A lo largo de la historia de nuestro país, ha habido grupos que, seducidos por el poder y la acumulación de riquezas, buscaron establecer sus ideales de superioridad sobre la nación basados en su posición económica, relaciones de poder y en influencias extranjeras.
Un ejemplo de esto fueron “Los Científicos“, un grupo compuesto por representantes de la burocracia, terratenientes, latifundistas, comerciantes e intelectuales que pertenecían a la clase alta durante el Porfiriato. Estos individuos adoptaron el nombre de “Los Científicos” debido a su afinidad con la Teoría Positivista de Augusto Comte, la cual sostiene que el único conocimiento válido es el científico. Aunque desempeñaron un papel importante en la política y dirigían la administración del Estado, supuestamente aplicando métodos científicos, las decisiones más trascendentales aún eran tomadas por Díaz.
Según el escritor y politólogo Jorge Vera: “Los Científicos eran un grupo de hombres maduros, la élite intelectual mexicana, para quienes la dictadura vitalicia implicaba renunciar a toda esperanza de liderar la política nacional. Por esta razón, decidieron organizarse para compartir el poder con Díaz”.
““Los Científicos” surgieron en 1892 y en su mayoría eran hombres prominentes en los negocios, la política y la intelectualidad, quienes ocupaban puestos cercanos al presidente Porfirio Díaz como secretarios de Estado.
Considerados como los favoritos del país, este grupo, que constituía un bloque de poder en la vida política mexicana, en su mayoría provenía de la ciudad de México o de entornos urbanos, alejándose de la vida provinciana y marginando a los indígenas a quienes consideraban como “la raza atrasada”. “Los Científicos”, compuestos por un grupo de no más de veinte personas, eran liderados por Manuel Romero Rubio y posteriormente por José Yves de Limantour.
Bajo el liderazgo del aristócrata Limantour, quien ocupaba el cargo de Secretario de Hacienda, Los Científicos consolidaron su poder político al infiltrarse gradualmente en el mundo financiero, acumulando grandes fortunas a través de sus intereses en la minería, la industria y otros sectores económicos.
Este grupo se inspiró en Francia debido a la ascendencia francesa de Limantour. Con él a la cabeza del grupo y al frente de la Secretaría de Hacienda, se desarrolló la infraestructura productiva y de comunicaciones necesaria para atraer a inversionistas extranjeros.
Siendo tendientes al conservadurismo, la oligarquía y la tecnocracia, Los Científicos crearon una infraestructura que principalmente benefició a las grandes compañías extranjeras que explotaban el petróleo, los recursos minerales del país y la mano de obra mexicana. Tenían la intención de reemplazar el sistema tributario basándose en el catastro y las estadísticas, reducir las tarifas arancelarias, atraer capital extranjero a través de una política comercial y realizar una reforma que permitiera la sucesión presidencial y protegiera al régimen oligárquico existente.
Sin embargo, el progreso económico no beneficiaba a las clases trabajadoras, cuya situación empeoraba cada vez más. Como resultado, las huelgas se generalizaron en diferentes industrias del país.
Entre los integrantes de este grupo destacan:
Protasio Tagle (1876-1878)
Manuel Romero Rubio (1884-1895)
Manuel González Cossío (1895-1903)
Ramón Corral (1903-1991)
Ignacio Mariscal (1880-1883)
Pedro Ogazón (1876-1878)
Manuel González (1879-1880)
Pedro Hinojosa (1884-1896)
Felipe Berriozábal (1896-1900)
Bernardo Reyes (1900-1902)
Manuel González Cosío (1902-1910)
Matías Romero (1877-1879), (1892-1893)
Benito Gómez Farías (1893-1894)
José Yves Limantour (1894-1911)
Sin embargo, este modelo que definió el gobierno de Díaz encontró su oposición con el surgimiento en 1909 de El Ateneo de la Juventud Mexicana, una organización civil dedicada a promover la cultura y el arte. El Ateneo representó un cambio impulsado por una generación de jóvenes intelectuales en respuesta al régimen de Porfirio Díaz y, en particular, a Los Científicos.
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