos y elevando la calidad de la fuerza laboral, a la vez que se sientan las bases para el desarrollo a largo plazo. La inversión en educación, en particular, podría tener un efecto multiplicador en el desarrollo económico, preparando a las nuevas generaciones para los retos y oportunidades del futuro.
Lo que antes se creía de que el mundo sería globalizado y que las empresas estuviera diversificadas en muchas regiones ya no suena como una idea atractiva por los riesgos que esto implica, entre la certidumbre geopolítica e incluso riesgos como la pandemia, que mostró lo frágil que se pueden romper las cadenas. México está en su mejor momento para aprovechar la nueva visión de regionalización y el noroeste podría ser una de las regiones más beneficiadas del nearshoring.
¿Tú qué crees que se deba hacer para aprovechar este fenómeno?
Fuente: El Heraldo de Juárez, El Financiero, Forbes, Milenio, El Economista.
