“Los porfirianos eminentes son, psicológicamente hablando, su atuendo del día. Para los hombres: la chistera, los bigotes rizados, los guantes, las mancuernillas con diamantes; para ellas, el maquillajes al “dernier cri”, el vestido preparado según instrucciones del cliente y recortes de revistas francesas”.
La estructura de la Revolución Mexicana dependía de la clase social a la que pertenecía una persona. Se otorgó a las autoridades el poder de imponer multas y multas a quienes no usaban pantalones (en este período, los residentes a menudo usaban pantalones de alfombra). Estas prendas expresan el trasfondo social y político de la gente del país. Estos estilos tenían un cierto carácter que creaba un diálogo que continúa hasta el día de hoy. A continuación presentamos la vestimenta que define al movimiento armado:
Mujeres de pie hombro con hombro con sus hombres en la batalla. Cocineras, enfermeras, madres, esposas, consejeras, ayudantes y hasta sin habla son las mujeres de la revolución que, con fusiles perfectamente combinados con sus bufandas, demuestran que la feminidad es excelencia y que la belleza de dama no significa. algo.
Lucha con valentía.
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Los disfraces de charro son conocidos por todos los mexicanos. Negro, con distintivos revestimientos de metal dorado y plateado y un sombrero clásico, los portadores de este atuendo son elementos utilizados por un grupo de voluntarios llamados “rurales” cuya misión es dar caza a los ladrones y asaltantes que están destruyendo el territorio. El traje descrito en este período es un símbolo de seguridad.
Una figura importante en la historia mexicana de los siglos XIX y XX. Su conciencia estética y su gusto por la arquitectura se pueden ver en edificios como el Palais des Arts, que encargó. Su estilo también es inseparable del gusto refinado y es muy ostentoso. No cabe duda de que su ropa está llena de aire burgués y deja de lado la sencillez y la austeridad. La próxima reelección ha sido recordada por sus sombreros de plumas, uniformes a la medida e insignias que insinúan su estrategia militar.
Cuando uno piensa en la revolución, uno de los principales nombres que viene a la mente es el de Emiliano Zapata, quien luchó incansablemente bajo la consigna “Tierra y Libertad”. Con su bigote, cejas pobladas, ceñido sombrero que nunca deja sus mejillas y su rifle, se convirtió en una de las figuras más populares entre los mexicanos. Su lucha inspiró a grupos e individuos, especialmente al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a buscar justicia basada en sus ideales.
José Doroteo Arango o “El Centauro del Norte” fue un revolucionario mexicano que, a pesar de ser analfabeto, supo marcar sus propias normas que lo guiaron en sus ideales y lucha. Se convirtió en gobernador de Chihuahua y estableció 50 escuelas en un mes. Tiene una visión crítica del mundo. Su imagen es una de las más icónicas cuando se trata de la Revolución Mexicana. El líder del movimiento tiene un bigote cuidado y diferentes tipos de sombreros, pero siempre tiene una pistola y balas colgando de su pecho.
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