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7 poemas que te cambiarán la vida

Los siete poemas que siguen ocultan profundos secretos de la humanidad, revelando así la motivación necesaria para redescubrir nuestro camino extraviado. Desde Bukowski y Whitman hasta Benedetti Hentley, estos poemas trascienden el tiempo en su intento de inspirar nuestro día a día. Son versos que transformarán tu existencia.

En ocasiones, la vida nos golpea sin piedad y nos somete a pruebas con sus peores embates. Sin embargo, numerosos filósofos han afirmado que detrás de cada experiencia que nos sucede existe un propósito. Ya sea de origen divino, espiritual o circunstancial, el significado de nuestra cotidianidad reside en nuestro propio ser. Darle sentido a los acontecimientos, ya sean buenos o malos, es una de las claves para alcanzar un equilibrio mental que nos permita disfrutar de los placeres de la vida.

Destacados literatos y talentos femeninos de las letras han explorado temas como la libertad, la esperanza, la perseverancia, la voluntad y el amor propio. A través de sus vivencias y aprendizajes diarios, estos grandes escritores han plasmado la esencia de la humanidad en versos. ¿Qué secretos guardan las líneas de los mejores poetas? ¿Qué mensaje transmiten esas antiguas palabras décadas después de haber sido escritas? ¿Cómo es posible que un puñado de autores haya creado poemas capaces de transformar tu vida?

Charles Bukowski, “Lanzar los dados”

El poeta inglés maldito de renombre presenta en estos versos una invitación a aquellos que se enfrentan a la incertidumbre y carecen de voluntad y determinación. En este mundo, no hay espacio para la ambivalencia. Si deseas lograr algo, debes comprometerte plenamente. Es tan simple como eso.

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Si vas a intentarlo, ve hasta el final.

De otra forma ni siquiera comiences.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.

Esto puede significar perder novias,

esposas,

parientes,

trabajos y,

quizá tu cordura.

Ve hasta el final.

Esto puede significar no comer por 3 o 4 días.

Esto puede significar congelarse en la banca de un parque.

Esto puede significar la cárcel.

Esto puede significar burlas, escarnios, soledad…

La soledad es un regalo.

Los demás son una prueba de tu insistencia, o

de cuánto quieres realmente hacerlo.

Y lo harás,

a pesar del rechazo y de las desventajas,

y será mejor que cualquier cosa que hayas imaginado.

Si vas a intentarlo, ve hasta el final.

No hay otro sentimiento como ese.

Estarás a solas con los dioses

y las noches se encenderán con fuego.

Hazlo, hazlo, hazlo.

Hazlo.

Hasta el final,

hasta el final.

Llevarás la vida directo a la perfecta carcajada.

Es la única buena lucha que hay.

William Hentley, “Invictus”

Es el poema más famoso de Hentley, escrito en el año de su fallecimiento. Los versos son significativos, ya que eran los que Nelson Mandela se repetía a sí mismo durante sus años en prisión debido a las políticas racistas en Sudáfrica. La fortaleza de uno de los hombres más destacados del siglo XX reside en las precisas y poderosas palabras del escritor inglés, quien no duda en representar algunas de las cualidades más valiosas de la existencia humana: la esperanza, la libertad y la resistencia.

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Más allá de la noche que me cubre,
negra como el abismo insondable,
doy gracias a los dioses que puedan existir
por mi alma inconquistable.

En la azarosas garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Sometido a los golpes del azar
mi cabeza sangra, pero está erguida.

Más allá de este lugar de ira y llantos
yace sino el horror de la sombra,
Y aún la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

Walt Whitman, “Canto de mí mismo XLVI”

“Canto de mí mismo”, ampliamente reconocido como la epopeya americana, destaca como uno de los poemas más significativos de Whitman, quien figura entre los poetas más influyentes en la literatura de Estados Unidos.

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Lo mejor del tiempo y del espacio es mío,
del tiempo y del espacio que nunca se han medido,
del tiempo y del espacio que nadie medirá.

Marcho por un camino perpetuo. (Escuchadme todos).
Mis señas son un capote de lluvia,
zapatos recios y un báculo que he cortado en el bosque.

Ningún amigo mío se sentará en mi silla.
Yo no tengo silla, ni iglesia, ni filosofía;
yo no conduzco a los hombres
ni al casino
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa…

Los llevo hacia aquellas cumbres altas.
Mi mano izquierda te tomará por la cintura,
con la derecha te mostraré paisajes del continente y del camino abierto.
Nadie, ni yo, ni nadie, puede andar este camino por ti,
tú mismo has de recorrerlo.
No está lejos, está a tu alcance.
Tal vez estás en él sin saberlo, desde que naciste,
acaso lo encuentres de improviso en la tierra o en el mar.

Echate el hato al hombro,
yo cargaré con el mío… Vámonos.
Ciudades magníficas y naciones libres hallaremos en nuestra ruta.

Si te cansas, dame tu carga y apóyate en mi hombro.
Más tarde harás tú lo mismo por mí…
Porque una vez que partamos, ya no podremos detenernos.
Hoy, antes del alba, subí a la colina, miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas
que contienen, ¿estaremos ya tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo:
No, ganaremos esas alturas sólo para continuar adelante.

Tú también me haces preguntas y yo te escucho.
Y te digo que no tengo respuesta,
que la respuesta has de encontrarla tú solo.
Siéntate un momento, hijo mío.
Aquí tienes pan, come,
y leche, bebe.
Pero después que hayas dormido y renovado tus vestidos, te besaré, te diré adiós y te abriré la puerta para que salgas de nuevo.

Largo tiempo has soñado sueños despreciables.
Ven, que te limpie los ojos…
y acostúmbrate ya al resplando de la luz.
Largo tiempo has chapoteado a la orilla, agarrado a un madero.
Ahora tienes que ser un nadador intrépido.
Aventúrate en alta mar, flota,
mírame confiado
y arremete contra la rola.

Derek Walcott, “El amor después del amor”

En este poema, el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1992 explora la relevancia de valorarse a uno mismo. Va más allá de dedicarse y renunciar por alguien más; implica reconocer, celebrar y valorar a aquel que nos refleja en el espejo.

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Un tiempo vendrá

en el que, con gran alegría,

te saludarás a ti mismo,

al tú que llega a tu puerta,

al que ves en tu espejo

y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,

y dirá, siéntate aquí. Come.

Seguirás amando al extraño que fuiste tú mismo.

Ofrece vino, Ofrece pan. Devuelve tu amor

a ti mismo, al extraño que te amó

toda tu vida, a quien no has conocido

para conocer a otro corazón

que te conoce de memoria.

Recoge las cartas del escritorio,

las fotografías, las desesperadas líneas,

despega tu imagen del espejo.

Siéntate. Celebra tu vida.

Marianne Williamson, “Nuestro miedo más profundo”

 La activista y creadora de “La Alianza de la Paz” expresa que lo que realmente define nuestra humanidad, más allá de cualquier posesión material, se encuentra en las palabras que salen de nuestro interior: nuestra libertad. Al perdernos en la búsqueda de placeres y objetos, descuidamos nuestra verdadera esencia.

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Nuestro miedo más profundo no es el de ser inapropiados.

Nuestro miedo más profundo es el de ser poderosos más allá de toda medida.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que nos asusta.

Nos preguntamos: ¿Quién soy yo para ser brillante, precioso talentoso y fabuloso?

Más bien, la pregunta es: ¿Quién eres tú para no serlo?

Eres hijo del universo.

No hay nada iluminador en encogerte para que otras personas cerca de ti no se sientan inseguras.

Nacemos para poner de manifiesto la gloria del universo que está dentro de nosotros, como lo hacen los niños.

Has nacido para manifestar la gloria divina que existe en nuestro interior.

No está solamente en algunos de nosotros: Está dentro de todos y cada uno.

Y mientras dejamos lucir nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a otras personas para hacer lo mismo.

Y al liberarnos de nuestro miedo, nuestra presencia automáticamente libera a los demás”. 

Mario Benedetti, “No te rindas…”

 La esencia de la determinación y perseverancia en la vida se encuentra reflejada en las palabras de un destacado autor latinoamericano, quien plasma en sus versos la esperanza de un futuro prometedor.

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No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo.
Aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños
destrabar el tiempo,
correr los escombros,
y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda,
y se calle el viento.

Aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
porque lo has querido y porque te quiero
porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,
quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron,
vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa,
ensayar un canto,
bajar la guardia y extender las manos.
Desplegar las alas
e intentar de nuevo.
Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento.
Aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños.

Porque cada día es un comienzo nuevo,
porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

William Butler, “Un aviador irlandés prevé su muerte”

 Publicado después de un año debido a sus referencias políticas, este poema, escrito en 1918 durante la Primera Guerra Mundial, presenta múltiples versos en forma de monólogo. Narrado por un piloto, describe sus últimos pensamientos antes de enfrentar su inminente fallecimiento. El poema plantea el dilema de tener que sacrificarse por otro, en este caso un aviador irlandés que muere defendiendo al Reino Unido, mientras Irlanda luchaba por su independencia. Ante la certeza de la muerte y su vida entregada a una causa en la que no cree, el piloto acepta su destino fatal.

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Sé que en algún lugar entre las nubes

he de hallar mi destino;

no odio a quienes son mis enemigos,

no amo a quienes debo defender;

mi país es Kiltartan Cross,

mis paisanos los pobres de Kiltartan,

ningún posible fin ha de quitarle nada

o hacerles más felices de lo que eran.

Ni leyes ni deberes me ordenaron luchar,

ni estadistas ni masas entusiastas,

un solitario impulso de deleite

me empujó a este tumulto entre las nubes;

todo lo sopesé, de todo hice memoria,

los años por venir me parecieron

vano aliento,

vano aliento los años transcurridos

en igualdad con esta vida y esta muerte. 

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